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Mi corazón aún late.

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El regreso de Carl Grimes

Me mire en aquel espejo, mientras que me colocaba aquella camisa con suavidad, tapando la gran cicatriz que yacía en mi abdomen. Suspire, mirando mi cabello y peinándolo con cuidado con mis dedos, lo desenredé. Coloque mi cinturón con fuerza, esperando que mi arma y mi navaja no se cayeran de ahí, mientras que por encima de mis brazos coloqué mi chaqueta color negra con aquel diseño. Tres círculos como símbolos representaban mi comunidad, representaban donde vivía, donde he vivido estos arduos seis años. Visualice cómo vellos faciales empezaban a a notarse nuevamente en mi cara, con molestia me mire, no me gustaba portar barba. Acomode con cuidado aquel vendaje, tapando mi gran cicatriz y hoyuelo ante la pérdida de mi ojo. Con cuidado abrí la puerta de aquella grande habitación, dejando la cama desatendida. Las voces a las afueras se podían escuchar desde aquí, mi comunidad era demasiado activa, no era algo que me molestaba pero rara la vez sucedía algo que afectara nuestro círculo, había mucha paz. Me serví un vaso de jugo de china, sintiendo el gran silencio que había en esa casa donde yo residía. Mis pensamientos cada mañana iban al mismo sitio en cuanto sentía el silencio, en cuanto sentía el vacío dentro de mi, ¿dónde están ahora?

Era lo único que me preguntaba pero la respuesta era agria, ya no están en esta vida. Deje el vaso de cristal aún lado, visualizando a través de las ventanas a las personas, caminando y viviendo su vida plena en una gran tranquilidad. Me quede por un momento visualizándolos, era una rutina que me bombardeaba, que me mataba cada día que despertaba. Las cosas no parecían cambiar pero aquí era donde vivía y no había nada que pudiera ser, la única alternativa era irme pero allá afuera ya no había nada que encontrar para mi, todos los que algún día ame, ya no estaban. Suspire, me había costado seis años poder acoplarme a la idea que estaba solo en este mundo, que no había nada por lo cual luchar o buscar, había perdido todo en un abrir y cerrar de ojos. Fregué aquel vaso, viendo varios libros tirados en el sofá, fui a recogerlos y ordenarlos, a lo que no tarde en salir de mi hogar, retomando el fresco aire en mi rostro. Pise la acera, sonriendo y saludando a mis vecinos que pasaban por mi lado. Esto era una burbuja, un ciclo que se repetía. Continué caminando, escuchando charlas, escuchando voces hasta que esa chillona voz grito por los alrededores de la comunidad.

—¡Carl no me ignores!—continué dándole la espalda a esa traviesa niña que me seguía a cada rincón que iba, sonriente caminaba pero sentí sus manos atrapar mi chaqueta.—Oye, eso es inmaduro.—visualice a mi lado a esa pequeña rubia, con dos coletas en su cabello.

—¿Por qué nunca vas con los niños de tu edad?—le pregunté curioso, caminando con ella por las aceras.—¿No te basta con que seamos vecinos?—veía en su rostro la molestia de mis palabras pero solo la molestaba.

—Los demás niños no me agradan, dicen que le cuento todo a mi mamá, ya no quieren que sea parte de su grupo.—me comentó algo entristecida por eso.—Están enojados porque mi mamá no pudo salvar al papá de Michelle, dicen que es una perdedora y que yo también lo seré.—me detuve en seco ante esas palabras, visualizando como ella se detuvo cabizbaja.

—Sammy, no sabes lo grandiosa que eres. Ellos se lo pierden.—le anime, colocando mi mano en su hombro y viendo como ella me sonrió.—Cuando ellos vean que sabes usar un arma, te tendrán tanto temor que querrán ser tus amigos de nuevos. Yo me encargaré de enseñarte.—le sonreí, viendo como ella animadamente asintió.

—No vas enseñarle a mi sobrina a usar un arma, mi amor.—giré ante escuchar aquella voz y esos pasos que hicieron que captaran su presencia, sonreí visualizando esos ojos esmeralda mirarme y ese corto cabello rubio estar amarrado en una corta coleta.—No sin mi permiso.—vi como ella se acercó a mi con esa sonrisa, poniendo sus labios en un pico, mientras que ambos los rozamos, en un beso.

𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐨𝐦𝐨𝐬── 𝐀𝐥𝐢𝐚𝐧𝐚 𝐆𝐫𝐢𝐦𝐞𝐬 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora