CUATRO

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Rogers ingresó a la oficina de Fury después de haber sido llamado de urgencia para otra misión. Sabía que era importante porque acostumbraban darle unos días de descanso entre asignaciones.

―¿Para qué soy bueno? ―inquirió permaneciendo detrás de la silla frente al escritorio del afroamericano con parche en el ojo.

―Surgió de último momento. Agentes de la CIA y de la INTERPOL estaban trabajando en el caso del secuestro de las hijas de un embajador americano en Asia. Nos pidieron que uno de nuestros agentes colaborara después de que rastreamos el paradero de las niñas en el oeste del país ―observó su reloj en la muñeca―. Hace media hora se perdió la comunicación con el equipo de rescate. Creemos que están muertos o fueron sometidos.

―¿El lugar está rodeado?

El jefe asintió.

―Pero sin llamar la atención de la prensa. Recibí una llamada del secretario, los de SWAT no pueden entrar para lidiar con esto y los militares tardarían demasiado. Quieren que intervengamos.

―¿Hay un equipo listo?

―Siete agentes listos. Es todo lo que conseguí en poco tiempo ―lamentó.

El rubio comenzó a pensar en la información que necesitaba para armar un plan adecuado para la situación.

―Haré que funcione ―aseguró con expresión seria.

Nick estuvo satisfecho con las palabras del capitán.

―El quinjet te está esperando en la zona de despegue.

―Entonces es momento de partir. No hay tiempo que perder ―se retiró con paso apresurado.

El capitán América subió al quinjet y saludó al equipo allí adentro.

―Pónganme al tanto de las personas que tienen a las niñas ―pidió cuando la compuerta se cerró por completo.

~<>~

La pelirroja permaneció en su escondite mientras esperaba que alguien se acercara por el pasillo que estaba cerca. Su equipo había caído en una trampa de la que se había salvado gracias a su habilidad de rápida respuesta.

Estaba sola y no podía arriesgarse a comunicarse con el exterior ya que revelaría que existía una persona del equipo de rescate que seguía con vida. Aquello no le convenía al tener intenciones de atacar por sorpresa. Había esperado que su equipo estuviera mejor preparado. Se suponía que ella los acompañaría para que, al finalizar todo el proceso, el embajador no pudiera reclamar que las organizaciones más influyentes no hubiesen participado en el rescate.

En ese momento, se hallaba en la segunda planta. Para llegar hasta allí  acabó con tres hombres fuertemente armados. Luego, había elegido deslizarse por el ducto de los elevadores bajando diez pisos hasta alcanzar el nivel de la zona con más concentración de calor en el edificio.

Los pasos de uno de los hombres de la organización criminal la hicieron ponerse en alerta. Esperó a que pasara al lado de su escondite para salir con cuidado y golpearlo en la nuca con su pistola. El cuerpo del hombre cayó haciendo ruido y la pelirroja corrió en dirección a los pasos que se acercaban para investigar el origen del sonido. Dos hombres más corrían en su dirección. Tomó impulso y saltó encima del hombre de la derecha para golpearlo con los codos en la cabeza y hacerlo caer. Se movió justo a tiempo, logrando que una bala pasara rozando su brazo, sin hacerle mucho daño. Lo último que el otro hombre vio fue el pie de la mujer, acercándose para darle una potente patada.

―De pie y manos a la nuca ―gritó un recién llegado apuntándola con un arma bastante grande.

Ella dudó unos segundos. El hombre calvo y moreno la observaba realmente molesto, dispuesto a tirar del gatillo. Sería más difícil moverse con una bala adentro, así que obedeció de mala gana. Otro hombre, menos robusto y más entrado en años, se acercó para esposarla con las manos hacia atrás. Le quitó sus armas y su cinturón con artefactos.

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