Capítulo 36.

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Había pasado una semana después del incidente, Rubén se encontraba un poco mejor; los médicos se habían encargado de tratar lo mejor posible las heridas asegurándose de que estas no hubiesen afectado alguna parte vital de su cuerpo. Pero, aun así, el peliblanco no despertaba. Samuel, y todos los amigos de Rubén lo visitaban frecuentemente, siendo el de ojos amatistas el que más tiempo se quedaba con él.

Un día después de esa semana, Samuel se encontraba en el baño del hospital cambiando el agua de un pequeño arreglo florar que había dejado Guillermo unos días antes para Rubén. Al salir de este, se detuvo inmediatamente al encontrase cara a cara con la persona que menos deseaba ver en aquel momento.

– ¿Samuel? – se trataba nada menos que de Nicolas, ¿de todas las personas, por qué justo él? Se preguntaba el pelinegro.

– Lo siento, no tengo tiempo ahora – rodeando al castaño, Samuel se dispuso a volver a la habitación del peliblanco, pero fue detenido con un agarre en su brazo al poner un pie en marcha.

– Sam.... espera, quiero hablar contigo de algo. –

– ¿y con todo el descaro del mundo, después de lo que me dijiste, quieres que acepte escuchar alguna palabra tuya de nuevo? – cortante y tajante. En realidad, Samuel no hubiese querido sonar de esa manera, pero la situación por la que pasaba en ese momento tenía todos sus sentimientos a flor de piel.

– Samuel perdóname, – empezó a hablar de manera apresurada el castaño antes de que el contrario se marchara – me costó entenderlo, pero al fin me he dado cuenta de cuanto me he equivocado contigo, jamás debí decirte esas palabras, ni tratarte de la manera en que lo hacía, no estaba bien. – pasó un poco de saliva, luego continuó – No estoy pidiendo que regreses conmigo, ni que seas mi amigo o algo por el estilo, solo quería que escucharas lo arrepentido que estaba... – unas pequeñas lagrimas rodaron del rostro de aquel castaño. Samuel estaba callado, pensaba solo no responder y dejarlo con las palabras en la boca, pero al final no pudo contenerse.

– ¿enserio esperas que de un momento a otro perdone todo por lo que me hiciste pasar?, escúchame Nicolas, no te odio si es lo que te preocupa; pero me hiciste mucho daño, agradecería que te mantuvieras lejos de mí, no estoy en un buen momento para lidiar contigo, solo... que te vaya bien en tu vida. – sin mirarlo se dispuso a retirarse del lugar. Pero nuevamente fue retenido.

– ¿te pasó algo Sam? ¿estás enfermo? –

– No y no deseo seguir la conversación, que estes bien Nicolas – Soltándose del agarre, Samuel se dirigió nuevamente a la habitación de Rubén. La conversación previa que había sostenido con el castaño le daba vueltas por su mente, ¿Por qué de un momento a otro aparecía diciendo estar arrepentido por lo que había hecho? Esa actitud no concordaba con la actitud que había mostrado el ultimo día que se vio con él. Era extraño, aun así, el pelinegro no le dio más importancia y se concentró en Rubén. 


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– Habitación 224, Rubén ... Así que estas visitándolo ¿verdad Sam? – murmuró el castaño, quien había seguido a Samuel sin que se diera cuenta. Se encontraba justo en la puerta de la habitación del peliblanco, sin el pensamiento de entrar. Momento después de leer el letrero de la puerta, dio media vuelta y se fue de allí.


⭐⭐⭐


Después de aquel instante, Samuel no se volvió a topar con Nicolás y realmente lo agradecía. Sus amigos, especialmente Guillermo y Borja habían aplaudido la actitud con la que se había enfrentado a su ex pareja, recomendándole también que no pensara en el tema y se centrara en sus deberes, pues no podía descuidar la universidad y mucho menos el trabajo. Así que seguía tendiendo medio tiempo en la cafetería, acudía sin falta a sus clases, y estudiaba para sus exámenes en el hospital sin faltar ni un solo día para ver a Rubén. La madre de éste había recomendado en varias ocasiones que descansara un poco, pues alcanzaba a notársele algo de ojeras, pero Samuel se negó a dejar de visitar a su amado un solo día.

Junto a ti, en otra vida | RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora