Capítulo 9

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Frank se despertó lentamente, parpadeando mientras las caras ansiosas flotando sobre él se enfocaban lentamente. 

—Oh — dijo. —¿Así que ganamos?

 Gerard respiró aliviado, con los dedos clavados en el brazo de Frank. —Bienvenido de nuevo. ¿Cómo te sientes?

Frank lo pensó. Sentía que lo había atropellado un camión, pero estaba vivo, y esa fue la mejor sorpresa de todas. Luchó para levantarse, gimiendo y agarrándose de los hombros de Mikey por apoyo. —Siento que todo esto de recuperar la conciencia se está volviendo muy repetitivo.

Los chicos se movieron hacia atrás para que Mikey pudiera ayudar a Frank a sentarse erguido, balanceando sus piernas sobre el lado de la mesa. Todos lo miraban con esos ojos gigantes, era jodidamente perturbador.

—Basta —dijo Frank. —¿Me veo tan mal?

—Parece que te tiraron en una licuadora — le dijo Bob.

 Frank se miró a sí mismo; casi cada centímetro de piel que podía ver estaba rayado y salpicado de sangre. —Oh.

Había un tazón de agua sucia con una toallita flotando en él en el extremo de la mesa. Mikey se movió hacia ella y arrancó la toallita.  —Empecé a limpiarte un poco mientras te desmayaste. No te muevas.

—Pensé que estaba muerto — dijo Frank, viendo a Mikey limpiar la tela sobre su antebrazo. —Ya no dolía, así que pensé que estaba muerto.

—Probablemente deberías estarlo.—Mikey giró el brazo de Frank y empezó a limpiar el otro lado. —Debes haber perdido un montón de sangre, Frank, pero aquí estás.

—Siempre fuiste un imbécil testarudo.— Brian vino sosteniendo la ropa de Frank, que puso sobre la mesa en un pequeño montón.

 Frank pilló a Mikey sonriéndole, y dejó que las esquinas de su propia boca se movieran en respuesta. —¿Qué fue eso que quemaste, de todos modos? — le preguntó a Ray.

—Peonía, Snapdragon, Rue — dijo Ray. —Bueno, y Agua Bendita. No puedo creer que funcionara. Supongo que fue gracias a Gerard al ser un sacerdote.

 —Supongo que sí — Frank miró a Gerard, que se movía por la habitación, tocando cosas y frunciendo el ceño.

 —Brian descubrió dónde estaban —dijo Mikey a Frank. Frank miró; Brian se encogió de hombros.

En la esquina, Luke estaba enloqueciendo, quizás consigo mismo, Bob estaba de pie junto a él mirando con severidad.

—Necesito un teléfono — Gerard comenzó, y luego fue cortado por el sonido de un timbre. Miró a su alrededor, confundido. —Espera...  ¿qué?  es el mío.

—Oh. — Mikey sacó el celular sonando de su bolsillo. —La dejaste en el apartamento de Frank, la recogí.

Gerard tomó el teléfono y lo presionó en su oído. —¿Hola? Cardenal, oh, es tan bueno saber de usted. — Gerard escuchó todo lo que el cardenal decía, asintiendo y frunciendo el ceño, y luego dijo —En realidad, la situación ha progresado significativamente desde la última vez que hablamos.

Se escabulló de la habitación; Frank podía oírlo hablar en voz baja. Se volvió hacia Mikey, quien puso sus dedos contra la mandíbula de Frank e inclinó su cabeza para que pudiera limpiar la sangre de la cara de Frank

—Todas tus heridas están cerradas — dijo en voz baja. Brian se inclinó para inspeccionarlos él mismo. —Completamente cerradas. Ni siquiera tienes costras, solo cicatrices.

—¿Cómo está tu tatuaje? — Brian quería saberlo.

Frank la miró. Se veía igual que antes; triste, sin rostro, hermosa, pero de alguna manera estaba más aburrida, más mundana.

Unholyverse | TRADUCCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora