Capítulo XVIII. Dulce venganza.

922 161 112
                                    

Había pasado ya tres semanas desde que aceptó salir con Xiao XingChen. Xue Yang trataba que el taoísta blanco se cansará de él y lo déjase a su suerte. Pero no sucedió.

Xiao Daozhang trataba que Xue Yang se sintiera a gusto con él, no iba a ser empalagoso ni se iba a entrometer en las cosas del omega, darle su espacio personal y mimarlo de la manera decente y culta posible. Le daba dulces todos los días, uno por cada comida —según el trato de Xue Yang— y le dejaba que practicará la cultivación demoníaca impuesto por el mismo patriarca Yilling. Aunque, por supuesto, el Daozhang blanco no estaría de acuerdo, surgió un trato de parte del mismo: él y el joven cultivarían y entrenarían juntos. No fue lo que esperaba el joven cultivador, se quejó por ello y eso le dio igual al mayor. Al final, terminó aceptando, pero no iba a darse por vencido.

En todas sus citas, siempre terminaba, ya sea... Golpeando a un vendedor, destruyendo el puesto de algún vendedor, armando un escándalo que le seguía una huida del pueblo para evitar que los golpearan. Todo esto sucedía, ya sea porque el joven omega le daba la gana o porque alguna pueblerina le coqueteaba al hombre de blanco. Éste sólo les sonreía o les respondía con cortesía y eso hacía que el joven omega sintiera agrio la garganta. Terminaba armando una escena por celos o les demostraba de quien era ese Daozhang blanco.

Una ocasión, una vendedora le ofreció a Xiao XingChen una canasta de frambuesas, pero Xue Yang vio que está le sonreía mucho a Xiao XingChen y hacía gestos de cortejo al alfa. Se enojó y tiró de la manga del mismo y le dio un beso apasionado, dejando a la chica sorprendida y luego la insultó, hasta llegar a golpearla por atrevida.

Xue Yang, a veces, empezaba a provocar a Xiao XingChen, ya no sabiendo que hacer para que lo dejará libre. Le hacía gestos, murmuraba algunas cosas sucias o, cuando se le acababa las ideas, lo arrinconaba en la pared y se le montaba para que lo tocará. Pero en ninguna cayó el alfa. Pero, al avanzar de nivel, siempre veía el esfuerzo de Xiao XingChen por resistirse; enpuñaba sus manos, cerraba los ojos o le ignoraba. Pero siempre acababa el alfa con una dolorosa ereccion en su túnica, que bajaba con agua fría.

Después de varios intentos fallidos, Xue Yang decidió usar el sentido de la justicia de Xiao XingChen y su bondad. Le pidió, esa noche y estando enfrente de la fogata, que le llevará delante del clan YueYang Chang. Y no sólo eso, sino que le dejará tomar venganza por su dedo perdido. Xiao XingChen se negó, pues la advertencia de Tiempo aún le seguía como una maldición. Y ¡vaya que lo era! Si intenta vengarse del clan YueYang Chang, destrozaré su alma sin posibilidad de reencarnar. No podía permitirlo, aún quería salvar a Xue Yang de ese destino.

—Es necesario, Daozhang— le insistió el omega—. Yo me encargo de Chang CiAn, y usted de los demás miembros.

—¿Por qué su insistencia de vengarse?— preguntó, cansado de tanta verbolea—. Ojo por ojo, ¿no? Si fuera como es, ¿no nos quedaríamos todos ciegos?

—Por eso, pero en mi caso, fue con el objetivo de usarme...

—Y lo que has hecho a lo largo de tu vida, ¿también debería de cobrarlo?— preguntó, triste.

—Por supuesto— dijo, ofendido—. Todo lo que hice no tiene razón alguna y por eso deben pagarlo...

—Xue Yang— dijo el Daozhang, acercándose a él.

El omega se tensó, sus ojos no dejaban de observar el negro de los ojos del alfa. Cuando se sentó el alfa a su lado, subió a sus muslos y se sentó, quedando pegado junto al mayor.

—Si lo hace, Daozhang— se acercó al oído del alfa—, seré suyo— lamió la oreja de esté.

Xiao XingChen giró su cabeza a otro lado y levantó a Xue Yang, sólo para dejarlo en su cuarto, en la cama del menor y se despidió de él con un "Buenas noches, A-Yang".

Volviendo a ti para corregir mi errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora