CAPITULO 21

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Seiya pensaba en la petición de su padre, esa prueba que le había pedido era muy difícil de cumplir por dos poderosas razones. La primera es que él no era un delincuente, y la segunda, es que desde hoy debía cuidar cada uno de sus movimientos pues Rubeus seguiría sus pasos de ahora en adelante. Si quería ayudar a Serena debía convencer al mundo entero de que era capaz de cualquier cosa, de que se había convertido en un hombre despiadado. Seiya analizaba la situación en la que estaba por enfrascarse recargado en la barandilla del balcón de su habitación, observando el exterior, estaba consciente de que al actuar de la manera en la que iba a hacerlo lo más probable es que terminaría tras las rejas o muerto, pero estaba seguro de que no iría solo, su sacrificio serviría de algo, sería para librar al mundo de Diamante Black y su maldad, pero sobre todo para dejarle una vida tranquila a Serena.

—¿En qué piensas?— la tierna voz de Michiru se acercaba a paso lento hacia donde Seiya se encontraba para acompañarlos en su meditación.

—Michiru, necesito decirte algo. Quiero sincerarme contigo.

—¿Qué pasa?— la joven estaba extrañada ante las palabras de su esposo.

—Michiru, quiero pedirte perdón. ¿Sabes que cuando nos casamos yo no te amaba?— la cara sorprendida de su esposa no se hizo esperar.

—No entiendo ¿Que tratas de hacer? Esta conversación no tiene sentido Seiya— Michiru dió la vuelta dispuesta a retirarse pero en un acto sorpresivo este la detuvo tomándola del brazo.

—Espera, no te vayas, necesito que me escuches— las palabras de Seiya parecían preocupantes. Si bien Michiru sabía que él había sido obligado a casarse nunca se imaginó que algún día quisiera pedirle una disculpa por no amarla. —Michiru, llevamos poco tiempo de casados, son apenas dos meses. Dos meses en los que te has dedicado a ser una excelente compañera y yo no he sabido valorarlo. Quiero que me disculpes por la actitud que en este corto tiempo he tenido hacia ti, quiero ser ese hombre que tú te mereces, estoy seguro de que cualquier sujeto en este mundo estaría orgulloso de ser tu esposo, y yo que tengo la suerte de tenerte a mi lado no he hecho más que mantener mi distancia y rechazarte una y otra vez. Es momento de que seas mi esposa, mi compañera y mi cómplice, necesito un aliado en esta casa, y quién mejor que tú. Durante los próximos días entraré en los negocios de mi padre, es una situación muy arriesgada, pero debo hacerlo.

—¡No Seiya! ¡Por favor! ¡No lo hagas!— interrumpió Michiru nerviosa.

Seiya la sujetó tiernamente de los hombros y la miró fijamente a los ojos —Necesito hacerlo. Mi padre es un delincuente y le ha hecho mucho daño a gente inocente, incluso a Serena. Su hermana fue secuestrada cuando ambas eran muy pequeñas, luego cuando ella quiso ayudar en la investigación contra mi padre intentó matarla, y ahora secuestró a la hija del médico que la atendió en su recuperación. Es hora de que alguien haga pagar a Diamante Black por todo el daño que le ha hecho a Serena y a la demás gente

—No estoy entendiendo. ¿Vas a entrar en los negocios de tu padre pero vas a traicionarlo? Explícame qué pretendes— realmente la situación de Seiya daba mucho que pensar.

—Hace tiempo, cuando tenía una relación con Serena me confesó que no me amaba, a pesar de que yo tenía sentimientos hacia ella jamás fui correspondido. Acercarse a mi fue el escalón que le permitió llegar a mi padre para tratar de descubrir alguno de sus tantos crímenes, pero el plan no le resultó. Ayer la ví, me contactó, y no quiero que te molestes por ello, solo quería mi ayuda. Mi padre aparentemente es el culpable de la desaparición de esa niña llamada Rini. Me pidió que la ayudara a llegar al fondo de todo para poder dar con su paradero. Para eso tuve que hablar con mi padre y hacerle creer que estoy de su lado y que quiero ser como él, le pedí que me enseñará todo con respecto a sus negocios para algún día convertirme en su sucesor, pero él me pidió una prueba de lealtad, quiere que le demuestre que mis palabras son sinceras. Lo que me pidió es muy difícil, yo no soy como él, pero aún así tengo que hacerlo, sin importar el daño que ocasionaré, sobre todo a Serena, solo espero que comprenda que es para poder llegar a la niña que tanto desea recuperar. Michiru, prométeme que no le contarás a nadie lo que te he dicho, prométeme que puedo confiar en ti.

—Seiya sabes que siempre te he querido, independientemente de mi capricho por casarme contigo te quiero. Puedes confiar en mí. Ya es tiempo de que tú padre pague, y de paso el mío, y mi hermano Haruka por ser cómplices de él. Quédate tranquilo, que puedes confiar en mí— Michiru abrazó a Seiya en señal de complicidad.

—Gracias Michiru, eres una gran mujer. Te prometo que si salgo bien librado de todo esto me dedicaré a hacerte la mujer más feliz de este mundo.

—¿Si sales bien librado?— Michiru habló con un tono lleno de temor y preocupación.

—Si mi padre llega a descubrirme no dudará en deshacerse de mí. Es un hombre sin sentimientos y si se enterara de que lo traicioné no se tentará el corazón para acabar conmigo, pues solo me vería como una amenaza más. Es por eso que quiero confiarte esto— Seiya colocó en las manos de su esposa la grabadora que contenía la conversación que Seiya había sostenido con su padre explicándole lo que era —Si algo llegara a sucederme entrega esto a la policía.

—Seiya ¡Tengo miedo!

—Debes actuar normal, nadie debe sospechar nada. Confío en ti— ambos se regalaron un abrazo mutuo y un dulce beso en los labios con el que sellaron su pacto, y con el que habían comenzado una complicidad en el terreno sentimental. De pronto, el sonar de la puerta de su habitación interrumpió el mágico momento —Adelante— respondió Seiya indicando que podían ingresar a la habitación.

—Seiya, ya está oscureciendo, recuerda que saldremos a la media noche, espero que estés preparado. No querrás fallarle a tu padre ¿Cierto?— el tono macabro de Rubeus no se hizo esperar. Después de todo, por algo era el sirviente más fiel de su padre, ambos eran dos seres sin alma.

—No te preocupes Rubeus,tengo todo preparado, está noche ese médico desaparece para siempre de la ciudad— afirmaba Seiya con el tono malicioso que últimamente había aprendido a aparentar.

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