DIECINUEVE

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Rogers se limpió el sudor de su frente pasando una mano vendada encima. Su respiración estaba agitada y el sabor de la sangre en su boca lo obligó a tragar saliva. Los gritos a su alrededor lograron que se irguiera y levantara sus puños para reanudar la pelea. El público comenzó a mover las paredes de la jaula donde estaba. Su contrincante era mucho más corpulento. No dejaba de observarlo con una sonrisa burlona por los golpes que ya le había dado. El hombre escupió a un lado y se acercó para darle un puñetazo. Steve se dejó golpear unas cuantas veces más antes comenzar a ganar la pelea. Con el tiempo había aprendido que obtenía más dinero cuando los apostadores creían que perdería y aumentaban el dinero de la apuesta en su contra. Su oponente terminó en el piso mientras que él abandonó la jaula.

Ignoró los ofrecimientos de diversión y alcohol de camino a la habitación donde había dejado su ropa. Se vistió lo más rápido que pudo y se limpió la sangre del labio frente a un espejo. Su barba hizo un poco más dificultoso el trabajo. La había dejado crecer para que no lo reconocieran, así como había cambiado a un corte diferente con el cabello más largo.

¿Quién hubiera dicho que terminaría ocultándose de las autoridades con Wanda y Sam?

Después de que una de las misiones con los nuevos del equipo fallara estrepitosamente, el Secretario de Estado se había presentado en la nueva base para enseñarle una propuesta de Ley que llevaría al congreso. La llamada Ley de Registro de Superhéroes tenía como objeto el que toda persona con alguna habilidad especial estuviera en una base de datos exclusiva. El gobierno tendría que tener acceso a toda la información de las personas que aparecieran allí. Aquello significaba que se terminaría con el anonimato de los superhéroes. Si bien, el grupo de los Vengadores era conocido en todo el mundo, existían personas con dones que utilizaban sus poderes para ayudar a los demás y no deseaban ser conocidos.

Rogers fue uno de los primeros en oponerse a la propuesta de esa Ley cuando explicaron que las personas registradas debían seguir órdenes del gobierno si querían utilizar sus habilidades. Pensaba que, aunque tomaban decisiones que acostumbraban tener daños colaterales, solamente ellos y no otros, debían asumir las consecuencias de sus propios actos.

El equipo se dividió ante la decisión de aceptar o no apoyar públicamente la propuesta. Todo empeoró cuando dos situaciones los pusieron entre la espada y la pared. Por un lado, un grupo de terroristas tomó como rehenes a ministros de varios países. Por el otro, había un alterado causando destrozos en Chicago, reportándose algunos oficiales heridos de gravedad y dos muertos. Las órdenes oficiales fueron de que todos los Vengadores debían ayudar en el primer problema. Steve se negó a dejar una ciudad repleta de civiles desamparada y tomó una nave para ir en su auxilio. Esa fue su última misión como capitán América.

La Ley de registro se promulgó ocasionando algunas manifestaciones. Wanda y Sam se unieron al equipo de los fugitivos después de que la sokoviana se viera obligada a escapar cuando se enteró de que no la dejarían actuar libremente hasta que dejaran de considerarla peligrosa por sus acciones del pasado. Wilson la ayudó a escapar, cansado de que le cortaran la posibilidad de actuar con libertad.

Cada vez que ayudaban a los demás en el anonimato, rompían la nueva Ley, agregando años a la condena estipulada. Si los capturaban, serían remitidos a la prisión denominada Balsa, la cual fue especialmente construida para contener a personas con habilidades especiales.

Conseguir empleo siendo fugitivos no había sido nada fácil. Los trabajos que no exigían documentos eran poco remunerados y requerían muchas horas de esfuerzo. Wanda trabajaba en una tienda de telas con una anciana gruñona. Sam iba buscando trabajos diarios como ayudante de mecánico o jardinero. Por su parte, Steve consiguió empleo en un depósito de materiales como el encargado de transportar bolsas hasta los camiones. Estuvieron arreglándoselas muy bien hasta que la crisis económica azotó la región francesa en la que se ocultaban.

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