Una fuerte brisa soplaba, las hojas de los árboles se movían por esta, algunas hasta separándose de sus ramas y siguiendo el camino del viento.
Era una noche fría, nadie lo podía negar. Pocas personas transitaban en la calle debido a la hora en los relojes, era tarde. Las 11 : 03 p.m.
Las pesadas nubes tapaban la brillante luna del cielo de Wisconsin.
Ese 4 de abril del 1978 fue uno oscuro y frío para muchos, no solo por el nocturno clima o el sombrío viento.
Unas negras botas avanzaban por la helada calle de donde se encontraban, pisando charcos, no tan profundos, de vez en cuando.
Y en dichos charcos que aveces que aveces aparecían, caían múltiples lágrimas, proveniente de la dueña de aquel calzado negro.
Los verdes y llorosos ojos de Camila se pasaban de lado a lado, con sus pies jamás parando de caminar.
A pesar de estar llorando, su respiración era tranquila. Porque, a pesar de ser tan duro...ella sabía que esto era lo correcto.
Pronto, se detuvo, cuando frente a ella ve un edificio alzándose a su frente. La estructura compuesta por concreto y madera, pintada de un opaco blanco, con pocas ventanas en sus paredes. De tres simples pisos, con el nombre de la institución plantado en el segundo de esta.
Orfanato Lesters North.
Camila pasó saliva dificultuosamente observando el edificio, notando lo sombrío que era este. Luego de suspirar, volvió a caminar hasta que llegó a las pequeñas escaleras de madera, las cuales subió y la llevaron a una puerta que duró unos segundos mirando.
Perdiéndose en sus pensamientos, y derritiéndose en sudor, duró varios minutos tan solo viendo fijamente a la puerta. Hasta que, soltando otro suspiro, pasó por ella físicamente fácil, y mentalmente difícil.
Quedó parada en la recepción del orfanato, todo estaba apagado y nadie circulaba por el lugar, todos dormían. O eso era lo que parecía, ya que desde una lejana sala, logró escuchar dos bajas voces.
Apretó sus puños con fuerza, ignorando las voces y dirigiéndose a las escaleras de madera que dirigían a los siguientes pisos, empezando a subir con sus temblorosas piernas.
Cientos de pensamientos se cruzaban por su cabeza mientras subía. Cientas de palabras dichas alguna vez por las pocas personas que amaba.
Pronto pasó a las escaleras que llevaban hacia el tercer piso, ignorando el segundo por completo. Aún subiendo, escuchó algo que la dejó paralizada.
Fue una tos. Una terrible y desesperante, que en aquellas noches siempre hacía a los niños del tercer piso rugir de la molestia por no poder dormir.
Camila parpadeó, luchando por convencerse de que no era momento para detenerse. Así que, afligieneo su garganta, subió.
Las tos se hacía cada vez más clara mientras más escalones subía, poniéndola más nerviosa. Llegó al tercer piso, el más sombrío de todos, las bombillas de ahí nunca funcionaban.
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D a g g e r { m.w }
أدب الهواةLa castaña lo voltea a mirar con sus labios fruncidos, confundida y molesta. -¿Quién es ella?- El pelinegro suspira, girando su cabeza para ver, a lo lejos, la chica que reía y saltaba por todo el lugar. -Ella es Dagger...la que lo cambió todo-