Capítulo XVI. ¿Hogar?

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Cuando no tienes pruebas del ship que sugieres (╥﹏╥) y, aunque me digan, "cínica", me gustó mucho. Pero bueno, sin más, empecemos.

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Ya había pasado un mes desde que llegaron y se mudaron a la Casa de ataúdes en la Ciudad Yí. Xue Yang ya se había curado de sus heridas en dos semanas y ayudaba a Xiao XingChen con la reparación de la casa y Song Lan y A-Qing se ocupaban en la comida de los habitantes de la casa. El cultivador negro se sentía un poco intimidado por la presencia de la niña y trataba de alejarse un poco de ella.

Un día, Xiao XingChen descubrió una parte de la casa que no había visto en las dos vidas de Xue Yang, era ideal para un huerto. Avisó a los demás y Song Lan propusó plantar algunos vegetales para venderlos.

—A decir verdad, sólo hemos estado saliendo de cacería nocturna y no ganamos mucho— dijo Song Lan, cuando habían llegado de comprar en el mercado del pueblo—. Además, tendríamos menos gastos si no quieres gastar mucho.

—Entiendo, ZiChen— dijo, viendo las verduras que había comprado—. Sería excelente para ocuparnos en nuestro tiempo libre— sonrió—, así, Xue Yang podrá entretenerse.

El Daozhang negro sólo quería darse una palmada en la frente, aún si era sólo para admirar algún paisaje, siempre su amigo mencionaba al menor o alguna característica del mismo. No sabía que era lo que su amigo se proponía con estar cerca del chico delincuente, no quería que se metiera en problemas por el chico. Constantemente le decía que debía tener cuidado, ya que el joven no era de fiar o se la pasaba constantemente pensando y planeando algo, no sabía que pasaría por la cabeza del menor.

Sembraron en esa parte de la casa, sólo que Xue Yang pidió sembrar junto con el Daozhang blanco. Xiao XingChen se dedicaba a sembrar y reír de los comentarios y chistes de Xue Yang mientras que Song Lan hacía lo suyo en silencio. La niña, A-Qing, veía como el joven de negro estaba muy pegado al mayor, sólo refunfuñó. Miró hacia el Daozhang negro, éste sembraba con varios utensilios, como si no quisiera mancharse o siquiera tocar la tierra negra. Sonrió y fue hacia él, Song Lan miró a la niña desde abajo, pues estaba agachado para sacar la tierra negra y sembrar algunas patatas.

—Así no crecerán, Song Daozhang— sonrió.

Llevaba su bastón de bambú a donde fuera, a pesar que ya sabían que no era ciega, ella se aferraba a él como su escudo.

—Entonces ¿cómo lo haría, señorita?— dijo con él ceño fruncido.

La niña se agachó y recogió un poco de tierra, haciendo un agujero en ella y pidió al mayor que le diera la patata a sembrar. Song Lan le dio el tubérculo y ella lo sembró en la tierra, echándole de nueva cuenta la tierra que había sacado. Sonrió para sí misma y aplaudió como si hubiera hecho un milagro. Miró a Song Lan.

—No tiene que temer si se ensucia, para eso está el agua— dijo con una sonrisa, aunque lo dicho era con sarcasmo.

Faltaba un mes más para que acabará la temporada de invierno y pudieran cosechar lo que sembraron. Al pasar el tiempo, Xue Yang sólo veía los días correr con aburrimiento, aunque no mucho.

A veces, cuando un día, A-Qing se encontró varias lombrices al sembrar unas zanahorias, se lo mostró a Song Lan, éste, siendo misofóbico, fue perseguido por la niña, quien le insistía que lo tocará. Sino fuera por Xiao XingChen, quien le dijo que a Song Lan no le gustaba lo que se arrastraba o estuviera sucio, ella lo hubiera seguido hasta el pueblo.

O del otro día, en que Song Lan y A-Qing salieron a comprar y volvieron empapados de la lluvia de primavera, pues les había aparecido una bestia en medio del camino y tuvo que matarlo el cultivador negro y, de paso, la lluvia se aproximaba con rapidez, y, para colmo, no había cueva o algún lugar donde esconderse de la lluvia y A-Qing se resbalaba en cada charco y ensució a Song Lan cuando este quería ayudarla y cayeron a un charco profundo. No paraba de reír el joven por lo patético que se veía el cultivador negro lleno de lodo.

Volviendo a ti para corregir mi errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora