Capítulo 22.

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Samuel siempre ha sido una persona demasiado insegura de sí mismo. Siempre ha pensado que cualquier persona es mejor que él, esto producto de los abusos y de bullying que sufrió desde que se cambió de ciudad; para las otras personas era fácil molestar al nuevo solo por ser tímido y no tener ningún amigo que lo respaldara. Vivió varios años así, presa de muchos maltratos: tanto apodos hirientes como golpes en alguna parte de su cuerpo por que sí, aprovechando que nunca se quejaría a causa del miedo.

Hasta que conoció a Akira, ella fue la única persona que un día se acercó a compartir algo de su merienda con él cuando notó que no tenía nada para comer. No le importó los malos comentarios ni las burlas que le hacían al pelinegro. Ella, con un corazón muy gentil, ofreció su amistad sin dudarlo cuando aquel chico agradeció su gesto con una sonrisa sincera y un brillo muy especial en sus ojos, llenos de ilusión. Pasaron varios años así, forjando una amistad y con las demás personas creyendo que se trataban de una pareja. Pero ellos eran tan unidos, que parecían más hermanos y se consideraban como tal.

Todo mejoraba en la vida del pelinegro, y fue así incluso cuando conocieron a Nicolas: un día cualquiera que llegó como nuevo estudiante al año que cursaba. Samuel sabía lo duro que era ser el nuevo en un lugar lleno de personas con malas intenciones, por lo que no dudo en ofrecer su compañía y su generosidad al nuevo estudiante. Se alegraba que la situación para él hubiese sido completamente diferente, pues nadie parecía burlarse ni molestarlo. Con el tiempo se hicieron muy amigos; ellos, junto con Akira, pasaban la mayor parte del tiempo juntos.

Así como en el relato que la rubia contó a la hermana de Rubén. En algún punto de esa creciente amistad, las cosas entre Samuel y Nicolas pasaron a un mayor nivel, por así decirlo. El día en que dieron a conocer oficialmente de su relación, la rubia no podía estar más que contenta por ello; ignorando lo que acontecería después.

Los primeros meses, incluso el primer año, la relación entre ellos dos era perfecta. Se apoyaban en todo, se demostraban su cariño a diario, pasaban la mayor parte del tiempo juntos y Samuel no dudaba en complacer a su pareja en todo lo que pudiera; sin saber que esto mismo sería su perdición en un futuro.

Pues Nicolas era una persona que siempre trataba de demostrar que era fuerte, que nunca lloraba, que cualquier cosa podía superarla; aunque la realidad fuese lo contrario. Lloraba en la soledad y maldecía una y otra vez por la vida que le había tocado, pues desde niño se vio obligado a enfrentar la crueldad de la humanidad, justo cuando su padre decidió abandonarlos, a él junto con su madre y sus hermanos, sin importarle en absoluto que ella no tuviese un trabajo y estos se quedaran sin algo que comer. Su madre se partía el lomo rebuscando cualquier trabajo que le generara algo para poder llevar comida a la mesa. El mayor de sus hermanos la ayudaba, y se sostuvieron así por algún tiempo; hasta que este último cayó en las drogas y se perdió en ellas. Para ese punto, ya su madre contaba con un trabajo estable y tenía a sus otros dos hijos recibiendo estudios, como cualquier niño debería hacer. Pero, aunque las cosas mejoraran con el paso del tiempo, la mujer no podía evitar sentir tristeza por haber sido reemplazada cruelmente por el que creía era el amor de su vida. Por lo que se ocupó de darles a sus hijos lo que necesitaran, todo menos amor. Estos crecieron sin un ejemplo de amor maternal y cariño alguno en sus vidas. Por lo que, cuando Nicolas conoció a Samuel, no supo cómo interpretar las muestras de cortesía que este tuvo con él. Pues nadie lo había tratado así antes apenas al conocerlo. Con el paso del tiempo fue inevitable enamorarse del pelinegro, con algo de confusión por ese nuevo sentimiento.

El primer año de relación entre ellos fue una exploración en ese nuevo camino que habían afrontado; era la primera relación de ambos, el primer amor, incluso el primer encuentro sexual. Eran unos jóvenes que apenas experimentaban el mundo y con sus cuerpos. Sus familiares apoyaron en todo momento la orientación sexual de ambos jóvenes; los padres de Samuel se mostraron compresivos, mientras que la madre de Nicolas se mostró indiferente. Pero para ellos eso estaba bien, y con eso les bastaba.

Junto a ti, en otra vida | RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora