||Una Mujer Sedienta de Venganza; Un Hombre con Delirios de Héroe||
“Vivo por ella”
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Neganretrocedió hacia su catre, luego de que Gabriel se llevara por la fuerza a Neferet, tras haberlos, sospechosamente, descubierto.
Llevó ambas manos a su rostro y refregó con fuerza. Habían pasado por tanto, esperando el momento exacto para poder amarse libremente, y ahora, que todo lo que habian soñado comenzaba a florecer, nuevos obstáculos aparecían.
Temía porque ella estuviera sujeta a un castigo que, era claro, no merecía. Menos si se trataba de él.
Estaba enojado. No, estaba furioso.
Había sido una mierda en el pasado. Sí. Sería una etapa inolvidable de su vida. Pero trataba de cambiar. Se esmeraba cada día con las pocas herramientas a su alcance para ser alguien dentro de ese todo que las comunidades formaban, solo para poder hacer feliz a esa mujer de cabello naranja que, cada noche, lo visitaba.
Y mejor aún e imposible de creer, lo amaba.
Suspiró agotado de tanta mierda y como si necesitara más, la puerta del exterior replicó su típico rechinido al ser abierta.
—Diablos, vaya sorpresa.— expresó increduló ante su inesperada visita de cabello plateado.—Pensaba que serías Gabey, que venía para darme la extremaunción.—
Carol se detuvo, delante de la reja.
—¿Quieres el perdón?—preguntó directamente.
Él negó con la cabeza y una pequeña y desganada sonrisa.
—He hecho lo que he hecho.— juntó sus hombros.— No voy a suplicar de rodillas por eso.—
—¿Y qué quieres?—indagó ella.
—Una gran chuleta, una cerveza y puede que un helado de chocolate.— decidió vacilar, porque era obvio que no podía darle una respuesta verdadera sin que su amada circense fuera mencionada.—¿Qué más te da lo que quiera?— curioseó.
—¿Y si no tuvieras que morir?— planteó.
Y tan poderosa idea atrajo toda la atención del salvador, quien se incorporó y caminó para encararla, metiendo las manos en sus bolsillos.
—No sabía que tuvieras voz en el consejo de tarados que decide mi destino.—acotó él, muerto de la curiosidad.
