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Estaba en clase en el salón contiguo al del innombrable, por alguna razón no pudimos ingresar en el salón usual en el tomamos esta clase así que nos mandaron a este.
No solía sacar el celular en clase, pero por alguna razón estaba extremadamente aburrida, y decidí sacarlo para jugar un poco, ya no faltaba mucho para finalizar el día escolar así que no me preocupé tanto.

- Sheila! Le hablan en la puerta.

Me asusté terriblemente cuando escuché mi nombre en voz de la maestra, pero al dirigir mi vista a la puerta alcancé a ver cómo el profesor se alejaba un poco.

- Hola profesor.
- Hola, ¿Cómo has estado?
- Bastante bien, ¿Y usted?
- Igual, aunque estresado y cansado jaja, ser padre y mantener tu trabajo no es fácil.

En ese momento sonó el timbre que anunciaba la libertad de los que odiaban la escuela.

- Bueno, ¿Necesita algo? Debo ir a casa.
- Te quería dar algo, vamos a mi salón.
- Debo ir por mi mochila.
- No tardamos, ahorita te acompaño por ella.

Decidí acceder, no podía hacerme nada malo, aún había mucha gente alrededor así que no pasaba nada, además, Scar y James se darían cuenta y vendrían.

- Elije una de estas cajas.

En el escritorio habían tres cajas, hasta cierto punto mi ansiedad me hizo pensar que en alguna me encontraría con un dedo cercenado, y después mi cerebro se calmó.

- Ammmm, ¿Qué contienen?
- Son dulces, pero de distintos tipos, así que elije sabiamente.
- Bueno, son solo dulces así que...yo creo que...
- Cariño, ya vámonos tu mamá nos espera.

James había entrado con mi mochila cargada en su espalda y la suya en su pecho, me tomo de la mano y comenzó a caminar, pero un tirón desde mi otro brazo me hizo detenerme con dolor.

- Aún no eliges una.
- Se nos hace tarde.

Mientras James apenas y ponía fuerza en su agarre, el profesor estaba apretando tanto mi muñeca que temí que se rompiera, aunque ya lo veía cerca.

- Me están lastimando.
- Lo siento, no era mi intención.
- Solo, elige una y vete.
- Está se ve bien, muchas gracias, hasta luego.
~

Salí casi corriendo de ahí, James me seguía en silencio, cuando estubimos lejos de la escuela en un lugar concurrido me detuve a mirar mi dolorida muñeca.

- ¿Estás bien?
- Mira...

Metí la caja a mi mochila, no presté atención más que a mí hinchada mano, estaba roja y no se veía bien, aunque tampoco se veía rota.

- Ese bastardo.

Al instante tenía a James tomando fotos de distintos ángulos, decía que era importante la evidencia, incluso me hizo grabar un vídeo donde muestro la fecha y muestro parte del incidente, el narraba todo lo acontecido.
Me parecía un momento tan problemático, que quería desaparecer de una forma tranquila, y que me diera paz.

~

- Santo cielo cariño, ¿Qué te pasó?
- Ah, esto, pues no sé si me creas pero soy una persona muy torpe, y descubrí que es mala idea cargar libros pesados siento una persona torpe.
- Hay mi niña, bueno, te daré una pomada y vamos a vendar bien.

No era el típico casi cliché de las películas en las que mentir se le daba tan mal a la chica protagonista de la historia, porque yo era capaz de mentir bastante bien, podía inventar toda una historia en poco tiempo con tal de evitar situaciones muy estresantes.
Mis mentiras siempre eran pequeñas e inofensivas, no dañaban a nadie y no incluían a nadie más, amenos que se lo hiciera saber a esa persona y estubiera de acuerdo, aunque aveces suele haber un poco de nerviosismo al hacer ese tipo de aclaraciones.
En esta ocasión le mentí no por una mala razón, yo sé que ella está cansada y estresada, su trabajo la consume mucho y yo agradezco cada cosa que me da, y no quiero que se preocupe de más, quiero que descanse y se relaje lo más posible, es por eso que debo procurar no ser una fuente de problemas o estrés extra en su vida, y ser independiente no se me da mal.












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L O S   Q U I E R O   < 3
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La Perdición En Mí MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora