Capítulo 6.

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Silencio. Una preguntaba retumbaba en su mente, "¿por qué?". No podía articular una palabra. Le costaba poner en orden sus pensamientos. El miedo lo dominaba por completo. Desviaba su vista de la persona que tenía en frente, un pelinegro de ojos amatistas.

– lo prometimos... ¿recuerdas?  Esas palabras se clavaban como estacas en su corazón. Si, recordaba la promesa, recordaba que intentó cumplirla; pero como un cobarde, se retractó de sus actos a último momento. El miedo le ganó.

– ... Lo siento – Su voz se apagaba cada vez más.

 ¿lo siento?, ¿solo eso?  el enfado se hacía notar en el ambiente  Después de que me enfrente a mi padre y mande a la mierda a mi familia para estar contigo, ¿tu solo me dices que lo sientes?  Un nudo se formaba en su garganta. Por más que tratara de articular una oración, esta simplemente no salía.

– No es fácil... 

– No, no es fácil, eso lo sé. No es fácil enfrentarse a la persona que estuvo dirigiendo tu vida por años, pero dime algo ¿acaso eres feliz así? ¿eres feliz siendo la herramienta de tu padre, cumpliendo cada orden que te da sin importarle si tu vida corre peligro?  levantó su mirada para encontrarse con la mirada seria del pelinegro  ¿Por qué mierda sigues tratando de ganarte la aprobación de ese hombre cuando ambos sabemos muy bien que nunca la tendrás?  Era verdad, sabía perfectamente que para su padre era una decepción, un estorbo. Siempre lo utilizaba para enviarlo a realizar trabajos complicados con la esperanza de que no regresara de ellos. Por años sufrió todo tipo de maltratos, y cuando por fin tuvo la oportunidad para enfrentarse a su padre, se acobardo y se retractó en el momento.

Era un maldito cobarde.

– ... yo 

 ¿sabes qué? No digas nada, ya me quedó en claro que no me amas tanto como decías hacerlo – sus ojos se abrieron como platos. El pelinegro le dio la espalda para marcharse del lugar, claramente decepcionado, herido. Por no enfrentar su miedo, acababa de dañar a la persona que más amaba en el mundo, perdiéndola en el proceso.

Y eso le dolía profundamente.

La oscuridad invadió el lugar. Un sentimiento de desespero se hizo presente.

Y con la respiración agitada, despertó.

¿qué acababa de soñar? ¿Por qué se sentía tan jodidamente real?

Su corazón latía con fuerza y su cabeza dolía de sobre manera. Una increíble tristeza lo dominó por completo. Miles de lágrimas rodaron por sus mejillas sin para. ¿Por qué dolía tanto? Tan solo se trataba de un simple sueño, ¿verdad?

Como pudo, se levantó de su cama y fue al baño para mojarse el rostro. Cuando estuvo frente al lavabo, cerró sus ojos con fuerza aún con los sentimientos a flor de piel. Trató de calmarse. Respiró profundamente y reguló su respiración. Se remojó la cara y la secó dando toques suaves con la toalla. Se había calmado. Cuando volvió a su habitación, tomó el celular y se fijó en la hora. Sus ojos se abrieron y los nervios lo invadieron; nuevamente se le había hecho tarde.

Maldijo por lo bajo y se alistó lo más rápido que pudo. Se bañó y arregló, tomó un café con un pan por desayuno, lavó sus dientes, tomó su mochila, se despidió del gato y salió de su hogar en dirección a la universidad.

Grande fue su sorpresa al llegar y encontrar el salón vacío. Estaba seguro que en su horario marcaba que tenía clase a las 8 de la mañana los días jueves, por lo que no ver ni un alma le extrañaba; hasta que un recuerdo llegó a su mente, pues para ese día, el profesor había anunciado que no podría dar clases, por lo que tenían sus horas libres. "Bravo Rubén, por algo no había sonado el despertador ¿no crees?" pensó para llevar una de sus manos a su rostro. Genial, ahora debía esperar dos horas haciendo nada mientras iniciaba la próxima clase.


