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El mismo cielo.

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Veía mis manos, sentado en aquel sofá mientras que mi pierna se movía rápidamente de arriba a abajo, de una forma nerviosa. Estaba inquieto, y con muchos pensamientos recorriéndome, la ansiedad me carcomía. No era nada de fácil esto que estaba enfrentando pero tampoco quería imaginar el daño colateral que mi presencia estaba creando. Veía como aquella mujer de cabello de negro azabache estaba sentada en su comedor, junto a mis compañeros. Tres personas animadas, hablando y compartiendo recuerdos de los últimos años. Alessandra era como mi mano derecha y jamás imaginé que su hija era la persona a la que más ame. Ahora que la veía, que la veía de una manera detenida, podía ver sus facciones faciales y en cómo si había parecido en sus tres hijos. Cada ves que la veía, veía a través de ella a la mujer que conocí años atrás, a la que me brindó su amistad y su compañía. Natasha estaba en mis pensamientos, no podía sacarla de ahí. En cómo debió ser estos últimos años para ella, en la familia que siempre soñó tener y ahora la cual no podrá cuidar. No sentía mi ojo humedecido, no lloraba, no transmitía tristeza y me dolía más no poder demostrar mi emoción de dolor.

Suspire, recostándome y arqueando mi espalda en el sofá, sintiendo la tensión recorrer cada parte de mi cuerpo. Era tanta que no podía dormir bien, estaba cansado y lidiando con cada uno de mis pensamientos. La puerta de la casa de Alessandra se abrió, dejando ver con claridad aquellas dos mujeres, rubias y de ojos azules. Vi como de reojo Sarah me miro, como ni siquiera me sonrió pues parecía enfocada en buscar a alguien más en esta habitación. Cambie mi mirada cuando visualicé aquellos ojos esmeralda, me miraron de forma penetrante y dejando ver tantos sentimientos de los cuales no tenía responsabilidad. Stephanie estaba parada en el margen de la puerta, esperando mi cercanía, pero tan solo escuché varios pasos de la segunda planta de esta casa y la mantuve aislando, sintiendo el ambiente tenso. Observe cómo Sarah miró fijamente a Alessandra, acercándose al pequeño comedor que había ahí, el silencio que inundó la habitación fue sumamente incomodo, tanto para ellos como para mi, pues no entendía el por qué de la tensión de estas dos mujeres. Las observé a ambas, viendo como incluso Manuel y Cole las miraron con incomodidad.

—¿Dónde está?—Sarah se dirigió rápidamente a Alessandra, quien se quedó pasiva en su silla observando como su compañera o ex compañera, la miraba con una gran actitud.—Se supone que este en la enfermería, Alessandra.—le dijo Sarah, disminuyendo su actitud mientras que más pisadas se escucharon desde la planta de arriba.

—¿Por qué?—pregunto Alessandra, levantándose de la silla mientras que todos pusimos nuestra atención en la chica que bajaba las escaleras de la casa. Me quede cautivado en ver cómo Aliana bajo con cuidado, en cómo ni siquiera me miro pero en cómo ella parecía incomoda con tanta presencia. Su cabello estaba en una coleta alta, mientras que tenía una camisilla color negra y unos pantalones ajustados de un color azul oscuro, algo desgastado y esas botas del mismo color de su camisa. Sus pecas se reflejaban junto a sus ojeras, pero sus ojos verdosos era lo más cautivador.

—Sus heridas, pueden empeorar.—habló Sarah de una forma dificultosa cuando presenció a Aliana, quien se quedó parada frente a las escaleras, a unos centímetros de Stefanie y Sarah, quienes la miraban extraña e incomoda.

—¿Estás segura que es por eso?—mi piel se erizo cuando escuche la ronca voz de Aliana dirigirse por primera vez a estas personas pero más a Sarah, a quien Aliana se le acercó, sin ni siquiera percatarse de mi, o de la chica rubia detrás de Sarah que la miraba con mucha más incomodas.—Puedo moverme excelente, puedo descansar desde aquí.—argumento ella, mientras que ambas chicas se miraban fijo, se veía un desafío en sus ojos.

𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐨𝐦𝐨𝐬── 𝐀𝐥𝐢𝐚𝐧𝐚 𝐆𝐫𝐢𝐦𝐞𝐬 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora