Capítulo 29.

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– ¿sabes? Quisiera mirar esas hermosas esmeraldas por toda la eternidad –

– ¿mi deseo? Estar siempre a tu lado –

– ¿Qué dices? ¿Pero no te aburrirías de verme? –

– Tontito, si lo dices no se cumplirá –

– No, jamás me aburriría –

– ¿y quién dice que no se cumplirá? –

La luz del sol se colaba por la única ventana en la habitación, despertando a quienes se encontraban allí durmiendo. Lentamente abrieron sus ojos. Lo primero que visualizaron fue la mirada de su acompañante y, por un momento, sintieron que aquellas palabras que se repetían en su mente habían salido de la boca del contrario en alguna ocasión. Por un momento, sintieron que conocían a la persona a su lado a la perfección; que miles de veces habían visto esos mismos ojos al despertar, esa misma sonrisa adornar aquel rostro.

Con una sonrisa boba ambos se acercaron depositando un pequeño beso.

Hasta que un ruido afuera de la habitación los despertó completamente.

Se trataba de los otros dos invitados, quienes estaban en la cocina del pequeño departamento tratando de preparar un desayuno; más bien David era quien estaba preparando el desayuno mientras en albino le ayudaba alcanzando lo que necesitara, tropezando con algunas cajas y botando algunas cosas de la repisa sin querer.

– parece que el empanado hoy eres tú Guille – se burló el moreno al ver la torpeza de su amigo.

– cállate, que te recuerdo que me quitaste las cobijas y no me dejaste dormir –

– ¿yo? Pero si eras tú el que me abrazaba y no me dejaba ni moverme – se defendió el moreno provocando un fuerte sonrojo en el albino.

– huele bastante bien- comentó el peliblanco llegando a la cocina de repente, seguido del pelinegro. -David, no sabía que sabias cocinar. –

– hombre, vivo con 6 hermanos y unos papas muy ocupados, alguien más aparte de mamá debe encargarse de cocinar. – explicó el moreno terminando lo que estaba haciendo, para después, servir el desayuno siendo ayudado por los demás.

Todos se encontraban desayunando en una animada conversación, siendo el moreno el sujeto de burlas esta vez. Trataban de amenizar el ambiente y alegrar un poco al pelinegro por los eventos acontecidos la noche anterior. Pero, aun así, este se encontraba algo pensativo.

– Sam, ¿Qué te ocurre? Estas bastante distraído – preguntó el albino al notar la mirada perdida de su amigo.

– nada... es solo, que estoy seguro que Nicolas volverá hoy y no sé si estoy preparado para enfrentarlo – se sinceró el ojo amatista.

Los tres acompañantes se vieron, comprendían que el pelinegro estuviera inseguro, pues los eventos habían sido muy recientes, aun debía procesar todo. Entonces, una idea pasó por la mente del albino.

– Sam, en mi casa sobra una habitación a parte de la que tenemos para los invitados, ¿quieres quedarte este fin de semana?, por mis padres no creo que haya problema, les caíste bien – propuso, el pelinegro lo pensó por algunos segundos, un cambio de aires podría hacer que se calmara y pensara bien todo lo que le diría a su ex novio en el momento en que pensara enfrentarlo, porque esa conversación ocurriría tarde o temprano.

Con esto en mente, Samuel aceptó.

La mañana pasó, David y Guillermo se adelantaron, pues el moreno debía llegar antes a su hogar. Por su parte, Samuel y Rubén seguían en el departamento del primero mientras este alistaba lo necesario para pasar un fin de semana con sus amigos.

Junto a ti, en otra vida | RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora