DOCE

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Natasha cayó agotada encima del supersoldado. Su agradecimiento estaba yendo por buen camino con la cantidad de orgasmos que había provocado en el rubio. Por supuesto que Steve no se había quedado atrás y había aprovechado para mostrar sus nuevos dotes en el arte de satisfacer a una mujer.

La pelirroja rio por lo bajo cuando el audible gruñido de su estómago fue percibido por Rogers. Se habían olvidado de los demás asuntos que no estaban relacionados con lo que sucedía en la cama del capitán.

―Yo también necesito alimentarme ―admitió el hombre.

―¿Por qué no pides que nos traigan la cena?

Él la observó confundido.

―¿Dejaremos que nos vean juntos?

La rusa bajó de encima del capitán y tomó la sábana para cubrirse.

―No será necesario. Puedes llamar al comedor y ordenar algo. Eres el capitán América, no se negarán a complacerte con lo que pidas.

Steve no parecía muy convencido. Ya había pasado una hora y media de la hora límite en la que podían ordenar la cena. No le agradaba la idea de aprovecharse de su fama para conseguir algo.

―Si sientes que pides demasiado... Deberías abrir la puerta en toalla y con gotas de agua deslizándose por tu pecho. Estoy segura de que eso retribuirá el favor de traer la comida hasta este nivel.

El rubio estiró el brazo hasta el teléfono en su mesita de noche y marcó el número del comedor. Charló algunos minutos con la amable cocinera y colgó después de que ella prometiera enviar a una de sus ayudantes con su pedido. Mientras tanto, Natasha revisó sus mensajes en el celular. Ya habían enviado la hora y lugar del entierro de los agentes que habían perecido en la última misión. Rogers debía estar en el funeral como líder del equipo y Natasha como una sobreviviente.

―Es la parte menos divertida de este trabajo ―Romanoff hizo una mueca mientras pensaba en el conjunto negro que utilizaría.

Steve la abrazó por detrás. Había sentido una conexión especial entre los dos y no estaba dispuesto a ignorar eso.

―Cada misión puede ser la última, Nat. Me alegra que estés aquí conmigo en este momento y no en la lista de fallecidos.

―Eso te lo debo a ti.

―Yo estoy seguro que hubieras hecho lo mismo por mí.

La mujer se volteó para darle un largo beso. Aunque Steve le gustaba mucho, su misión era vigilarlo, no salvarlo, así que no tenía planes de arriesgar su vida por ayudarlo.

~<>~

Romanoff fue hasta su departamento para vestirse. Esperó algún mensaje de algún miembro de HYDRA sobre lo acontecido en la misión, pero este nunca llegó.

En el funeral, permaneció al lado de Hill y Barton. Los familiares de los agentes caminaron al lado de los féretros en la marcha inicial que terminó en la zona delineada por cintas blancas. Después de que los cajones de madera fueran acomodados sobre los soportes puestos uno al lado del otro, Steve subió al pequeño podio para decir unas palabras en representación de SHIELD. Los presentes quedaron conmovidos con el discurso del capitán América, quien después se acercó a cada madre y viuda para expresar sus sinceras condolencias. El supersoldado tenía un don para ganarse a las personas cuando el asunto estaba relacionado con el trabajo que tanto amaba.

La pelirroja no pudo dejar de pensar en que de no ser por la intervención de Steve, era muy probable que sus restos también hubiesen terminado en esa ceremonia. A diferencia de los demás, ella no tendría familiares ni amigos que asistieran para despedirse cuando llegara su hora. La incomodidad que experimentó la obligó a retirarse temprano del funeral.

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