Capítulo XXV. Te protegeré.

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En LanLing Jin, Jin GuangYao se levantó de su cama e hizo sus deberes de líder, ya era hora de ver a Xue Yang después de hace una semana de saber su paradero. Al caer la tarde, avisó a sus sirvientes que se ausentaría por un asunto privado de su parte, e incluso, a su esposa le dio aviso y besó a su pequeño Song, prometiendo volver pronto.

Al querer emprender su viaje en espada, uno de los sirvientes suplicaba a alguien que se detuviera, que no ponía irrumpir así la Torre Dorada. Jin GuangYao pidió que se detuviera y el sirviente hizo una reverencia y se marchó, dejando solos a esa persona y al líder de la secta.

—Er Ge— saludó, inclinándose ante la persona, quien lo detuvo con sus manos la reverencia, como era habitual—, ¿Qué le trae a mi humilde morada?— dijo con gracia, una virtud que tenía desde niño.

Lan XiChen dudó un poco y soltó al líder de vestimenta dorada. Su semblante era de preocupación, lo cual extrañó al líder de secta.

—¿Sucede algo, Er Ge?— preguntó, preocupado igual y le ofreció asiento en el salón de té, pero el de ropas azules le interrumpió.

—¿Dónde irás, A-Yao?— preguntó con su habitual amabilidad y su sonrisa tranquilizadora.

Jin GuangYao se sorprendió pero borró esa expresión por una sonrisa encantadora.

—Iré a un asunto, no es...

—El asunto, ¿acaso es familiar?— preguntó, interrumpiendo al joven.

—Se podría decir que sí— dijo, sonriendo, ocultando su nerviosismo.

Lan XiChen notó aquello, pues leer las expresiones de su hermano le hacían saber cada uno de los gestos de los demás.

—Puedo ir contigo, A-Yao— propusó.

—No— dijo, nervioso, pero se compuso—. No es necesario, Er Ge.

—Escuché que su alumno invitado ha desaparecido, ¿Ya ubicaste su paradero?— insistió.

Jin GuangYao se sorprendió por ello. Pero la pregunta es, ¿cómo se enteró de ello? La respuesta era simple: lo visitó una diosa roja a sus aposentos y notificó los planes del líder de la secta Jin. Lan XiChen no podía creerlo y ella le hizo una pregunta: ¿Tanto confías que quedarías ciego para no ver la verdad frente a ti? Esa simple pregunta le hizo dudar y ahora lo confirmaba. Jin GuangYao, sorprendido y conmocionado por su hermano jurado, temió por su seguridad y trató de sonreír una vez más.

—Er Ge, por favor no insista— dijo, volviendo a inclinarse para ganar el favor del líder Lan, pero no lo hizo, en cambio, Lan XiChen detuvo su reverencia.

—Por favor, A-Yao— dijo con súplica en sus ojos—. Déjame ir contigo.

Jin GuangYao podía soportar todo, menos esa expresión de tristeza del hombre que amaba. Si, lo amaba, pero él se negaba a que su secreto se viera descubierto sólo por acceder a su corazón. No podía ceder a esa súplica.

*****

—Gege, más despacio— gimió el joven, quien estaba de cara al techo.

—Deja de llamarme así, A-Yang— dijo con advertencia el mayor—. Puedo...— se sonrojó—. ¿Necesariamente tengo que decirlo?— preguntó, avergonzado.

—¡Ah! No lo eches a perder, Gege— replicó el muchacho.

Ambos estaban en el techo de paja, siendo noche y Song Lan y A-Qing dormían en sus cuartos. Xiao XingChen embistió aún más a Xue Yang, mientras éste reía por la expresión de vergüenza de su esposo.

Volviendo a ti para corregir mi errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora