CAPITULO 13

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Hay ocasiones en las que confiamos en las personas equivocadas creyendolas nuestro apoyo y nuestro consuelo.

Haruka había dejado de ser el amigo noble y bondadoso que un día conoció. De pronto un día la ambición llenó el corazón del joven para dar origen a alguien totalmente diferente, aunque Darien aún desconocía sus nuevas intenciones.

—Vamos Darien, estás demasiado ebrio, te llevaré a mi casa.

—No amigo, me iré a mi casa, es tarde y mi hija me espera— replicó el médico en un estado bastante inconveniente y tambaleándose un poco de lado a lado.

—Darien, no puedes manejar en ese estado, es peligroso. Te llevaré a mi casa y mañana que estés mejor regresas con tu pequeña. Además tienes a esa amiga tuya cuidándola.

Haruka subió a su auto a Darien y lo llevó hacia su hogar, lo recostó y lo cubrió con una ligera frazada. De pronto un sonido llamó su atención, una llamada entraba al teléfono de Darien, el identificador de llamadas mostraba el nombre de Rei.

—Rei. Lo siento mucho, ésta noche Darien no puede atenderte— tomó el teléfono y lo apagó —además mañana irá contigo para descubrir algo que acabará con él para siempre. Nadie se interpone en los planes de Diamante Black y se queda tranquilo— reía malévolamente mientras observaba a Darien dormir —descansa amigo, mañana necesitarás fuerzas— soltó una carcajada maliciosa.

Al no poder localizar a Darien, Rei tuvo que quedarse al cuidado de Rini.
—Darien ¿En donde demonios te metiste? Tendré que llevar a Rini a mi casa, tengo cosas que hacer— la chica tomó una pequeña maleta con algunas cosas que la pequeña hija de Darien podría necesitar y la tomó en brazos para salir del lugar, pero desafortunadamente no pudo llegar a su destino, pues fue interrumpida por el ejecutor de Diamante, por ese fiel sirviente suyo que era capaz de cumplir al pie de la letra todos los malévolos planes de su jefe, Rubeus.

—¿Se dirige a algún lado señorita?— habló sarcásticamente aquel cruel hombre que se encontraba recargado sobre el marco de la puerta cruzado de brazos muy tranquilamente.

—¿Quién es usted? ¿Qué hace aquí? Si viene a buscar a Darien no se encuentra.

—¡Perfecto! No se preocupe señorita, nada le sucederá si coopera con nosotros.

—¿A qué se refiere?— el tono de Rei demostraba un inmenso temor y nerviosismo. Al ver la mirada de Rubeus clavada fijamente en Rini, la chica supuso que lo que estaba por suceder no era nada alentador. —Váyase o llamaré a la policía.

—¿La policía? No me haga reír, para cuándo la policía llegué yo estaré muy lejos— el hombre soltó una carcajada que causó aún más miedo en Rei —ya le dije que nada le sucederá si coopera, ahora ¡Entrégueme a esa niña!— ordenó Rubeus dando un ligero empujón a Rei para hacerla entrar de nueva cuenta a la casa.

Algunos hombres entraron detrás de Rubeus y cerraron la puerta tras ellos.

—¿Quiénes son ustedes? ¿Qué quieren?

—Señorita, no haga las cosas más difíciles, entrégueme a esa niña.

—¡Por supuesto que no! Para llevársela tendrán que pasar sobre mí.

—¿Por qué hace las cosas tan difíciles? Si eso es lo que quiere, eso tendrá. No es nada en contra suya— de pronto uno de los hombres que acompañaban a Rubeus golpeó a Rei fuertemente en la cabeza provocando que se confundiera y se debilitara un poco, en ese momento el sirviente de Diamante tomó a la pequeña niña y la arrebató de los brazos de Rei. Con su mano, Rubeus levantó el rostro de Rei para darle un último mensaje —Dígale al doctor Chiba que esto es lo que sucede con los que desafían a Diamante Black— y nuevamente soltó un golpe sobre el rostro de la chica que la dejó inconsciente por algún tiempo.

Mientras tanto, Serena se dirigía a casa de su padre en compañía del capitán Tomoe. Al llegar a su destino, el viejo policía descendió de su auto y tocó la puerta de la vivienda —Capitán Tomoe ¡Que gusto verlo! ¿Que lo trae por aquí?

—Señor Kenji, he venido porque tengo noticias sobre su hija.

—¿Acaso saben lo que pasó? ¿Fue ese maldito de Diamante verdad? ¿Fue él quien me la arrebató?

—Calma, he venido porque necesito contarle algunas cosas— el capitán Tomoe entró a la casa y le reveló toda la verdad al padre de Serena mientras ella esperaba ansiosa en el auto, esperando que el ambiente fuera el adecuado para poder presentarse delante de su padre sin causarle ningún malestar. Al cabo de algunos minutos que realmente parecieron una eternidad el capitán Tomoe y el señor Kenji salieron por la puerta. El padre de Serena volteaba en todas direcciones, ansioso, hasta que el colega de Kenji señaló su auto. El padre de Serena se dirigió corriendo hacia el lugar señalado, Serena al verlo descendió del auto para correr hacia el frente y encontrarse con el hombre que le dió la vida. Al llegar uno junto al otro ambos se fundieron en un ansiado y deseado abrazo, lágrimas de alegría y emoción corrieron por los rostros de esas dos personas que se reencontraban en este mundo después de creerse perdidos el uno al otro. —Serena ¡Estás viva! No tienes idea de lo mucho que sufrí por tu ausencia. Pensé que te había perdido para siempre.

—Perdóname papá, no  recordaba nada— un gran sentimiento se notaba en sus palabras sollozantes.

—Tranquila, el capitán ya me explicó todo. Ahora se que si te ocultaron fue por tu seguridad.

—Y es mejor que siga oculta la mayor parte del tiempo— interrumpió el capitán —aun desconozco el porqué, pero es mejor que no se exponga señorita Serena. Si alguien quiere hacerle daño no descansará hasta lograrlo.

—No se preocupe capitán, Diamante jamás le hará daño estando en casa, eso solo lo delataría. Es un criminal, pero muy sensato, nada tonto, lo pensará dos veces antes de actuar en contra de nosotros.

—Se que hay algo que no me han dicho, pero si en algún momento necesitan mi ayuda no duden en contactarme. Confíen en mí, estoy de su lado. Si necesitan que Diamante pague algún crimen estoy a su disposición— el capitán se retiró dejando el hermoso cuadro familiar atrás.

La alegría del momento vivido por el viejo policía fue interrumpida por una llamada telefónica —Capitán, venga pronto, tenemos un reporte de secuestro de una menor— y el hombre se dirigió a su oficina tan pronto como pudo.

Después de unas horas de haber dormido Darien se incorporó, confuso, aún con rastros de la ingesta descontrolada de alcohol, con náuseas, dolor de cabeza y una inmensa tristeza en el corazón, pero todo eso no se comparaba con la trágica noticia que le esperaba. —Veo que ya despertaste ¿Cómo te sientes? Casi te acabas el alcohol ayer— comentó Haruka al ingresar a la habitación.

—Me siento mal, física y emocionalmente. Estoy destrozado.

—Ya pasará amigo, ya te dije que no vale la pena que sufras por una mujer así.

—Tienes razón Haruka, tengo que superarlo— Darien dirigió sus manos a los bolsillos de su pantalón.

—¿Qué buscas?

—Mi teléfono, no lo encuentro. Necesito llamar a Rei, dejé a mi hija sola toda la noche con ella debe estar molesta. Jamás había dejado a Rini sola tanto tiempo.

—Ayer llamó esa amiga tuya, pero no quise responderle, y mucho menos molestarte, no estabas en condiciones de contestar— haruka tomó el teléfono y lo entregó a Darien —No se si hice lo correcto, pero lo apagué.

—No te preocupes Haruka, está bien— Darien encendió su equipo y de inmediato bastantes notificaciones comenzaron a aparecer en la pantalla. La llamada perdida de Rei, sus múltiples intentos por comunicarse con él y un sin fin de mensajes se hicieron presentes.
—Rei estará muy enfadada conmigo— sonrió un poco avergonzado por su conducta, aunque ese momento fue interrumpido por el sonar de su celular, una llamada de un número no registrado entraba en ese momento
—¿Doctor Chiba? Un gusto saludarlo. Soy el capitán Tomoe, necesito hablar con usted urgentemente, lo veo en su casa por favor, apresúrese, venga lo más pronto que pueda.

—¿Sucede algo capitán?

—Prefiero hablar con usted personalmente— no quería adelantarle nada. Sabía que lo que tenía que decirle lo mataría en vida. Ninguno de los dos estaba preparado para tal noticia, ni el capitán para darla, ni Darien para recibirla.

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