⭐⭐⭐


– ¿Enserio olvidaste que no habría clase en las primeras horas? ¿Qué mota te andas fumando? – comentaba David con un tono de burla mientras el albino reía con fuerza.

– ya no se burlen que un descuido le pasa a cualquiera –

– sí, pero no para alguien que su prioridad es dormir – agregó el albino. Rubén solo suspiró. Sería un día largo.

Caminaban tranquilamente por los pasillos conversando de temas triviales. Ya era cambio de clase y se dirigían al salón que les correspondía en ese momento. Al llegar, notaron que varias personas salían de este, entre esas cierto pelinegro acompañado por un joven de cabello castaño y ojos azules, quienes conversaban animádamente. Al notarlos, Guillermo llamó a su amigo con una enorme sonrisa en su rostro.

– Sam! ¡Hola! ¿Cómo estás? ¿Cómo te trata la vida? – preguntaba animádamente el albino.

– Guille hola! – saludo a su amigo para pasar su mirada en las otras dos personas y saludar – muchachos, buenos días. Estoy bien, gracias por preguntar Guille. Por cierto, les presento a un amigo – dijo para presentar a la persona que lo acompañaba en ese momento.

– su nombre es Borja, estudia conmigo en la misma carrera. – se dirigió al castaño – Borja, ellos son Guillermo, David y Rubén – presentó respectivamente a cada uno de las personas junto a él.

– mucho gusto, pueden llamarme Luzu – agregó el castaño esbozando una sonrisa. Iniciando también una pequeña conversación que se vio interrumpida por el inicio de las siguientes clases.

Se despidieron para marcharse del lugar, mientras todos entraban al salón y el pelinegro junto a su amigo se retiraban, una mano sostuvo la muñeca del de ojos amatistas impidiendo su caminar.

– ... perdón – en un impulso, Rubén lo detuvo sin ser consciente del hecho y mucho menos con algún motivo en mente. Las palabras salieron solas como si necesitase expresarlas, como si necesitase disculparse por algo.

– ¿Por qué? – la curiosidad se hizo presente en el pelinegro, no habían conversado en toda la semana más que esa tarde en el campus sentados en el pasto viendo al cielo. ¿acaso se estaba disculpando por haberlo abrazado pensando que pudo causar incomodidad?

Como si sus pensamientos se conectarán, el peliblanco recordó el mismo suceso y con eso en mente tan solo improvisó – yo... bueno, el otro día en el campus, no sé si te incomodé, pero si así fue te pido disculpas – comentó para soltar su mano en el proceso.

– no te preocupes por eso, no me incomodaste – el pelinegro esbozo una pequeña sonrisa. Una corazonada le decía a Rubén que, así como él, Samuel había disfrutado de ese abrazo. Por lo que, estando más tranquilo, se despidió de los dos muchachos y se dispuso a entrar a clases.

Por su parte, el pelinegro y su amigo caminaban tranquilamente en dirección a cafetería, hasta que una curiosidad invadió al castaño.

– Samu, ¿Te gusta ese chico de ojos esmeralda? – preguntó para tomar por sorpresa a su amigo

– ¡¿Cómo?! – se alarmó – No no Luzu, tengo pareja, no puedo fijarme en alguien más- hablaba nerviosamente, aunque es verdad que tenga pareja, no podía evitar sentirse extraño con la presencia del teñido y esto Borja lo pudo notar.

– aja... – el castaño tan solo asintió, se encargaría de averiguar por su cuenta.

– oye – el pelinegro cambió de tema – están necesitando personal en la pastelería, me dijiste que buscas empleo ¿no?, ¿te interesa? –

– ¡sí, claro! – dirigieron su conversación en otro rumbo para olvidar el tema de Rubén.  


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Gracias por leer <3 

Junto a ti, en otra vida | RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora