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Capítulo XV: 🔞 Un Amor Indestructible
Daryl jamás había decidido querer a Neferet Ramsés. Carajo, ¡no! Y, sin embargo, lo hacia. La quería mucho. Había aprendido hacerlo. Día a día. Paso a paso. Polvo a polvo. Pelea a pelear. Reconciliación a reconciliación. Y, actualmente, seguía instruyéndose. Estudiándola en silencio. Aferrándose a los detalles que se volvían eternos prisioneros dentro de su mente y se sumaban a la inmensidad de cualidades y defectos que constituían a aquella bonita pelinaranja. Era la única forma. Una que él mismo había creado. Porque jamás lo habían amado, entonces ¿cómo diablos sabría él de aquel sentimiento que otros llamaban "amor"? No tenía sentido. Pero él se encargó de conseguirlo. Y había tenido sus errores en el camino y, por sobre todo, había tenido miedo; pero ahí estaba, más enamorado de nunca de la persona que, entre millones, volvería a elegir una y otra vez.
—Tu cabello huele bien.— él susurró adormilado, abrazándola por atrás, deseando no volver a soltarse nunca.
Ella sonrió, y el silencio acentuó el chillido de los grillos en el exterior aquella noche.
—Nabila me ayudó a bañarme. —contó ella, cerrando sus ojos ante las caricias que él le daba a su vientre.— Apenas podía sostenerme de pie.—
Dixon suspiró, sintiendo cierta opresión en el pecho al tratar de imaginar por lo que ella había pasado en esos cortos días. La explosión, los caminantes, el hambre, el cansancio, la soledad, y el largo camino que tuvo que recorrer para regresar a Hilltop pese a todo.
—¿No dormiste nada desde que llegaste?—
—No. Me enteré de que un idiota casi se suicida peleando con una hija de... su madre.— reprochó con gracia y sintió su sonrisa acalorando su cuello.— Casi golpeé algunos rostros cuando trataron de apartarme de tu lado. —confesó.— Después comprendí que apestaba y se me pasó un poco. —
—Le hiciste un favor al pueblo.—bromeó y ella lo miró sobre su hombro, ofendida.
—Tú eres el menos indicado para hablar.—
Él rió, volviendo a enterrarse sobre su nuca con una sonrisa plasmada que ni Alpha ni ningún idiota podría quitarle.
—Duerme un poco.— recomendó.— Te pones algo loca cuando tienes sueño.—
—Pero... ¿Te quedas conmigo?—su voz empequeñeció al pensar que pasaría otro minuto alejada de sus brazos. Dixon, sin embargo, le respondió al aferrarse a su cuerpo y entrelazar cómodamente sus piernas con las de ella.
Y Neferet se dejó caer en los brazos del amor de su vida, entregándose al sueño mientras de sus ojos caían pequeñas lágrimas.
