TRES

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Natalia terminó de atar las agujetas de su bota cuando escuchó que Wanda se acercaba. La castaña tenía las ojeras marcadas en morado y los ojos rojos. La pelirroja y Barnes se observaron intrigados por unos segundos.

―Nos enteramos del deceso de tu hermano, puedes tomarte el día libre si...

La rusa no pudo terminar de hablar porque se vio empujada por los poderes de la sokoviana. Wanda levantó un brazo haciendo que su entrenadora se estrellara contra la pared más alejada de la sala de entrenamiento. Natalia gimió de dolor por el golpe en su cabeza, fue el que más la fastidió por encima de las demás magulladuras. Intentó moverse, pero parecía estar pegada a la pared por la energía escarlata de Maximoff.

James avanzó para abrazar por detrás a la joven, pero ella estaba furiosa. El hecho de haber visto a ambos en esa sala le recordó lo que había visto la noche anterior. Que Romanova mencionara a su amado hermano fue la gota que colmó el vaso. Con su mano libre, Wanda envió algo de energía hacía sí misma, con el objetivo de que la atravesara y lograra apartar al hombre que la quería inmovilizar por atrás. El Soldado de Invierno salió disparado hasta el otro extremo de la sala.

Varios guardias ingresaron con la intención de contener a la castaña. Natalia forcejeó de vuelta sin lograr nada.

―¡Retírense! ―ordenó finalmente―. Déjenme a solas con ella. Tú también, Barnes.

Wanda levantó la otra mano. Se estaba agotando. Poco a poco, sintió que sus poderes desaparecían y terminó arrodillada en el piso, con una gran sensación de decepción por no haberle hecho más daño a la pelirroja.

Natasha aterrizó con las piernas flexionadas. Se tocó la parte trasera de la cabeza, distinguiendo algo de sangre en su mano. Sintió unas enormes ganas de abofetear a la joven, pero se contuvo al recordar los golpes fuera de los entrenamientos que recibió cuando fue instruida por la KGB.

―¿Estás más tranquila? ―inquirió la rusa.

Wanda negó. Estaba llorando de nuevo.

―Puedes tomarte el resto del día libre.

―¿Por qué lo hiciste? ―preguntó recordando lo mal que se sintió al estar en la mente de Barnes y darse cuenta de que él disfrutaba el encuentro con la pelirroja―.Pudiste acostarte con cualquiera en este lugar.

―Necesitabas una lección, quizá no fue el mejor momento, pero ya no puedo cambiar lo sucedido. Solamente fui una mujer más en su cama.

Wanda cerró los ojos e intentó entrar en la mente de Romanova. Salió en cuanto confirmó lo que ella le había dicho. Natalia había querido provocarla para que pudiera luchar contra el Soldado de Invierno.

―No vuelvas a hacer eso ―se quejó la espía, pues la invasión en su mente le comenzó a provocar cefalea.

―Tenía que verlo.

―No lo entiendo ¿sabes? Antes de ilusionarte con un hombre como Barnes ¿por qué no intentaste leer su mente? Eso te habría ahorrado mucho.

―Estaba cómoda con lo que tenía. No necesitaba saber más.

―Pues tienes que cambiar de mentalidad. Tienes que hacerte más fuerte y lista. Deja de pensar que el mundo te debe algo por tu triste pasado, porque no es así. Tomaste la decisión de unirte a HYDRA para buscar la oportunidad de vengar lo que te sucedió, no dejes que algo como el amor adolescente te distraiga.

―¿Por qué insistes en eso?

―Hubiese deseado que alguien me lo advirtiera a mí cuando tenía tu edad. De cierta forma, la pérdida de tu hermano te liberó, ya no hay nada que puedan usar para lastimarte. Claro, si dejas de pensar en Barnes.

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