VEINTINUEVE

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Steve despertó encerrado en una celda con reja negra y paredes de concreto oscuro. Había un inodoro plateado en un rincón, foco del mal olor en el ambiente.

―Ya era hora de que despertara, capitán ―una voz artificial resonó dentro de la celda.

El rubio se levantó del camastro en el que estaba. Llevó sus manos a los barrotes e intentó forzarlos con su fuerza sobrehumana. Probó con cada par buscando un punto débil.

―Saldré tarde o temprano ―espetó buscando su escudo con la mirada.

―Lo dudo mucho.

―¿Por qué estoy aquí?

―Para demostrarle al mundo que el gran capitán América murió hace muchos años. Ahora solo queda un hombre que no es capaz de pensar más que en su propio beneficio.

―¿De qué hablas?

Afuera solo pudo distinguir más celdas vacías. Escuchó pesados pasos aproximarse hasta él. Reconoció uno de los trajes de Stark, estaba dañado y tenía tonos grises.

―Tendrás que elegir ―Ultron le mostró la imagen en una tableta electrónica.

Romanoff y Hill habían sigo capturadas. Las dos estaban atadas a una silla, con mordazas en sus bocas. Dos trajes más de Stark tenían las palmas apuntadas en dirección a sus cabezas, lo que era el equivalente de apuntar a alguien con un arma poderosa.

―En unos segundos, verás los sesos de ambas esparcidos en todo el lugar. A menos que elijas salvar a una de ellas.

Steve contuvo el aliento. No había esperado que lo pusieran en semejante situación. Cerró los ojos, repitiéndose mentalmente que lo que sucedería no sería su culpa. Él no estaba apuntando un arma. Estaba encerrado. Retrocedió algunos pasos para después regresar corriendo en dirección a los barrotes con su hombro derecho por delante. A pesar de usar todo su peso, solo consiguió lastimarse. Gruñó adolorido, pues su brazo se había dislocado.

La risa de Ultron lo hizo mirar en su dirección.

―Están hechos de vibranio, así que no podrás romperlos.

―Déjalas en paz.

―Paz... Eso es lo que tendrá la que reciba su final. La otra será testigo de la destrucción del mundo tal como lo conocemos.

El supersoldado apretó los dientes.

―¡Suéltalas!

―¿A quién eliges salvar? ¿A la correcta agente Hill que siempre ha seguido las reglas establecidas por sus superiores o a la espía rusa que te engañó haciéndote creer que le importabas? Diez... Nueve... Ocho...

―¡Suéltalas! ―repitió con furia.

Ambas mujeres comenzaron a derramar lágrimas mientras intentaban liberarse para sobrevivir.

―¡Despierta! ―Barnes lo movió al notar que su amigo rubio tenía la frente sudorosa mientras dormía.

Rogers abrió los ojos agitado. Tardó un minuto en ubicarse. Se había quedado dormido mientras esperaban la llegada de los demás vengadores al lugar neutral desde el cual operarían.

―¿Estás bien? ―preguntó Bucky.

―Sí ―pasó una mano sobre su rostro―. El sueño parecía demasiado real.

Clint llegó hasta la habitación con expresión sonriente. Estaba satisfecho por haber logrado comunicarse con Romanoff utilizando un medio que no podrían interceptar fácilmente.

―Está hecho, Steve. Natasha ya está al tanto de lo que enfrentamos.

El de barba asintió en agradecimiento. Realmente había deseado llamar a Natasha, pero no quería ayudar a que la localizaran. Ultron podía estar en cualquier lugar y no tenía duda de que buscaría la forma de detenerlos antes de que ellos averiguaran lo que él quería.

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