—How can you be so cruel? —cantaba Tom a todo pulmón hacia la ventana de su vecino.
Sinceramente, no sabía qué le había hecho al hombre para que lo odiara tanto, pero desde que se había mudado, le había arrancado las plantas que sembraba en la línea divisoria. Tom sabía que había medido bien la distancia, por lo que estaba seguro de que no se había rodado algunos metros dentro del área vecina. Además, le había echado agua fría a su gata, aunque por suerte no había sido agua caliente. Y, el colmo de los colmos, ¡le había robado la pizza que ordeno!
—How can you be so cruel? Don't you know I'm human too?! —volvió a gritar hacia la ventana contraria.
El descarado hombre de cautivadores ojos whisky se asomó a la ventana y le dio un gran mordisco a un pedazo de SU pizza.
¿Por qué hombre era tan cruel? Mientras él buscaba dinero para pagar con sus últimos diez dólares la pizza, ¡su vecino se la había robado y ahora se la comía en su cara! Bueno, no en su cara precisamente, pero ¡carajo, tenía hambre y ni un centavo encima! Lo peor había sido que el jovencito que le llevara la pizza casi se echaba a llorar cuando le explicaba que tendría que pagarla de su propio bolsillo, por lo que Tom la había pagado. El chiquillo no tenía la culpa de que él tuviera un vecino malvado, ¿verdad?
Robert miraba al atractivo y musculoso joven, quien por cierto cantaba fatal, mirarlo a su vez con una mezcla de enojo y súplica.
Cuando Robert había empezado a buscar llamar su atención, después de fallidos intentos de conversación, no imaginó que el joven se lo tomaría mal. Bueno, esta bien, quizá se le había pasado la mano en sus 'travesuras'. Pero es que el atractivo mocoso apenas lo miraba, a no ser que hiciera precisamente alguna travesura.
Porque, vamos, ¿quién se enojaría porque le arrancaran unas plantas que de todas maneras iban a morir? El chico era tan distraído que al parecer no se había dado cuenta de que no estaba sembrando en tierra, sino en una especie de arena decorativa. Y en cuanto a la gata, la pobrecilla estaba en el patio, en celo, a merced de un montón de gatos, mientras el tonto mocoso pintaba en el interior. Echarles agua fría a todos fue la opción más rápida en el momento. ¡Caray, había rescatado a la gata y el chico lo había fulminado con la mirada al verla mojada!
En cuanto a la pizza, admitía que había sido una movida un pelín cruel. No había pensado, la verdad, simplemente había reaccionado. Había visto al chico con una enorme sonrisa entrar a buscar el dinero y se le apeteció... el chico. Pero como no podía tenerlo, ¡le robó la pizza!
Y ahora este "cantaba" a todo pulmón, mirándolo con esos deslumbrantes ojazos café imitando al gato con botas y a un guerrero, a la misma vez. No parecía saber si mirarlo con enojo o súplica. Yummy, estaba apetecible.
Tom no podía creer que el hombre agarrara otro pedazo de pizza y le sonriera. ¡Le sonreía mientras se comía SU pizza! Qué desfachatez. No podía creer que el hombre le hubiera gustado. Bueno, aún le gustaba, pero caray, era un hombre mayor, profesional y... muy, muy cruel.
—Oh... Sweetheart, You're so cruel! Desperation is a tender trap. It gets me every time you put your lips to MY PIZZA! — gritó, adaptando la canción a su conveniencia.
Robert no pudo evitar echarse a reír. ¡Dios, no solo cantaba fatal, tampoco era buen compositor! Terminó su pedazo de pizza y, después de darle un trago a su refresco, cerró la caja. La mirada del mocoso valía un millón. Con una risita baja, agarró la caja y el refresco, y se alejó de la ventana.
Ok, Tom estaba a punto de sentarse en el suelo y echarse a llorar. ¡Tenía hambre y los bolsillos vacíos! Y su vecino, su muy atractivo vecino mayor que él por quizá quince años, se comía su pizza con una expresión de pura maldad. El timbre de la puerta lo libró de decidir si llorar o suplicar.
—Harry, no estoy de humor —refunfuñó, caminando a abrirle la puerta a su molesto hermano.
—Hola, Tom. Soy Robert, por si lo has olvidado —dijo su vecino, empujándolo para entrar.
El chico miraba a Robert con la boca abierta y una mirada pura de hambre... por la pizza.
Aún no era hambre de él... pero lo sería. Oh, sí.
«Ahora que tengo toda tu atención, tengo medio camino ganado», pensó Robert con una gran sonrisa, caminando hacia la cocina.
Robert observaba a Tom dormir y no podía creer que cumpliera un año de relación. Con una risa bajita recordó cómo las Navidades del año anterior, poco después de Tom mudarse, fuera una pizza la que finalmente le diera la oportunidad de conocerlo mejor.
No podía decir que Tom hubiera ignorado sus primeros intentos de conversación. No, Tom era increíblemente educado. Sin embargo, había sido bastante reservado en sus respuestas, llevándolo a pensar que era tímido... o idiota.
Pero Tom no era ni uno ni lo otro. Según le confesara él mismo meses de noviazgo después, creía que por Robert ser mayor, solo le hablaba por educación.
—Tontito —dijo con un timbre cariñoso, mirándolo desde la ventana donde estaba recostado y desde donde pretendía ver las festividades en el exterior.
Sin embargo, sus ojos volvían una y otra vez a su bello durmiente.
—No puedo creer que con semejante alboroto puedas dormir. —A pesar de que hablaba con voz normal, Tom ni se movió.
Robert sonrió y un movimiento en la puerta lo llevó a ver a la gata entrar a esconderse debajo de la cama.
— ¿Demasiado alboroto para ti, Bonita? —Solo Tom le pondría 'Bonita' por nombre a una gata—. Si piensas que tu padre te va a proteger, te tengo noticias. Duerme como un tronco.
La gata, obviamente, lo ignoró y procedió a desaparecer bajo la cama. Robert no sabía si la gata lo había perdonado por el baño de agua fría que le dio el año anterior, o si simplemente era arisca con todos. Tom le aseguraba que ella lo amaba, pero él no estaba tan seguro.
Con una sonrisa de medio lado, miró el reloj en la mesa de noche y comprobó que se acercaba la medianoche... Y con ella, el final del 2020.
—Amor, está por entrar el próximo año —dijo a Tom, y creyó captar un ligero movimiento de pestañas.
« ¿Estará el mocoso haciéndose el dormido?», se preguntó justo cuando comenzaron a gritar la cuenta regresiva.
Con una sonrisa pícara, se acercó y cuando los fuegos artificiales adornaron el cielo dándole la bienvenida al nuevo año, se inclinó para darle un beso ligero a su joven pareja.
Sin embargo, Tom estiró un brazo para sujetarlo y profundizar el beso. Demostrando que no estaba dormido, tal como Robert había sospechado.
— ¡Feliz Año, bebé! —le dijo Tom, entre besos y risas.
Sí, ese año comenzaba de la mejor forma para ambos... en los brazos del otro.

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𝔸𝕟𝕥𝕠𝕝𝕠𝕘𝕚𝕒 𝕊𝕥𝕒𝕣𝕜𝕖𝕣 «𝕀𝕝𝕝𝕦𝕤𝕚𝕠𝕟 »
Fanfiction𝘙𝘦𝘤𝘰𝘱𝘪𝘭𝘢𝘤𝘪𝘰𝘯 𝘥𝘦 𝘖𝘯𝘦 𝘚𝘩𝘰𝘵𝘴 𝘚𝘵𝘢𝘳𝘬𝘦𝘳 𝘺 𝘙𝘰𝘮𝘩𝘰𝘸𝘯𝘦𝘺.