Después De La Tormenta ||Daryl Dixon; Negan

Capítulo 7.A

Capítulo VII: Se Fue

Más tarde, esa noche...

Daryl caminó por las calles de Alexandria. Rodeando las casas, atisbando a las personas, pensando. En todo y nada a la vez. Aquella era su estrategia; analizar el entorno, las situaciones, las palabras, cuando lo único que hacia realmente, era centrarse en sus propios pensamientos y los conflictos que conllevaban e implicaban una serie de sucesos que perpetuaban en su cuerpo como la tinta de un tatuaje.

Él suyo, personalmente, llevaba un bello nombre; Neferet.

Todo había cambiado con esa mujer. Y ahora, lidiaba con una pesada frustración, una que generaba aquel constante "no".

El no tocarla.

El no poder verla más que desde un lugar castisgosamente remoto y lejano.

El no cruzar palabras, sin la maldita intromisión del llanto,el dolor y la rabia.

Neferet lo seguía siendo todo para él.

Neferet aún era esa chica del bosque que lo había salvado, tan inocente y pícara como una golosina picante.

A veces, parecía como si aquella constante y contradictoria esencia se hubiera perdido en un abismo indiferente, más no era así realmente, no para Daryl. Él sabia que, si indagaba, exploraba, escarbaba, la mujer que lo enfrentó por primera vez estando de cabeza, aparecería.

Y ese, era su mayor anhelo: recuperar a su chica. Dulce y espontánea. Contraria a esa versión actual, fría y oscura, constantemente amargada que no era más que una máscara de la que por
detrás se escudaba a ella misma, a su dolor y la decepción con la que cargaba.

Pero había un problema. Él podria no ser quien desenterrara a esa chica nuevamente.

Y la amenaza, existía. Un sin rostro o una cara oculta. No era Siddiq, supuestsmente tampoco Negan. Ese alguien que se esconde detrás de las sombras era quien lo perturbaba realmente.

Alguien que jamás llegaría a ser su rival, porque Neferet de por sí, lo descartaba, tanto por el pasado como por el futuro. Y por lo tanto, esa persona, esa desconocida persona, tenía el camino libre y así ella, podría o no acceder a ese derecho irrevocable que se había convertido en el nuevo demonio en las pesadillas de Daryl...

El derecho a Enamorarse.

Pero el camino se detuvo cuando su mente se vio despejada.

—Hola.—saludó a Carol, quien se hallaba sentada sobre la escalerilla de entrada a la Casa Grande de Alexandria.

—Hola.—correspondió ella, dando una apariencia relajada con su larga cabellera suelta y su ceño sin fruncir.

—¿Cómo te sientes?—

—Adolorida.—

Daryl sonrió por su sinceridad.

—Pues, claro.—

—Me enteré de lo que pasó.— acotó, refiriéndose al ataque a Lydia,y la intromisión a favor de ella por la que había optado Negan.—

—Si.—suspiró, acortando la distancia al tomar asiento a su lado. No deseaba ya saber del ex-salvador, pues se mantenía constantemente en su cabeza, confundiéndolo.—Es un lío.—

—Todos hablan de Negan otra vez... Parece que él tiempo no pasa.—lo oyó suspirar.—¿En qué piensas?—

—Él me importa un carajo. Pero le creo a ella. Yo si.—