CAPITULO 23

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—Seiya ¿Qué demonios haces?

—Darien, necesito que vengas conmigo— los pasos de Rubeus comenzaron a escucharse, sin duda se dirigía hacia la habitación en la que se encontraban.

—¿Estás loco? ¿Acabas de disparar y quieres que vaya contigo?

—Darien, no tengo tiempo, si hubiera querido te hubiera matado, pero no quiero hacerte daño. Si estoy aquí es por qué Serena me pidió ayuda, me contó lo de tu hija, y pienso llevarte con ella.

—Por un momento pensé que lo habías matado, no cabe duda que eres muy débil y extremadamente sentimental— interrumpió el sirviente de Diamante con un tono burlón —bien, tendré que hacerlo yo mismo y darle mi reporte a tu padre— Rubeus tomó su arma y dirigió su puntería hacia en joven médico. En ese momento Darien comprendió que en las palabras de Seiya debía haber algo de sinceridad.

—¡No lo hagas! ¡Detente!— Seiya se interpuso con los brazos abiertos entre Darien y Rubeus para evitar que le disparara.

—¿Acaso estás de su lado? ¿Estás traicionando a tu padre?

—Por supuesto que no, si disparé al aire fue para someterlo, además este es mi encargo. Mi padre me pidió que lo llevara a la vieja casona para usarlo como señuelo y poder vengarme de Serena. Si lo matas ¿Cómo voy a hacerlo? Lo necesito vivo— las palabras de Seiya fueron convincentes para Rubeus, mientras que para Darien solo generaban un sin número de dudas que no podría disipar en este momento.

Cautelosamente Rubeus comenzó una caminata hasta colocarse detrás de Darien —Pues entonces toma tu señuelo y larguémonos de aquí. El disparo debió haberse escuchado a los alrededores y la policía no tardará en llegar— con la base de su pistola Rubeus propinó un fuerte golpe en la cabeza de Darien con el que consiguió que cayera inconsciente. El fiel sirviente de Diamante lo ató de manos y pies y lo cargó sobre sus hombros para introducirlo en el auto y llevarlo al que sería su destino.

Después de mucho conducir y atravesar el dificultoso camino a través del espeso bosque lograron llegar a la casa en la que se encontraba Rini. Aún sin recuperar su estado consciente Darien fue bajado del vehículo y llevado a una habitación de la casa.

—Rubeus, ¡Qué sorpresa!

—Hola Yaten, trajimos este encargo de tu padre— exclamó refiriéndose a Darien —podré informarle con gusto que el trabajo está hecho, y lo mejor, que tú hermano lo realizó solo

—¡Qué sorpresa hermano! Así que después de todo tienes las agallas suficientes para estar en el negocio. Nuestro padre estará orgulloso de ti— aparentemente Yaten también había creído en la falsa nueva actitud de Seiya

A paso lento una joven mujer se acercaba con una preciosa bebé en sus brazos —Hola Seiya ¡Que gusto volver a verte!

—Gracias Mina ¿Y esa niña?

—Es un encargo de Diamante, la orden fue darle un trato preferencial— ante esas palabras Seiya supuso que debía tratarse de la hija de Darien.

—Asi es, es la hija del sujeto que acabas de traer, papá pensó que con el regreso de Serena quizá se vería envuelto en líos e investigaciones así que decidió desaparecerla. Ella tiene la certeza de que fue nuestro padre quien la tomó, aunque no ha podido comprobar nada. Lo cierto es que teniéndola en nuestro poder no pueden levantar un solo dedo en contra de nuestra familia.

—No estoy muy de acuerdo con todo esto, pero si esas son las órdenes de Diamante tengo que seguirlas— Mina interrumpió con un gesto de melancolía en su rostro —si no hubiera sido por él no se que habría sido de mí.

—Es verdad Mina, recuerdo que llegaste a la casa cuando eras muy pequeña, crecimos juntos y formamos una linda amistad, aunque con mi hermano Yaten surgió el amor. Por cierto ¿Que paso con tu familia?

—No lo sé, a decir verdad no recuerdo cómo fue que llegue con tu familia. Era muy pequeña cuando todo sucedió. En mi mente solo hay un vago y borroso recuerdo de un hombre cargándome, yo lloraba y gritaba "papi", pero lo que Diamante me ha dicho es que mis padres murieron y él me acogió en su casa. Sea como sea le agradezco por eso.

La historia estaba a punto de dar un giro total. Por un lado, Yaten había revelado los planes de su padre y acababa de confirmar la identidad de esa pequeña bebé, por otra parte en las palabras de Mina había un sentimiento extraño, una mezcla de culpabilidad por los negocios en los que ella era cómplice y la lealtad hacia el hombre que la había criado desde que tenía tres años, pero Seiya confiaba en su buen corazón y tenía la certeza de que al final la chica haría lo correcto.

Seiya necesitaba aliados, a los más que pudiera conseguir, y sin duda los más indicados serían Darien, Serena y Mina.

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