Capítulo 19

1K 80 309
                                    

Heaven help us 

Frank nunca había estado en un avión antes, y hasta ahora lo odiaba. Sus piernas se acalambraban por estar dobladas tanto tiempo, el aire era rancio y reciclado, y la almohada en la que se suponía que debía dormir era más pequeña que cualquier cabeza humana, estaba bastante seguro.

Aún peor era el hecho de que nadie más parecía tener ningún problema para dormir; ni Ray con sus extrañas piernas largas, ni Bob y su cabeza gigante. Incluso Mikey estaba desplomado en el asiento junto a Frank con los ojos cerrados y la boca abierta. La única persona aparte de Frank que seguía despierto era el molesto tipo que estaba unas filas atrás y que seguía tosiendo cada siete segundos. Bueno, y el piloto, o bueno eso esperaba Frank.

Frank suspiró y reajustó la estúpida almohadita por enésima vez. Había tanto silencio en el avión, con todo el mundo durmiendo. Frank estaba totalmente solo con sus pensamientos, que era el último lugar donde quería estar. Cada vez que bajaba la guardia y trataba de relajarse o respirar, o se decía a sí mismo que tuviera paciencia o algo así, inmediatamente volvía a Gerard cuando estaba en los brazos de Mikey, o la mirada en la cara de Brian cuando los trajes se llevaron el cuerpo, o la forma en que Frank le había hablado a Gerard la noche anterior...

Frank tragó bruscamente y sacudió la cabeza, borrando el recuerdo. Se frotó las manos en la cara, lo que no ayudó porque cada vez que cerraba los ojos veía la cara de Gerard. Inclinó la cabeza hacia atrás contra el asiento y miró fijamente al techo, resignándose a la vigilia.

—Me acosté con Toro.

Frank se sobresaltó, volviéndose hacia Mikey, que había abierto un ojo y lo había girado ligeramente en dirección a Frank, mirándolo por debajo del párpado.

—¿Qué?— dijo Frank.

—Toro—repitió Mikey, abriendo el otro ojo y girando la cabeza hacia Frank. —Me acosté con él.

Frank lo miró fijamente. —¿Cuándo?

Mikey frunció un poco el ceño. —Como, ¿ayer? Tal vez el día anterior. No lo recuerdo.

Frank podía entenderlo, aunque, de hecho, sentía que seguía siendo el mismo día que había sido cuando Gerard murió.

—Nos besamos antes— continuó Mikey. —Cuando tú y Gee se peleaban.

Frank hizo un gesto de dolor. No podía pensar en eso en absoluto. No podía pensar en ello o simplemente se tiraría del avión. En cambio, miró hacia donde Ray estaba dormido en el asiento del pasillo. No sabía qué decir. Ninguna de sus respuestas habituales a una de las historias de sexo de Mikey parecía apropiada. Dudó y luego preguntó: —¿Fue sólo porque estás triste?

—No lo sé— Mikey levantó un hombro. —Honestamente no puedo decirlo.

—Mierda— Frank se sentó en su asiento. Se puso a pensar en cómo era Ray, en cómo había ido a trabajar cada mañana temprano a la tienda para que Mikey se arreglara el pelo, en lo preocupado que estaba cuando Mikey conoció a Pete, en cómo se le veía la cara cuando Mikey le hacía reír. —Mierda— dijo otra vez, al analizar la situación. —A Toro le gustas. Por supuesto que si. ¿Cómo carajo no me dí cuenta de eso?

Mikey se encogió de hombros. —De la misma manera que los otros chicos se perdieron de lo de Gee y tu, supongo.

Frank no sabía qué decir a eso. Miró a su regazo y frotó su pulgar sobre el rosario de Gerard, enrollado en su muñeca.

—Se supone que debemos ser capaces de confiar en el otro con nuestras vidas— dijo Mikey. Frank levantó la vista, pero Mikey miraba fijamente al frente, con la mandíbula bien puesta. —Pero cuando algo ocurre y no nos decimos ni mierda el uno al otro.

Unholyverse | TRADUCCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora