Capítulo 9.B

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||Costumbres||

Las puertas de Alexandria se abrieron bajo una oscura madrugada.

El pequeño grupo de apoyo volvió de Hilltop a su respectivo hogar.

Daryl apagó de inmediato su motor y palmeó el muslo de la adormilada pelinaranja sobre su espalda, saludando mientras a Siddiq quien en su caballo se retiraba.

—Oye... —murmuró el cazador. Llegamos a casa.—

Neferet bostezó, despegándose de la espalda sobre la que se había escudado del frío durante el largo tramo. Estiró perezosamente sus brazos antes de bajarse aquel vehículo.

—Pareces un caminante.— rió él, mientras ella acomodaba su cabello hacia atras de lo despeinada que el viaje a contra viento la había dejado.

—Cierra la boca.—rió también, y luego notó que, durante el ocupado día en Hilltop, casi no había tenido la oportunidad de pensar en el ex-salvador. Algo que infinitamente agradecía, porque ahora que lo recordaba, las pocas risas y sonrisas que había emitido y esbozado, respectivamente, carecían de vida. Insulsas y vacías.—
Daryl...—

El cazador levantó la mirada, luego de bajar el pedal que dejaba en pie su vehículo.

—¿Qué ocurre?—

—Gracias...—ladeó una pequeña sonrisa.— Ya sabes... Por distraerme y preocuparte por mi. Al menos sirvió de algo haber salido de esa celda.—

—No importa.— desvió su mirada, con la culpa atacándolo de nuevo.—En cambio, gracias a ti por haber ayudado
con lo de Kelly. —

—No hace falta. — expresó, incómoda.—Me alegra que no le haya sucedido nada grave. Connie debe... — cerró sus ojos, aun sin creer el odio y el rencor que le guardaba a esa mujer.— ... Estar tranquila.—

—No lo sé, supongo.—divagó, mordiendo su labio inferior como solía hacer al estar nervioso o incómodo.
—¿Estarás bien?—

Neferet cerró sus ojos y apretó sus labios, reprimiendo la aparición de lágrimas que formaron una pequeña capa brillante sobre sus orbes negros. Asintió rápidamente, exhalando con lentitud.

—¿Crees que deba volver a la celda?—cambió de tema.

—No. —se acercó.—Que se jodan.— le sonrió, sacudiéndola con suavidad del hombro para animarla.—Tú ve a descansar.—

—Buenas noches, Daryl.—

—Descansa, Nef...—

La pelinaranja atinó a saludarlo. Un mínimo beso de despedida sobre su mejilla, del cual se abstuvo inmediatamente al ver solo un triste y precario gesto en ello. Un vano saludo en una amistad inexistente.

Le sonrió mínimamente y pasó por su lado, regresando a su hogar.

Al subir al segundo piso, donde se hallaba su habitación, la idea de hundir su rostro en su almohada y dormir fue su principal pensamiento, tratando de huir de aquella realidad que la agobiaba. Esa donde Negan no estaba.

Abrió la puerta y no se extrañó de la presencia que descansaba en el lado derecho de la cama.

—Pensé que te quedarías a dormir con Carol.—

Después De La Tormenta ||Daryl Dixon; NeganDonde viven las historias. Descúbrelo ahora