Capítulo XX. Propuesta.

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Xiao XingChen había llegado a la casa de ataúdes después de dos semanas. Pero en el camino se halló con Song Lan, caminaron juntos hacia la casa cuando de pronto, Song Lan le preguntó.

—XingChen, ¿alguna vez te has sentido diferente ante alguien?— preguntó, mientras sostenía su batidor de cola de caballo.

—¿Diferente?— preguntó el alfa blanco—. No sé a qué te refieres, ZiChen— dijo, confundido.

—A veces, estoy bien y, de repente, aparecen ante mí unos listones de colores— expresó con seriedad.

El Daozhang blanco paró de caminar.

—¿Hacia dónde?— preguntó, pensativo.

—Pues...— dudó un poco, algo muy raro en el alfa negro—. He caminado hacia donde me indica y cada vez me señala hacia la joven señorita.

Xiao XingChen se sorprendió por lo dicho de su amigo y sonrió. Por lo menos, no estaría solo.

—Sabes que significa...

—¡Daozhang!— gritó la niña, al tiempo que corría hacia Xiao XingChen.

El Daozhang blanco la abrazó cuando ella se tiró hacia él, la había extrañado igual que su amigo, pero no más como...

—Xue Yang— dijo, cuando lo miró en la puerta de la casa.

El mencionado aún seguía congelado en su lugar. Xiao XingChen sonrió y apartó a A-Qing de él para hablarle a Xue Yang.

—Daozhang— dijo la niña, curiosa—, ¿Qué es lo que lleva en esa bolsa?

El mencionado suspiró, no quería ver a nadie y no quería mostrar lo que tenía, pero al ver a Xue Yang con esa expresión, sólo le entregó la bolsa.

—Ya está hecho, A-Yang— dijo, al momento en que se perdía en el bosque a paso elegante.

Xue Yang lo miró irse. Cuando lo vio que desapareció en los árboles, desató la bolsa solo para que la niña saltará atrás y Song Lan viera con horror lo que contenía. Una mano de un hombre, al parecer mayor por las arrugas de este y un colgante que Xue Yang reconocía muy bien, el clan YueYang Chang. La izquierda, la misma que le había sido mancillada por el hombre, Chang CiAn. Sonrió, aunque en el fondo, quería ver como Xiao XingChen le había quitado un miembro de su cuerpo y reírse de la mala suerte que ahora caía en ese monstruo que se hacía llamar hombre.

—Ese Daozhang...— murmuró entre dientes—. Esta empezando a gustarme aún más— miró hacia dónde se había ido el mencionado.

Song Lan aún seguía impresionado hasta el punto de no saber si Xiao XingChen era el mismo que había conocido durante una cacería nocturna. Parecía más maduro, como si hubiese nacido en la más baja familia y hubiese crecido en las calles. Pidió hacer una digna sepultura a esa parte humana que tenía Xue Yang pero esté se negó, diciendo que era un regalo para él. Pensó en muchas maneras de aprovechar esa mano en su cultivo demoníaco.

No vio a Xiao XingChen en todo el día, así que lo esperó hasta que el sol se ocultó en el alto bosque en la montaña, no comió esa tarde y se mantuvo viendo el caramelo que había tenido desde que había partido el mayor. Su instinto lo hizo mirar hacia el bosque, la luna llena se veía reflejada en las ropas del alfa cultivador blanco. Sus ropajes flotaban por el viento primaveral, su cabello bailaba en la brisa y su piel de su rostro brillaba como la misma luna. Se veía imponente y Xue Yang sintió una punzada en su pecho y una agradable calidez en el estómago, al ver esa imagen frente a él.

Xiao Daozhang había estado meditando en el río, fuera del pueblo. De algo le sirvió la meditación, despejó su mente de todo lo que había pasado, aún recordaba lo que su maestra le había dicho un día, en que quería salir a conocer el mundo. Es muy fácil ceder a la tentación de ser alguien en el mundo, pero no lo será en volver al camino de la rectitud. Vaya que su maestra tenía razón, pero lo que había hecho era para salvar el alma de su amado omega. El lo amaba, no había duda y ahora, viviría con él como una pareja o, si se da la oportunidad, formarían una familia.

Volviendo a ti para corregir mi errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora