Capítulo XXII. Te amo, Daozhang.

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No llegó Xue Yang esa noche ni el día siguiente y así fue durante una semana. Xiao XingChen lo esperaba todos los días, ya sea con comida o sentado en la entrada de la cerca, pues Song Lan y él la habían echo durante la semana, y las plantas del huerto ya estaban en buen estado y listas para cosecharse. La encargada de ello era A-Qing, por lo que ella estaba ocupada en el huerto. A la hora de la comida, era un silencio incómodo de parte de todos los integrantes de la casa, pues ninguno hablaba, es más, para ser específico, Song Lan y A-Qing sólo se miraban alternadamente, cuando chocaban miradas se ignoraban y comían en silencio.

Un día, ya no pudo con eso, Xiao XingChen habló mientras comían.

—¿Sucede algo, ZiChen?— preguntó, preocupado.

Song Lan casi dejaba caer los palillos, pero se compuso y negó.

—No— dijo, evadiendo el tema.

—¿Y tú, A-Qing?— preguntó, amable.

Ella sólo se encogió de hombros.

—¿Cuándo volverá el bastardo?— preguntó ella, mirando el lugar de Xue Yang, junto a ella.

Xiao XingChen sólo negó con la cabeza, sonriendo con melancolía.

—Es un cobarde por no decir lo que siente, Daozhang— dijo, molesta—.

—Debe tener sus razones, A-Qing— dijo con tristeza—. Pero siempre tendrá un lugar donde quedarse, igual que yo— sonrió.

La niña sólo rodó los ojos, sonriendo. A-Qing, a pesar que se crió en las calles, aún tenía el deseo de ser importante para alguna persona. Miró a Song Lan y llevó una rebanada de manzana a su boca.

—¿Y usted, Song Daozhang?— preguntó ella, comiendo su rebanada.

Song Lan tomaba el té, cuando escuchó su nombre de parte de la niña, ya iba arrojarlo en la mesa. Nervioso, eso era lo que notaba Xiao XingChen de parte de su amigo. Sonrió y terminó de comer.

—Bien— dijo, mientras se levantaba de la mesa—. Gracias, A-Qing, por la comida— hizo un leve asentimiento de cabeza.

Cuando Xiao XingChen fue a la cocina, sólo quedaron Song Lan y A-Qing en el comedor. Song Lan no se sonrojaba fácilmente, sólo mostraba nerviosismo en sus manos y la niña terminó de comer.

—Deje su plato en la cocina, lo lavaré después— dijo, yendo hacia la cocina con el mayor de blanco.

Xiao XingChen salía de la cocina cuando ella llevaba su plato.

—Saldré un momento, A-Qing— dijo, mientras tomaba su espada y su bastidor de cola de caballo.

—¿Irá a buscar a Xue Yang?— dijo la niña, preocupada.

—No ha venido en días y...— trató de excusarse.

—Vaya con cuidado, Daozhang— sonrió—. Y cuando encuentre a ese bastardo...

—A-Qing.

—Dele una paliza de mi parte— rió, divertida.

El cultivador de blanco sonrió con gentileza. Fue a la puerta, donde se hallaba su amigo, quien estaba perdido en sus pensamientos.

—ZiChen, habla con ella— dijo, mientras le daba unas palmaditas en la espalda a Song Lan, este lo miró, sorprendido—. Estas muy distraído...

—Perdón por tu preocupación— dijo, haciendo su saludo ante su amigo.

—Si hay algo que necesitas saber, puedes decirme— dijo, sonriendo con gentileza—, o si quieres saber algo de mi parte, igual...

—¿Irás a buscarlo?— preguntó, mirando hacia la entrada del pueblo—. Tiene suerte por tenerte— dijo, con la mirada baja—, desafortunada será mi compañera de cacería...

Volviendo a ti para corregir mi errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora