Capítulo 17.A

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Capítulo XVII: El Centro del Mundo

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Capítulo XVII: El Centro del Mundo

La circense se había marchado hace unos pocos momentos y Negan no podía estar más confundido.

Oírla decir que no se detendría a la hora de protegerlo lo volvía lo loco. La amaba de una forma descomunal y no deseaba otra cosa, a parte de su libertad, más que abrirle sus brazos y no volver a soltarla nunca. Pero se volvía tan efímera para él.

Y Daryl era su jodido problema. Ese tipo definitivamente era su karma. Ese tipo era como la mujer con la que antaño engañó a Lucille en su tiempo.

Lo detestaba. Jamás había envidiado tanto a alguien como lo hacia con el cazador. ¿Qué diablos tenía ese sujeto?¿Que clase de maldito don poseía?¿Por qué ella siempre volvía a su lado, aún cuando Daryl la destruyera en cada oportunidad que se presentaba? No tenía sentido si no se trataba de alguna clase de actividad paranormal.

Y sabía perfectamente que él tampoco la merecía. Él había asesinado a sus amigos, obligado a convertirla en su esposa, llevándosela lejos de su hijo... Pero ahora, todo habia cambiado. La quería. La quería al punto de dar su vida por ella. Eso era un hecho y no tenía retorno. Era irrevocable.

Pero debía alejarla. Debía esforzarse por lograrlo. Porque no era un maldito masoquista. Sabía que esperarla no se trataba más que de acción puramente vana e inservible. Porque de algún modo u otro, siempre escogería a Daryl.

Se dejó estar en su catre, apoyándose vagamente contra la pared. Sus facciones delataban el cansancio y la frustración que lo albergaba en profundidad.

Se mantuvo con su mente llena de estos pensamientos hasta que el rechinido de la puerta captó toda su atención.

Diablos, vaya sorpresa.— expresó curioso, cuando Carol se posó delante de los barrotes.  —Pensaba que serías Gabey, que venía para darme la extremaunción.—

—¿Quieres el perdón?—ella fue al punto.

—He hecho lo que he hecho.—juntó sus hombros.—  No voy a suplicar de rodillas por eso.—

—¿Y qué quieres?—indagó ella.

—Una gran chuleta, una cerveza
y puede que un helado de chocolate.—bromeó. —¿Qué más te da lo que quiera?—

—¿Y si no tuvieras que morir?—

Él se incorporó, curioso hasta los huesos  y mientras metía ambas manos en sus bolsillos se posó también delante de la valla, encarándola.

—No sabía que tuvieras voz en el consejo de tarados que decide mi destino.—

—No vengo de parte del consejo.—aclaró.

Después De La Tormenta ||Daryl Dixon; NeganDonde viven las historias. Descúbrelo ahora