catorce

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Me reí nerviosamente y aparté a Trueno lejos de mí, quedando a una distancia considerable. Me estaba sintiendo re vulnerable así casi en pelotas adelante de él, por lo que volví a cruzarme de brazos.

⎯¿Qué es lo que querés, Trueno? ⎯le pregunté cansada.

Se sentó en el brazo del sillón, aún mirandome con una media sonrisa. Paulina agarró algo de la cocina y se fue denuevo a su habitación, sin antes echarme una mirada de advertencia.

Fue a contestarme cuando mi celular empezó a sonar, con mi ringtone de llamada. Fui corriendo a agarrarlo, contesté la llamada y me puse el teléfono en la oreja.

Era Hugo. Qué oportuno.

⎯Hola, Mara ⎯me dijo con su voz grave que en cualquier otro momento me hubiera puesto como loca, pero con Trueno mirándome no podía pensar en eso.

⎯Hola, Hugo, ¿cómo estás? ⎯le contesté, notando como el pibe de mi sala alzaba las cejas ante la mención del nombre del responsable de la interrupción.

Empecé a dar vueltas por la sala, ignorando la intensa mirada de Trueno, que parecía estar muy atento a mi llamada. Demasiado, diría yo.

⎯Estoy bien, hermosa ⎯me contestó Hugo, a través de su celular⎯. Te llamaba para avisarte que hoy no podremos salir a cenar, me surgió trabajo.

No tenía ganas de salir de todos modos, así que suspiré medio aliviada. Ahora tenía que sacar al pelotudo del raperito de mi casa.

⎯Bueno, dale, Hugo. Nos vemos.

⎯Chau, hermosa.

Me reí y volví a despedirme. Corté la llamada y me giré hacia Trueno.

⎯¿Y bien, me vas a decir a qué viniste? ⎯le pregunté haciéndome la enojada.

Cruzó sus brazos y me miro con seriedad.

⎯¿Te estás hablando con Hugo?

Me reí y me puse a ordenar un poco mi sala, para sacarme los nervios que me estaba provocando tener a Trueno ahí.

⎯Pero a vos qué te importa, flaco. Contestame vos primero.

Bufó y se sacó la campera que tenía puesta, quedándose en remera. Una remera ajustadita, que marcaba lo justo y necesario y me estaba distrayendo.

⎯Vine porque quiero que borres esos vídeos ⎯me dijo, mirándome serio denuevo.

Dejé de ordenar y me paré enfrente de él.

⎯Vos empezaste primero.

Se paró de el sillón y volvió a acercarse hasta mí, con su cara de culo que me intimidaba, pero que me gustaba a la vez. Sus brazos cruzados hicieron contacto con mis pechos y la sensación me hizo aguantar la respiración. Él se dió cuenta al ver mi reacción y una sonrisa torcida apareció en su cara.

⎯¿Qué pasa? ¿Te pone nerviosa tenerme cerca? ⎯me preguntó.

Junté todas mis fuerzas y alcé mi cabeza para mirarlo desafiante, con mi mejor cara de mala.

⎯Pasa que tu cara de pelotudo me pone nerviosa, unas ganas de sacártela a trompadas.

Se rió suavecito y bajó su cabeza un poco más, para acercar su cara a la mía con solo unos pocos centímetros separándonos. Alzó su mano y empezó a acariciar mi cara, bajando por mi cuello, hasta llegar a uno de mis pezones parados, que sobresalían de la remera que estaba usando.

⎯Me parece que no es por eso ⎯susurró con voz grave, que me estaba volviendo loca.

Claro, para él era divertido estos jueguitos porque seguro cogía todos los días, pero yo hacía meses y meses que no la ponía y la abstinencia me tenía un poco mal. Tan mal que me estaban dando ganas de garchármelo ahí.

¿Como voy a querer garcharme a mi enemigo? Encima es feo.

Bueno, no. Pero lo odio.

⎯Sacá la mano, flaco, o te cago a mangos.

Se rió y se apartó por completo de mi, sentándose en el sillón nuevamente. Me miró de arriba abajo burlón, como si supiera el efecto que tenía en mí. Me dí la vuelta y decidí ir hasta mi cuarto para cambiarme.

Me puse un sutién y un short de pijama, y salí de mi cuarto yendo primero a la cocina a agarrar un poco de chocolate que me estaba cagando de hambre.

Cuando volví al living Trueno seguía ahí sentado, con su celular en la mano. Suspiré frustrada.

Que se vaya a su casa y me deje tranquila.

⎯¿Seguís acá?

Alzó su vista del celular y me sonrió. Miró la ropa que me había puesto y se rió bajito. Rodé mis ojos y me metí una galleta a la boca, rodeándolo para sentarme en el sillón.

⎯¿No vas a borrar el vídeo? ⎯me preguntó, dándose la vuelta, aún sentado en el brazo del sillón.

Lo miré de reojo, porque estaba poniendo Netflix en la tele, y alcé una ceja incrédula.

⎯Si querés que borre el vídeo, borra el mío también, y estamos a mano.

Miró hacia la pantalla, y al verme buscar una pelicula, se giró por completo y se dejó caer en los almohadones del sofá, sentándose al lado mío.

⎯Bueno, trato hecho ⎯me dijo y lo miré sacar su celular del bolsillo.

Entró a Twitter y fue derecho a su cuenta para borrar mi vídeo. Me miró y me mostró la pantalla de su celular.

⎯Te toca.

Bufé y busqué con la mirada mi celular pero no lo encontraba, me levanté y lo agarré de encima de la mesada, y volví a sentarme junto a él.

Hice lo mismo que él, entré a la aplicación y borré el video embarazoso del raperito. Al finalizar, le sonreí burlándome de él.

⎯Ya estamos a mano ⎯dije.

Me miró sonriendo y asintió.

⎯Sí...

Me lo quedé viendo, expectante a que se fuera de mi apartamento, pero se acomodó más en el sillón, poniéndose cómodo.

⎯¿Y si me quedo a mirar unas pelis?

Me reí al verlo con los brazos atrás de su cabeza y me puse a buscar una peli que nos gustase a los dos. No encontraba nada que me llamara la atención, y le dije que buscara algo mientras yo hacía Pop.

Volví con un bowl lleno de pochoclo y miramos la película que él había elegido, peleandonos por quien comía más Pop.

Y extrañamente, la pasé bien con él, sin pelear ni nada. Podría acostumbrarme a pasar el tiempo con él así...

No, porque es un tarado.

Pero a veces es un tarado amigable.

𝙏𝙍𝘼𝙋𝙋𝙀𝙍; 𝘵𝘳𝘶𝘦𝘯𝘰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora