Capítulo 12.

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– ¿Qué es todo esto? – Preguntaba un pelinegro, quien acababa de llegar a su hogar, el cual compartía con su amigo castaño, asombrado al ver la decoración en la parte trasera del lugar. Una manta morada extendida en el suelo con dos cojines sobre esta, un recipiente con un vino y unas copas, un pequeño ramo de flores (moradas también) junto al recipiente del vino, y un pequeño telescopio al otro lado.

– Recordé que te gusta mucho ver las estrellas, así que quise hacerte esta pequeña sorpresa – el castaño esbozaba una amplia sonrisa en su rostro. La mirada del pelinegro brillaba al recorrer visualmente cada detalle de la decoración, amaba el morado, amaba ver las estrellas, y amaba la compañía del castaño.

– es hermoso, pero, ¿Por qué? – la curiosidad lo invadía.

– verás... – el castaño guardó silencio un momento para pensar bien en sus palabras. Momento en el cual el pelinegro se le cruzaban miles de ideas por la cabeza, ¿regalo de cumpleaños? No, aún falta mucho; ¿regalo adelantado de cumpleaños? Nuevamente no, el castaño frente suyo a duras penas y recordaba su propio cumpleaños; ¿había ganado algún premio del que no estaba enterado? Absolutamente no; ¿se le iba a declarar? Ojalá, pero lo dudaba.

– Desde que te conocí sentí algo especial por ti, ¿sabes? Solo contigo me siento en armonía, siento que mis días son más pacíficos, aunque nos peleemos todo el tiempo – una pequeña risa escapó de sus labios – siento que a tu lado vale la pena continuar la vida, que vale la pena cualquier esfuerzo con solo ver esa hermosa sonrisa en tu rostro – ¿era eso lo que creía que era?, un enorme sonrojo se formó tanto en sus mejillas como en las del castaño – Te quiero. No sé en qué momento empezaste a gustarme, para cuando me di cuenta, ya me encontraba perdido en el hermoso amatista de tus ojos – Ambos se miraban atentamente. Poco a poco fueron acercándose – Y la verdad, me gustaría seguirme perdiendo en ellos – finalizó. El pelinegro no podía creer lo que había escuchado, estaba sumamente feliz y, sin pensarlo, simplemente se acercó más al contrario.

La distancia entre ambos se acortó, sus labios se unieron en un suave y dulce beso. Un beso que ambos soñaban se hiciera realidad. Porque ambos se correspondían, y ambos estaban dispuestos a emprender un nuevo camino juntos.

Una calidez y una increíble paz inundó su corazón.

Y la alarma de su celular sonó. En un movimiento lento, la apagó. El pelinegro por un momento quedó desorientado, ese sueño le había hecho perder la noción de tiempo y espacio, tanto que solo se quedó viendo al techo pensando que todo eso era real y era únicamente para él; hasta que se despertó completamente.

Llevó una mano a su cabeza. Lentamente se sentó sobre la cama viendo a cualquier lugar del suelo. Se sentía confundido. Por un lado, sentía como si aquel sueño fuera real, como si se tratase de un recuerdo añorado resguardado bajo llave y protegido en su corazón. Por otro lado, no lograba entender el porqué de ese sueño, ¿Era al caso algo que anhelaba? En todos los años que lleva de relación con su actual pareja él jamás ha sido tan detallista con el pelinegro. Tan solo le ha dado uno que otro regalo y algunas invitaciones a salir; pero fuera de lo cotidiano, nada más.

Sin embargo, la persona de ese sueño había logrado llenar su corazón de felicidad con tan solo un detalle, pues el solo hecho de contemplar sus gustos para realizarle una pequeña sorpresa era algo que demostraba todo el amor que sentía.

¿Es ese tipo de cosas las que suelen hacer las parejas normalmente?, Samuel se lo preguntaba.

Una parte de él añoraba que algo así llegara a pasarle en su vida. Pero ¿Acaso se lo merecía?, el tan solo no podía creerlo, pues nunca se ha sentido suficiente, ni para su pareja ni para nadie, entonces ¿Qué le hace pensar que alguien haría algo así por él?

Junto a ti, en otra vida | RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora