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Lo que la ausencia dejó.

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Aliana Johnson

Mis ojos estaban grandemente abiertos, mirando el fijo techo de aquella habitación que me pertenecía desde hace años. Las finas sábanas blancas cubrían mi desnudó cuerpo mientras que sentía algo de la brisa fresca adentrarse por la ventana media abierta, permitiendo también que la luz de la luna la cual se había colocado en su tope más alto, alumbrara mi habitación junto a una pequeña lámpara a mi lado, en aquella mesa de noche. Me levante del borde de la cama, deslizando las sábanas por mi cuerpo, y cerré los ojos, recordando como sus labios se plasmaron en cada parte de mi piel. Recordaba el tacto de las yemas de sus dedos acariciarme o como apretaba su cuerpo contra el mío, como me hacía suya como si le perteneciera. Mi cuerpo se encontraba algo cansado, por la falta de sueño y de alimentos, me sentía débil y también de una manera mental. Me levante, caminando desnuda por aquella habitación para encender el grifo de mi ducha, deseando tomar un corto baño para refrescarme. Las gotas tibias recorrían mi cuerpo, teniendo en mente tantos pensamientos que me eran imposible dejar de pensar. Aún no era capaz de asimilar la actualidad en la que estaba viviendo y en cómo el tiempo había pasado en un pestañeo.

Se sentía como ayer el día en que llegue aquí, en que recorrí las calles de esta comunidad por primera vez, cuando llegue andrajosa y siendo una maliciosa adolescente de apenas quizás unos quince años. Limpiaba mi cuerpo con aquel jabón, pensando en las personas que ya no estaban aquí, y entre ellas, aún no podía asimilar la reciente muerte de mi compañero más leal, sin importar que en un tiempo no éramos correspondientes a nuestra lealtad, él siempre estuvo ahí. La mirada de Jayden aún estaba en mi mente plasmada, y cerraba mis puños cuando veía cómo caía por aquel risco, como murió justo en frente de mi, como otras personas y es que al final todo era igual, no había podido hacer lo posible por salvarles. Continuaba bajo aquel grifo, recorriendo mis pensamientos y dándome cuenta de que la única recompensa de esto es que yo había crecido, tanto mentalmente como físicamente y era capaz de asimilar más de lo que antes no podía. Ya no era una niña y me costaba mucho creerlo, a penas parecía ser ayer cuando supe que seria madre, cuando creí que no podría y ahora, mi vida no tendría sentido sin ellos y es que el tiempo en que no estuve a su lado, sentí que no tenía sentido nada de lo que hacía.

Seque mi cuerpo con aquella toalla, seque mi rostro y sentí como me invadía una gran depresión por cada extremidad. La tristeza vivía en mi, había perdido mucho en tan poco tiempo y ahora solo me quedaba lo que tenía, y el saber que no podíamos estar en paz; me aterraba. No temía en morir con tal de salvar a quienes amo, temía en verlos morir por no poder solucionar lo que nos pesaba a tiempo. Cepille mis dientes, y es que había tomado una siesta luego de aquel encuentro sexual en la tarde de hoy, ahora no dormiría hasta más tarde y es que de todas formas a penas la noche había caído. Suspire y cerré mis ojos cuando sus brazos recorrieron mis caderas, cuando sus labios besaron mi espalda, sintiendo como mi piel se erizaba como la primera vez que lo tuve. Lleve mis manos a su cabello, lo acaricie y sonreí mientras él aún estaba detrás de mi, aún no podía creer que estaba aquí junto a él, que volvía a tenerlo, y es que también pensé que jamás volvería a sentir sus brazos, esos que me hacían sentir segura. Me giré, dejando que mi toalla nos separara de sentir su cálida piel, lo abrace, con necesidad y sonreí mientras él no era capaz de verme, mientras disfrutaba este momento como si fuese acabarse pero es que ya nada era seguro, ni para mi, ni para nadie.

—¿Qué tienes?—me pregunto cuando me desprendí de su abrazo de manera delicada, alejándome de él y bajando la mirada, saliendo del baño, sintiendo como la tristeza me invadía la mente.

𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐨𝐦𝐨𝐬── 𝐀𝐥𝐢𝐚𝐧𝐚 𝐆𝐫𝐢𝐦𝐞𝐬 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora