VEINTICUATRO

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Steve despertó repentinamente, percibiendo que Sam estaba en su habitación, riendo al verlo confundido.

―Me preguntaba cuanto más seguirías durmiendo ―comentó el afroamericano.

―¿De qué hablás? ―La luz que entraba por la ventana indicaba que todavía era muy temprano.

―A eso ―permaneció en silencio para que los golpeteos contra la pared fueran más notorios. Aquel sonido había despertado al capitán―. Desearía que fueran personas desconocidas, pero son Wanda y Barnes. Están en el baño de mi habitación ―explicó Sam.

El supersoldado se sentó en la cama frunciendo el entrecejo. No quiso preguntarse como la pareja había terminado en el baño y prefirió pensar en que había soñado con Zoe. Realmente le aterraba no ser un buen padre para ella. Las risas de Wilson le impidieron seguir ensimismado. Sería mejor que comieran algo antes de abordar la nave.

―Vamos por el desayuno ―propuso el rubio.

Wilson aceptó de inmediato. No quería quedarse a escuchar los sonidos sexuales de sus compañeros de grupo. ¿Acaso no había podido esperar a llegar a otro lugar con paredes no tan delgadas?

El cuarto de baño estaba repleto de una niebla escarlata. La castaña se había cansado de esperar a que Barnes la recordara y había usado sus habilidades para meterse en su cabeza mientras él dormía. Le hizo recordar los momentos apasionados que habían compartido, logrando que la mirara de forma diferente. Hasta esa mañana, James no se había animado a hacer nada para acercarse a la castaña.

~<>~

Natasha abrió los ojos después de un sueño bastante caliente con cierto hombre con barba. Al ver la hora en el reloj digital encima de su mesita de noche se dio cuenta que faltaban unos minutos para que fuera la hora de levantarse. Optó por ponerse de costado y estimularse hasta alcanzar el orgasmo que había buscado en sueños. Deseó tener al supersoldado ahí en su cama. Era una pena que eso no sucedería hasta que él aceptara que estar con ella era una buena idea.

Realmente no le importaría si Steve accedía a acercarse a ella solamente para hacer feliz a Zoe. No le desagradaba intentar jugar a la familia feliz ya que solamente así el supersoldado se daría cuenta de que, a pesar del engaño del pasado, ellos encajaban a la perfección. Él ya no era el intachable capitán América y ella ya no era una asesina incapaz de tener sentimientos. Los últimos dos años, ambos habían vivido situaciones que los había ayudado a cambiar de forma de pensar.

Cuando el reloj dio las ocho, la rusa estuvo duchada y lista para ir a despertar a Zoe.

―Quiero dormir un poco más ―protestó la de ojos azules.

La mujer apartó la mitad de la manta que cubría a la pequeña y acercó sus manos para hacerle cosquillas.

―¡Basta, mami! ―rogó entre risas.

Natasha se detuvo cuando Zoe dijo que ya estaba despierta. Entonces, eligió un conjunto amarillo y le cambió la ropa de dormir.

―¿Vendrá hoy a visitarnos papá? ―preguntó la niña.

―No. Steve estará ocupado. Pero regresará a quedarse unos días.

―¿Se quedará todo el día con nosotras?

―Sí.

―Entonces le haré muchos dibujos.

―Antes comeremos algo y después iremos de compras.

~<>~

Poner un localizador a uno de los amigos de Steve Rogers no fue muy complicado. Aprovechó que los dos salieron a comprar comida para acercarse. Natasha le había advertido que viajarían a otro país y esa fue la mejor forma que encontró de seguirles la pista.

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