Capítulo 11.

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Era una tarde bastante fresca. Zaira, la hermana de Rubén, había terminado su jornada laboral. Ese día no tendría clases debido a que su profesor no podía asistir, por ello tenía la tarde libre. Aun así, debía pasarse un momento por la universidad a entregar unos papeles, por lo que se quitó el uniforme del trabajo, dejo todo organizado en su lugar y salió del restaurante en el que trabajaba. Al dar unos cuantos pasos, un llamado la hizo detener.

– ¡Nieves! – Se acercaba una joven de cabello ondulado rubio, tez un poco bronceada y ojos de un color lila bastante brillante, llamándola por el apodo que le había puesto tras teñirse el cabello de platinado. – ¿A dónde vas? – preguntaba, pues, sabía que su amiga no tendría clases esa tarde.

– voy un momento a la universidad a dejar unos papeles –

– ¡te acompaño!, también tengo la tarde libre –

– ¡Genial! –

Caminaron mientras conversaban de diversas cosas referentes a sus estudios y amores. Llevaban poco tiempo de conocerse, pero habían formado una linda amistad.

Al llegar al lugar, cruzaban la entrada hablando animadamente; dicha entrada consistía en un corredor bastante amplio que dejaba relucir toda la naturaleza, árboles y lugares verdes que se extendían por ambos lados. En uno de estos lados, se podía observar un pequeño grupo de personas conversando amenamente. Zaira al prestarle atención brevemente, notó que se trataba de su hermano y sus amigos.

– ¡oh! ¡Mi hermano está por allá! – con su mano apuntaba en dirección a ellos. – Te lo puedo presentar ahora que volvamos, a él y sus amigos – decía con una amplia sonrisa en su rostro.

La rubia al ver en dirección a donde había apuntado previamente su amiga, se asombró bastante. Esto Zaira lo notó.

– emm... ¿tu hermano es uno de los albinos verdad? ¿y los demás sus amigos? – preguntaba anonadada.

– si... ¿pasa algo? –

– ¿vez al pelinegro que está junto al moreno? El de ojos amatista –

– mmm... si, lo veo – afirmó prestando atención.

– sigamos caminando – Dijo la rubia para emprender camino de nuevo – verás, conozco a ese muchacho, su nombre es Samuel –

Y algo hizo clic en la mente de la ojiazul. Su conversación con Rubén había llegado de golpe a su mente. No podía estar equivocada, era él de quien hablaba su hermano. Sin decir nada, dejó que su amiga continuara la conversación.

– Lo conozco de hace varios años. ¿Te conté que vengo de otra ciudad verdad? – la ojiazul asintió. – Éramos amigos, estudiamos en el mismo instituto, aunque yo le llevaba un año. Lo conocí porque él solía pasar sus descansos solo, así que un día empecé a hablarle y de allí empezó nuestra amistad. Le quería como a un hermano. Hablábamos casi todo el tiempo y fue así por varios años, hasta que Samuel conoció a Nicolas. – Su mirada ensombreció un poco. Nieves, como la había apodado, lo notó. – Al principio todo era normal, poco a poco Nicolas fue integrándose en nuestras conversaciones y pasando tiempo con nosotros. Cuando me di cuenta, Samuel y él habían iniciado una relación. Me sentí feliz por ellos en su momento, a Nicolas lo apreciaba y a Samuel lo quería demasiado, me daba alegría verlos felices. Pero las cosas cambiaron repentinamente... – guardó silencio por unos segundos. Luego continuó. – Samuel y yo éramos confidentes. Nicolas conmigo siempre fue alguien neutral. Llegué a saber muchas de las cosas por las que Samuel pasó en ese tiempo en la relación. Siempre traté de aconsejarle y de darle todo mi apoyo. Pero un día simplemente dejó de hablarme, así sin más. Me bloqueó de todas las redes sociales y evitaba cruzar palabras conmigo. Yo lo busqué más de una vez tratando de pedirle una explicación. Pero Nicolas nunca dejaba que me acercara, siempre estaba con él. –

Junto a ti, en otra vida | RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora