Capítulo 11. A

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Capítulo XI: La Sangre en las Manos de Neferet Ramsés

No me importa que seas nuevo.— decía Alpha esa noche, frente a las picas goteantes que marcaban la cruel frontera.—No me importa tu pasado.
Todos tenemos un pasado. Nada de eso importa ahora. Estuviste bien en el granero. Pero ahora necesito algo más. Ojos y oídos detrás de su muro.
Eres el tipo de hombre en el que ellos confiarán. Práctico. Leal. Inteligente.
Y mi hija no te conoce.—

—¿Dónde empiezo?—Dante accedió, embelesado ante su líder.

—Encuentra desconocidos
y únete a ellos. Ve a su entrada. No te rechazarán. Hazlos creer que te sientes en casa. Pero nunca olvides tu verdadero hogar. Presiónalos donde son débiles hasta que ya no resistan.
Haz todo eso y te recibiremos de nuevo en casa cuando caigan. Tendrás un lugar especial entre nosotros.—

Dante se mantuvo con la mirada perdida frente al cadáver de Siddiq, recordando la forma en que entró como un débil hombre a la comunidad de buenas personas y perturbó hasta las entrañas de cada uno de ellos una vez obtuvo su confianza.

Él habia escrito las puertas.

Él había manipulado el agua.

Él había asesinado a Cheryl.

Él había plantado la cicuta en el bolso de Siddiq.

Él, solo él.

Ahora la emoción por tener ese lugar prometido junto al Alpha lograba dominarlo, pero por otra parte, halló un contundente vacío en cada una de sus acciones, pues bajó la mirada.

El moreno yacía inmóvil.

Tomó su pulso. Los dedos apretando su cuello no percibieron ni el más mínimo movimiento. Se acabó, lo había asesinado. Se guió hacia su rostro y con suavidad le cerró los ojos, en un gesto respetuoso. Por último, decidió poner fin a su conversión , cuando la voz de una fémina sonó en la entrada de la habitación, interrumpiéndolo.

—Siddiq, ¿duermes?— Rosita ingresó, con Coco dormida entre sus brazos.

Dante se apresuró a asomarse a la puerta y cubrir con su cuerpo lo que había tras él.

—Hola.— le sonrió con su típica seducción.—¿Todo bien?—

—Si. Todo bien. Vi las luces prendidas. Siddiq y yo hablamos de que no duerme mucho.  —explicó mientras mecía a su hija.— ¿Qué está pasando?—

—Tenemos un romance fogoso,
¿no sabías?— bromeó.— No, solo hablábamos y lo llamaron. Andy y el hijo de Donna vomitaron.—inventó.—
No pregunté detalles.—

Después De La Tormenta ||Daryl Dixon; NeganDonde viven las historias. Descúbrelo ahora