CATORCE

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 ―Acompáñame a la cama―pidió el rubio, recostado contra el marco de la puerta.

La pelirroja cerró la laptop y se acercó a él.

―Créeme que desearía quedarme, pero debo estar temprano en el Triskelion ―dejó un beso en su mejilla―. Por el momento, puedo decirte que parece cierto que Amy está embarazada.

Rogers la tomó de la cintura.

―La verdad es que no desconfiaba de eso. No fue fácil para ella venir a verme.

―Es un tema delicado. Ten cuidado ¿si? No serías el primer hombre al que engañan para quitarle dinero.

―¿Por qué siento que tienes algo más qué decir?

―Tal vez no te guste escuchar mi punto de vista.

―Quizá no me guste, pero quiero escuchar lo que piensas.

―Bien. En mi opinión, eres un blanco muy fácil. Vienes de otro tiempo y cualquiera que comprenda todo lo que eso significa puede engañarte. Estoy segura de que tu sentido de responsabilidad es lo que te obliga a ayudar a Amy sin tener pruebas de que eres el padre de ese hijo.

―Entonces ¿otro hombre elegiría dejarla desamparada hasta que ella probara su paternidad?

―Así es. Amy podría haber buscado ayuda de sus familiares o de alguna organización al tener dificultades económicas. Supongo que no trabaja.

―Tuvo que dejar de hacerlo. No quería que el estrés afectara al bebé.

―Eso es muy conveniente. Llega hasta aquí y tú le pagas lo que desea.

―Me sentiría peor si la ignoro y la prueba da positiva que si la ayudo y resulto no ser el padre.

―Lo entiendo. También tienes la opción de que ambos firmen un acuerdo legal. Puedo hablar con algún abogado para que prepare un documento que la obligue a devolverte todo el dinero invertido en ella en caso de que no seas el padre de su bebé. No se negará a firmar si está segura de que el hijo es tuyo.

El rubio prometió pensar en la oferta. No estaba seguro de querer involucrar a abogados, pero tenía que pensar en sus opciones. Natasha abandonó el departamento de Rogers cerca de la media noche. No le pasó desapercibido el sonido de la puerta cerrándose cuando estaba a la mitad de su camino en el pasillo hacia el elevador. Hizo una mueca de irritación antes de regresar sobre sus pasos y tocar el timbre de la agente Carter.

Con la ayuda de los micrófonos, Natasha había escuchado varias conversaciones entre la agente Carter y Rogers. La enfermera solía ir a charlar con él cuando ella no estaba, utilizando la excusa de necesitar el lavarropas del supersoldado. La idea de la rusa para despertar sospecha en Steve había terminado con Sharon yendo con más frecuencia al departamento de Rogers.

―Hola, Natasha ¿cierto?

La rusa asintió con una sonrisa fingida. No necesitaba mucho para darse cuenta de que la rubia tenía un interés romántico en Steve. Por las charlas entre ellos, parecían tener muchas cosas en común que con el tiempo podría desembocar en un enamoramiento mutuo. Situación que interferiría con sus planes de mantener vigilado y manipular con facilidad al supersoldado. Así que por mucho futuro que viera entre los dos, tendría que hacer algo para mantener la distancia entre ellos.

―¿En qué puedo ayudarte? ―preguntó la rubia.

Ella se cruzó de brazos.

―Supongo que leíste mi expediente y estás al tanto de que soy excelente en operaciones encubiertas ―comentó.

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