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Confesar que debido a un descuido estaban viviendo la peor de sus pesadillas no fue el problema, sino que la espera, el problema era esa eterna espera de tener que dejar pasar los días para poder realizar el test de embarazo que definiría su vida y la de JiMin, pues ambos, sin ninguna duda, admitían no estar preparados para hacerse cargo de un bebé y, por lo mismo, prometieron nunca, jamás, volver a tener sexo en estado de ebriedad.

Atento y comprensivo, TaeHyung había escuchado la versión de Joy y luego la de JiMin, por lo que no podía ser capaz de entender cómo sus amigos se negaron a enfrentar el hecho de que, con o sin bebé, ellos estaban hechos el uno para el otro. Sin embargo, sabiendo que entregar una afirmación como aquella lo llevaría a sufrir las penas del infierno, prefería callar y sólo apoyar a Joy y JiMin en esos días de espera que los tenía inmersos en una ansiedad incontrolable.

Sacarse un peso de encima era lo único que pedía Joy, enojada consigo misma por estar en una situación así, pensando en qué haría con sus estudios si estaba embarazada. Consumir la pastilla del día después no le había otorgado la tranquilidad suficiente y realizar una muestra de sangre no era una opción válida porque odiaba las inyecciones. Por ello, a un día de navidad, Joy llamó a JiMin para que se encontraran en el departamento de TaeHyung. Había comprado cuatro tipos diferentes de test de embarazo y pensaba hacérselos todos, incapaz de soportar la incertidumbre.

Lo que no tenían previsto fue la intensa nevada que comenzó a caer sobre la ciudad, consiguiendo con ello que JiMin quedara atascado en el tráfico y haciendo que Joy lo maldijera por tenerla con los test en la mano a la espera de su llegada.


— De seguro llegará en menos de una hora —TaeHyung intentó calmarla, pues se estaba mareando al ver a su amiga ir de un lado a otro.

— No, lo siento por tu amigo, pero yo no puedo, ¡no puedo! —gritó corriendo al baño.

— ¡Joy! ¡Dijiste que esperarías a JiMin!

Sin embargo, consiguiendo un insulto de parte de su amiga, TaeHyung suspiró derrotado y se sentó en el sofá, nervioso también por saber el resultado. Tan ensimismado estaba, que al sentir el golpeteo en la puerta principal se apresuró para ir a abrir.

— ¡JiMin! —gritó el pelirrojo creyendo que se trataba de su amigo, pero al ver a SeHun su corazón sufrió un vuelco y sin ser capaz de cerrar la puerta con rapidez, se vio siendo empujado hacia el interior de su departamento.

— ¿Estabas esperando a tu amigo? Aiiiich, qué molesto —mencionó SeHun mientras se quitaba el mojado abrigo y lo lanzaba hacia el sofá, pues aprovechando la perplejidad de TaeHyung, se sintió confiado de moverse a sus anchas—. Te preguntarás qué hago aquí —sonrió al tomar asiento, de piernas abiertas y con los brazos extendidos sobre el respaldo—. Imagino que tu amiga te avisó de mi regreso, pues bien, me tomé algunos días para que procesaras la información. Supongo que estabas ansioso por mi llegada, ¿no?

Al no poder sacar la voz, TaeHyung se sintió estúpido ante el hecho de que sus piernas no respondieran, se sentía avergonzado de sí mismo por no ser firme y obligar a SeHun que se marchara de su hogar.

— Nunca le dimos un final a lo nuestro —sonrió SeHun y paseó su mirada por el cuerpo ajeno, de pies a cabeza, como si analizara cada cambio que TaeHyung había experimentado en esos años que no se vieron.


Había prometido estar bien, se lo había dicho a YoonGi, que no se preocupara, que podría hacer frente a cualquier encuentro con SeHun, pero seguía ahí, impactado ante la primera persona que amó y que al mismo tiempo lo llevó a conocer el dolor. Si en un principio todo fue perfecto, ¿en qué punto sus personalidades cambiaron? ¿En qué momento SeHun se transformó en un monstruo y TaeHyung permitió ser su víctima?

ARRÉSTAME! │YOONTAE/TAEGI ○.。o○.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora