Después De La Tormenta ||Daryl Dixon; Negan

Capítulo 21.A

Capítulo XXI: Primera parte;
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Dos semanas después...

Salí del baño luego darme una ducha, con la toalla alrededor de mi cadera. Todavía era muy temprano, pero con el regalito de los susurradores el descanso todavía no parece una buena opción.

Tomé mi ropa de la silla donde Nef y yo arrojábamos todo y la dejé en la cama, en el espacio vacío.

Porque el término "levantarse temprano" no parece aplicar en ella, quien duerme del otro lado, plácidamente. Desnuda, boca abajo, con las sábanas cubriéndola hasta su espalda baja y todo su cabello esparcido. Qué vista, maldición.

Mordí mi labio, no me pude contener. Subí a la cama, ella seguía sin inmutarse. Comencé a repartir besos por toda su espalda hasta llegar a su cuello, me mantuve ahí, lamiendo, mordisqueando su piel. Ella ronroneó mientras se removía.

Su mano alcanzó mi rostro, tratando de quitarme. Rodeé su muñeca y puse su brazo tras su espalda. Ella gimoteó.

—Quítate, hace calor.

—Tienes que levantarte. Hay cosas que hacer.

—Al rato, estoy cansada.

Me reí.

Aunque era extraño. Los últimos días siempre despertaba cansada, y antes no le costaba salir de la cama.

—¿Sí? ¿Estás segura?

—¡No!¡No!

Comencé a hacerle cosquillas en cada lugar de su cuerpo que sabia que tenía, sobre todo en las costillas. Neferet se carcajeó, removiéndose bajo mi cuerpo.

—¡Está bien! ¡Está bien!

Paré, y ella se dio vuelta, boca arriba, mordiéndose el labio con molestia a la vez que contenía una sonrisa.

Tomó mi almohada y comenzó a golpearme torpemente con ella. La detuve entre risas, atrapando sus muñecas, llevándolas por encima de su cabeza.

—¿Y ahora qué harás?— La desafié, mirando fijamente a sus labios enrojecidos por haberse mordido.

—No, ¿Tú qué me harás?

Sonreí.

El amor, Ramsés, pura y exclusivamente, te haré el amor.

[•••]

Pasado el mediodía...

Mientras perro jugueteaba con un grillo a unos pocos metros de mi, yo alisté la ballesta y la lanza sobre la motocicleta.

Nos encontrábamos en la carretera rural, a pocos kilómetros de Alexandria. Los susurradores no solo habían hecho ese desastre en la comunidad, si no también, habían arruinado los cultivos. La demás comida escasearía pronto y era claro que no podíamos esperar a que las verduras crezcan de nuevo, por lo que había que salir a buscar.

Subí a la motocicleta. Hice un primer intento, pero el motor no logró arrancar. Y luego, otro y otro y otro...

Okay.

Vamos.

Otro intento...

Escuché una risita detrás de mi.

¿Qué rayos hace aquí?

Neferet caminó hasta quedar delante de la motocicleta. Se recargó sobre el manubrio mientras me miraba burlona.