Amantes[Rom Howney]

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"Ven, que tus labios vuelvan a quemar mi piel, que la cama pide calor, otra vez. Tanta sed, te tomo entero y tú a mí también, nadie nos ve. Solitos los dos, en un cuarto morimos de amor."

Sábado por la noche, Tom se encontraba en las grabaciones de " Cherry" ésta noche debían hacer exteriores. Una vez que la jornada laboral acabó, el pequeño se dirigió a su casa, para bañarse y descansar, había sido un día agotador.

Cuando salió de la ducha, tomó su celular en sus manos para revisar las redes sociales, pero un mensaje lo hizo detenerse. "Tomi, ¿Nos vemos hoy?" sonrió mientras se secaba el pelo "Nos vemos en el lugar de siempre" contesto, para luego cambiarse.

La relación que tenían Tom y Robert era simple, se veían día por medio, en el mismo hotel de siempre. Obviamente a escondidas, aunque a los dos les gustaría que no sea así, pero ninguno se animaba a plantearlo, además que el mayor tenía esposa. Bueno, quizás simple era la palabra que menos los describía.

Cada uno entró con su auto a ese lugar que ya les era familiar, a ese lugar donde se escondían para poder entregarse mutuamente, para amarse sin ser juzgados, sin prejuicios, aunque los únicos prejuicios que importaban en éste momento, eran los suyos.

Una vez que estuvieron dentro, fueron a la habitación número 21, su habitación. Apenas lograron verse se besaron, con pasión, y con todas esas ganas que venían guardando durante el tiempo que no se vieron. Se extrañaban, se notaba en sus cuerpos, en sus toques, en ellos mismos. Un beso llevó a otro, y terminaron en la cama, haciendo el amor.

En ese hotel, en esa habitación, dejaban su vida y alma, dejaban todo de ellos, para que permanezca ahí, a puertas cerradas.

"Quieres que llene de mi todo tu interior, besando el alma y traspasando el corazón. Y el amor que se vive en dos horas, no alcanza y nos duele"

Luego de hacer el amor reiteradas veces, Robert estaba recostado en el pecho de Tom, mientras éste jugaba con sus cabellos. El mayor sentía como el corazón del pequeño todavía latía a una gran velocidad, debido al orgasmo que acababa de tener, sonrió el pensar que él era el causante de eso.


Un silencio incómodo inundó la habitación, ninguno hablaba, pero sabían lo que querían decir. Podrían haber disfrutado el momento, podrían amarse demasiado, pero no era suficiente, nunca era suficiente cuando se trataba de ellos, siempre querían más, más tiempo, más amor, más libertad.

Robert suspiró. "perdón" dijo, sentía que debía disculparse, después de todo era por su cobardía que no podían estar juntos a la vista de los demás.

"Shh, no pasa nada. " contestó Tom, mientras secaba una de sus lágrimas, antes de que el mayor la vea.

"No pasa nada... pero duele" volvió a hablar Downey.

"Y cuanto duele..." habló Holland.

El mayor se levantó del pecho del pequeño, para mirarlo a los ojos. "No llores, por favor." dijo con la voz quebrada, mientras le secaba las lágrimas. Absurdo, le pedía que no llorara, cuando él era un mar de lágrimas.

"No me pidas que no lo haga. No sé controlarlo. "contestó. El mayor lo miraba con el alma partida en miles de pedazos. Se odiaba, se odiaba por no poder aceptar lo que sentía, por no tener el valor que se debe tener para amar de la manera en la que él lo amaba. " Te amo " soltó sin más nada que decir.


"¿En serio? " preguntó el menor con una sonrisa y los ojos brillosos.


"Obvio que en serio" contestó dándole un corto beso en los labios.


" Yo te amo más" le dijo cuándo se cortó el contacto de labios.

Así era como solucionaba todo, le decía te amo, y era como si todo hubiera acabado, como si fueran libres.

De repente el dolor desaparecía, y sólo quedaban ellos dos, a punto de hacer el amor una vez más.
Desearían congelar el tiempo, que todo se reduzca a esa habitación de hotel en la que sólo ellos existían, donde el afuera no importaba, pero todos sabemos que eso no iba a ser posible.

"Supieran cuanto fuego hay entre los dos, celoso llevo en mi boca tu sabor. Mariposa te vas y me toca esperar donde siempre, que tus alas vuelvan pronto, mi amor."

La noche había transcurrido, ellos dormían plácidamente, se sentían en el mismísimo cielo cuando tenían la compañía uno del otro.

El sol que se colaba por la ventana, daba justo en el rostro de Robert. Abrió los ojos, para encontrarse con la imagen más hermosa que alguna vez pudo haber visto. Ahí estaba Tom, durmiendo en sus brazos, totalmente desnudo, con una pierna cruzada por encima de él, aferrándose a su cuerpo, como si fuera a escapar. Podría vivir así por siempre, no le molestaría para nada ver esa bella imagen cada mañana.

El pequeño se removió un poco, frunciendo el ceño. "Mmm amor, cierra las cortinas. " se quejó, el mayor sonrió, pero cuando vio la hora, esa sonrisa se borró.

"Ya es hora bebé" dijo con la voz apagada. Pudo sentir como Tom se aferraba más a su cuerpo, escondiendo su rostro en el cuello del mayor

"Por favor no, un ratito más" contestó, mientras comenzaba a llorar. Robert le dio un beso en el cabello, mientras le acariciaba en la espalda.

"No podemos" habló, sintiendo como el corazón se le estrujaba de dolor.

La situación lo mataba, lo rompía por dentro. Cada despedida le dolía un poco más.

Antes de vestirse, hicieron el amor una vez más, nunca se sabía si quizás era la última vez. Se bañaron juntos.

Una vez que ya estuvieron vestidos y listos, dejaron la habitación. Cada uno se fue en su respectivo auto. Debían volver a la realidad, a esa realidad que les dolía, que no era nada más y nada menos que una mentira.

Tom volvió a las grabaciones, y Robert a su casa, para finalmente encontrarse con su esposa. Los dos tenían vidas completamente diferentes, pero si había algo que los unía, además de su amor, eran las ganas que tenían de volver a ese hotel, para una vez más, sentirse libres.

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𝔸𝕟𝕥𝕠𝕝𝕠𝕘𝕚𝕒 𝕊𝕥𝕒𝕣𝕜𝕖𝕣 «𝕀𝕝𝕝𝕦𝕤𝕚𝕠𝕟 »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora