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—¡Ah! —exclamó Neferet, descargando la frustración que llevaba en un hachazo que le dio al último caminante de la zona.
Negan sonrió ante esa escena. Le encantaba que fuera tan ruda.
—Me fascina que uses esa hacha. —
Neferet respiró agitada y soltó el hacha al voltear hacia él, molesta.
—¿Qué mierda? —
—Oh, vamos, solo fue un comentario. —
—No, ¿qué mierda fue eso? ¿Cómo le dices a Aaron que la muerte de Eric fue su culpa? Tú no sabes lo mucho que él ha sufrido.—
Negan llevó sus dedos hacia el puente de su nariz. No esperaba discutir por ello con ella.
—Mejor no hablemos de... —
—No, no. —lo cortó y golpeó sin fuerza su pecho. —Habla, carajo. —bramó enojada. —¿Acaso sabes del amor que Eric tenía por Aaron? ¿Del gran amigo que fue para mi? ¿Resulta ahora que su muerte es nuestra culpa?¿Crees que queremos oir esa mierda en un momento así?—
—Pensé que entenderías. —murmuró, sin poder sostener esa mirada de fuego que le dedicaba.
—¿Entender qué? — Negan quiso contestarle, pero sus palabras lo dejaron de enmudecido. —¿Que la muerte de Glenn y Abraham es mi culpa? ¿La de Rick? ¿Michonne tal vez? —
—Sabes que eso no... —
—Lo dejaste muy en claro. —
El de barba bicolor se perdió el suelo con sus ojos avellana. Neferet lo era todo para él, pero si ella todavía no confiaba del todo, le resultaba más difícil tratar de redimirse.
—Me refería a ti.—murmuró.
—¿Disculpa? —instó, molesta, al no haberlo oído.
—Me refería a tí, Neferet. —habló en alto y la miró profundamente. — Me refería a que quiero protegerte. —
La circense quedó en blanco con esta confesión, y sus palabras quedaron enroscadas en su garganta.
Aquel gélido escalofrío que recorrió su cuerpo... ¿Acaso era miedo? ¿Le temía a Negan?
Mejor dicho, ¿le temía a lo que Negan le ofrecía día a día? Carcajadas sonoras, ratos amenos, miradas cómplices, un lenguaje corporal único con el que solo ellos dos se comunicaban.
