Capítulo XV. La Casa de Ataúdes.

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Esa tarde era muy calurosa, a pesar de que el sol ya se estaba poniendo, y los cultivadores ya habían llegado a la Ciudad Yí. La niebla no era tan espesa y se veía la belleza por los puestos de mercaderes en la calles y la bulliciosa gente de está ciudad. Xiao XingChen reía por los chistes y comentarios que hacía Xue Yang sobre los puestos y alguna que otra anécdota que le contaba. A-Qing iba agarrada de la manga del Daozhang blanco y Song Lan iba a la par con Xiao XingChen, solo que unos pasos alejado de los jóvenes y el mayor. Xue Yang iba pegado a Xiao XingChen, pues no le gustaba como lo miraban o al alfa, le enojaba. Song Lan, por su parte, no supo cómo es que Xiao XingChen pudo dejar entrar extraños a la casa de ataúdes, lo único que pudo pensar fue en lo que pasó hace una semana.

*****

Xiao XingChen manejada el carruaje mientras despertaba Song Lan, después de descansar un poco por la noche. Al ver que no estaba el prisionero, se acercó al de blanco e iba a preguntar, pero vio que éste lloraba.

—XingChen, ¿Qué pasó?— preguntó, preocupado.

El mencionado sólo bajó la mirada y arreó el caballo para que avanzará. El cultivador negro sólo se impresionó por la expresión de dolor del alfa blanco e incluso, el olor que desprendía era de tristeza. Xiao XingChen sólo pudo pensar en que estaría haciendo ahora el joven omega. No pudo evitar en pensar que su alma ya estaba muerta o que lo habrían encontrado y ahora estarían buscándolos. Fue tanto su tristeza y su desconcentración que casi pisaba con el caballo un cuerpo que se hallaba a no más de tres pasos más. Se bajó del carruaje y vio que era Xue Yang, herido de muerte y envenenado con polvo cadavérico. Xiao XingChen sintió mucho temor y le llevó al carruaje, Song Lan manejó el carruaje, mientras el Daozhang blanco curaba al joven cultivador con elixires y lo vendaba con medicinas que había comprado con anticipación en los pueblos que habían pasado.

Song Lan paró el caballo cerca de un río y ayudó a encender una fogata, pues ya anochecía. Habían avanzado mucho hasta que se toparon con el demoníaco cultivador. Xiao XingChen curó las heridas de Xue Yang y lo acunó en su regazo, a pesar que Song Lan lo había llamado para cenar, y durmió con él joven, abrazándolo de la cintura y cuidando de no lastimarlo. Song Lan quedó de guardia y empezó a maldecir al chico por ser un atraso en su destino a llegar.

Al día siguiente, casi al amanecer, empezó a cabecear y se quedó dormido por unas horas. Lo despertó un extraño olor, a bambú y brisa de río, vio a su alrededor y miró un lazo de colores que señalaba al río, extrañado por ello, fue a ver que era. Se alejó hasta llegar al río y miró hacia una roca. De ahí era donde provenía el olor, no había nada e iba a marcharse, pero escuchó un chapoteo y vio a una jovencita salir del agua, sólo en ropa interior oscura. Sólo pudo quedarse mirando, estático en su lugar, pero al ver que la chica iba a salir por completo del agua, decidió voltear a otro lugar. Escucho como ésta taradeaba alegre y miró que se ataba dos coletas, luego cogio un bastón de bambú y jugaba con él a golpear los juncos y las flores de loto. Miró que está se iba alejando de ahí, corriendo y saltando por el camino, quiso seguirla, pero escuchó que Xiao XingChen despertaba.

Fue hacia el carruaje y vio a Xiao XingChen apagando el fuego con un poco de agua que había recogido del río, ambos avanzaron hasta una ciudad llena de neblina, la cual tenía en la entrada como nombre Ciudad Yí. Llegaron y pidieron un cuarto o algún lugar para descansar, les ofrecieron estar en una casa de ataúdes, pues el tipo que lo cuidaba, por alguna razón, había desaparecido y había dejado sola la casa de ataúdes que estaba cerca de la entrada. Ellos se guiaron por el cuidador de la ciudad y llevaron a Xue Yang al único cuarto de la casa.

Volviendo a ti para corregir mi errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora