Prólogo (parte 1). La Ciudad Desolada.

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Estando en una Torre Jin Lin o donde sea que lo haya teletransportado Su She, Xue Yang ya no tenía fuerzas para respirar, pero luchaba en silencio para poder vivir por lo menos un poco más. Él estaba sentado en un costado de una pared de blanco, tratando sus heridas con su otra mano. Sin embargo, lo que vio fue una sonrisa melancólica, que hizo que sintiera náuseas por la persona que por el gesto.

-Chengmei, ¿Cómo te sientes?- preguntó el hombre de blanca túnica.

-Bien hasta que apareciste con el gesto más nauseabundo para mí- contestó, lleno de rencor y sus ojos brillaban como una fiera apuntó de despedazar a una inocente presa.

-Bien- dijo, mientras se inclinaba para decir en un susurro-. El sello de Tigre Estigio, ¿lo tienes contigo?

El más joven sonrió, mostrando su canino junto con la expresión antes mencionada. Sacó de sus mangas el pedazo de metal oscuro y se lo entrego, pero al alzar el brazo derecho, escupió una gran cantidad de sangre, el otro sujeto se apartó, evitando ser salpicado por la sustancia roja.

-Bien, Minshan- llamó al hombre con traje negro, quien se puso a lado de él-. Como esta agonizando, necesito que lo mates, no quiero que sufra más- dijo con una agradable sonrisa que parecía más una pena de tortura que de compasión.

-Hijo de puta- dijo Xue Yang, apenas pudiendo hablar-, no quiero tu mierda de compasión de amigo, eres peor que la escoria más maldita...

No pudo decir más, pues recibió una patada de parte del hombre vestido de negro, mientras que Jin GuangYao lo miraba desde arriba, con una expresión de lástima que fue reemplazada en un instante con una de desprecio.

-Chengmei- dijo con una sonrisa-, te dejaré morir lento esta vez, es mínimo lo que parece y luego, haré que Minshan te quemé en la fosa común junto a la escoria que mataste para mi hace una semana, ¿Estas bien con ello?

-Mientras no vea tu cara repugnante...

-Minshan- dijo, ignorando a Xue Yang-, ya oíste, no quiero que lo mates, pero al menos aumenta su dolor- luego de agachó a la altura de Xue Yang, susurrandole-. Hasta nunca, Xue Yang. Sufrirás más de lo que crees, hasta que ya no puedas reprimir el sufrimiento, te oiré gritar hasta que te quedes afónico.

-Ojalá sufras cuando mueras, maldito, hijo de...

Minshan lo golpeó en el estómago, causando que Xue Yang escupiera aún más sangre, esta salía de su boca como hilos de saliva escurriendo en su mentón, para luego cortarle su brazo derecho. Xue Yang lo soportó aunque no pudo evitar sollozar. El otro sujeto lo dejó, mientras el más joven agonizaba lento por las heridas sufridas. Pero aún más, cuando desvío la mirada a lo que antes estaba su brazo izquierdo, sus ojos se tornaron sangre, las venas de sus párpados estaban aún más visibles por el esfuerzo de soportar el dolor.

Desde la distancia, más específico, en el Cielo, donde los dioses veían como este ser humano se desvanecía en el dolor mientras se le acercaba la Muerte para llevar su alma.

-Bien, así ya no causará más daño a las personas- dijo uno anciano que vestía unas ropas andrajosas, era Soledad.

-Todo le dí de mí- se quejaba Tiempo, quien vestía una túnica negra y sostenía un reloj de arena que tenía solo pocos gramos de esta misma- y no aprovecho los tres años con la persona más misericordiosa y amorosa de este mundo corrupto.

-¿Oyen eso?- preguntó Amor, quien tenía buen oído, así como la vestimenta de matrimonio adornando su cuerpo.

-¿Qué cosa?- preguntó Vejez, quien no tenía buen oído.

-El monstruo disfrazado de humano está cantando una canción- aseguró Tiempo, quien estaba sorprendido.

Muerte estaba llorando, viendo como este chico taradeaba una canción a unos pocos minutos de su muerte. Xue Yang, ajeno a la presencia siniestra, taradeaba despacio y con lágrimas amargas en el rostro que lo adornaban. Una persona podría decir que era una expresión de miseria y tristeza infinita, pero en sus ojos se veía una sonrisa amarga y cruel, haciendo pedazos su expresión anterior. Taradeaba y a la vez, recordaba sus días en la Ciudad Yi.

Volviendo a ti para corregir mi errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora