Capítulo 7.

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Los días pasaban y ya se encontraban a finales del semestre. En todo este tiempo, Samuel se dedicó a trabajar, atender sus deberes en la universidad, y pasar algunos momentos con su pareja. Hablaba muy seguidamente con Luzu y con Guillermo, de vez en cuando hablaba con los amigos de este.

En este tiempo, tanto Guillermo como Borja se enteraron de varias cosas de la vida del pelinegro. A ambos les agradaba haber recuperado esa vieja amistad con él. Pues Borja, así como el albino, fue amigo de la infancia de Samuel ya que era su vecino antes de que este se marchara.

Aunque el albino y el castaño no se hablaran mucho, ambos concordaban en algo: no les agradaba la pareja de su amigo. Por lo que Samuel les relató a ambos, era una persona que prácticamente tenía mucho control sobre su vida; claro que no lo contó en esos términos, simplemente les relató experiencias por las que había pasado junto a su pareja y cada uno llegó a esa misma conclusión.

Estaban en la pastelería, ya habían terminado su jornada laboral. Tanto el pelinegro como el castaño se preparaban para salir y dejaban todo listo para los jóvenes que los reemplazarían en el siguiente turno. Fuera del lugar dos personas se encontraban a un lado de la puerta, uno de ellos esperando a que el castaño saliera, pues le había pedido el favor de que pasara a entregarle algunos libros que había olvidado en casa.

Al salir, la mirada del castaño se dirigió a la persona que lo esperaba.

– Raúl! ¡hola! – dirigió su mirada al acompañante de este – hola Rubén – saludó con una amplia sonrisa.

– ¿se conocen? – preguntó el del piercing con curiosidad. Al momento, un pelinegro salió del local y se paró al lado de su amigo de ojos azules – Samuel, hola – saludo el moreno, recibiendo un saludo como respuesta.

– ¿se conocen? – esta vez preguntó el castaño con la misma curiosidad.

– Es amigo de Guillermo, por eso nos conocemos – respondió el de ojos amatista a la pregunta de Luzu.

– Pues nosotros nos conocemos por Samuel – contestó el castaño a la primera pregunta hecha por Raúl.

– vaya el mundo es pequeño – añadió con curiosidad el peliblanco, la escena era bastante interesante.

Conversaron por un breve momento, hasta que una quinta persona hizo presencia en el lugar. Se trataba de un joven de tez blanca, cabello castaño oscuro, ojos del mismo color, y altura similar a la de Rubén. Esta persona que recién llegada, tan solo miró a todos con cara de pocos amigos; sin decir nada, con su mano tomó la muñeca de Samuel y, dirigiendo una última mirada al grupo, se dispuso a jalar al pelinegro para retíralo de allí sin siquiera despedirse, sin pronunciar palabra alguna. Pero antes de retirarse completamente, su mirada chocó con los ojos esmeralda de Rubén quien tenía el ceño completamente fruncido. Si las miradas mataran, ambos estarían muertos en ese momento. Esto no pasó desapercibido por ninguno de sus acompañantes.

Hasta que los dos jóvenes se retiraron del lugar, Raúl rompió el silencio tratando de meter un tema en conversación para bajar la tensión del ambiente.

– emm, ¿te diriges a la universidad cierto Luzu? ¿te acompaños? ¿Qué dices Rubén? – preguntó.

– sí, claro no hay problema – respondió el castaño. El peliblanco simplemente asintió.

En el camino conversaban de temas triviales, con el de ojos esmeralda ausente en esta conversación. Caminaba viendo al suelo metido en sus propios pensamientos, la actitud de la persona que se llevó a Samuel del lugar no le había agradado para nada y despertó en él mucha ira, la pregunta que se hacía internamente era ¿por qué le molestaba?, se notaba que era la pareja del pelinegro y ese tema no era de su incumbencia, aun así, no podía evitar sentirse de aquella manera.

– si Luzu mi niño, si nos hubieras acompañado a la fiesta ese día, te habría presentado a David y los amigos tarados de él – comentaba el de piercing a su amigo el castaño. Rubén salió de sus pensamientos para revirar.

– ¿a quién le dices tarado? – preguntó con fingida molestia.

– ¡genial! Hasta que despertó el calvo este – comentó.

– ¿te preocupa algo Rubén? – preguntó con algo de preocupación el ojiazul.

– no, no es nada, temas de la universidad – Mintió.

Los otros dos se miraron, no muy convencidos, pero retomaron la conversación de antes ahora con el peliblanco incluido. Al llegar a su destino, Borja agradeció a sus acompañantes y se despidió de ellos para ir a su clase, tenía una conversación pendiente con Samuel.

Por su parte, los otros dos muchachos se dirigieron en dirección al hogar del de ojos esmeralda.

– oye calvo, ¿a ti te gusta Samuel? – preguntó el moreno tomando por sorpresa a su amigo.

– ¿eh? – titubeó – n-no claro que no, me agrada, pero no – respondió con algo de nerviosismo.

– ¿seguro? No creas que no noté como te brillaron los ojos apenas lo viste, ni cómo te cambió la expresión cuando el tipo ese apareció llevándose a Samuel – lo confrontó el pelinegro, pues este era bastante detallista al momento de analizar a las personas.

Rubén quedó en silencio. Su amigo prestaba demasiada atención a los detalles, por algo estaba estudiando psicología, sabía que no se le podría ocultar nada tan fácilmente; por lo que simplemente calló un momento para reflexionar sus palabras.

¿a él le gusta Samuel?

Esa duda ahora ocupaba sus pensamientos. Jamás se había cuestionado aquello, siempre había ignorado todos los sentimientos que el pelinegro le producía por el hecho de que tiene pareja. Pero, ¿y si su amigo tiene razón? ¿y si Rubén realmente siente algo por el de ojos amatista?

Eso tan solo complicaría las cosas.

– Rubén, no te mates la cabeza ahorita. Solo, piensa lo que te dije, ¿vale? – agregó el moreno al notar a su amigo perdido en sus pensamientos, pues sabía que, si sus sospechas eran ciertas, este mismo se lo contaría; por lo que cambió de tema y continuaron su camino a casa. 


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asdf. Muchas gracias por todas las visitas y los votos en esta historia. Me animan mucho y me hacen muy feliz <3 

Junto a ti, en otra vida | RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora