Capítulo 5.

162 35 2
                                    


Lágrimas corrían por sus mejillas sin detenerse. Un profundo dolor inundaba todo su ser. Su corazón dolía de sobre manera. No podía evitar ver con bastante decepción a la persona que se encontraba delante suyo. Un castaño de ojos esmeralda, quien desviaba la mirada viendo algún otro punto del suelo. La tensión era fuerte en el ambiente.

 ¿por qué?  una pregunta salió sin previo aviso.

Silencio. El castaño no pronunciaba palabra alguna, no podía.

– lo prometimos... ¿recuerdas?  decía pausadamente tratando de buscar en vano la mirada del castaño. - prometimos que estaríamos juntos a pesar de todo, que daríamos la espalda a nuestras familias si hacía falta... - un sollozo se hizo notar.

– ... Lo siento 

 ¿lo siento?, ¿solo eso?  el enfado hacia presencia en su ser  Después de que me enfrente a mi padre y mande a la mierda a mi familia para estar contigo, ¿tu solo me dices que lo sientes?  Posó su mano en su frente. La ira y la impotencia lo dominaba poco a poco.

– No es fácil... 

– No, no es fácil, eso lo sé. No es fácil enfrentarse a la persona que estuvo dirigiendo tu vida por años, pero dime algo ¿acaso eres feliz así? ¿eres feliz siendo la herramienta de tu padre, cumpliendo cada orden que te da sin importarle si tu vida corre peligro?  el castaño levantó su mirada para ver al pelinegro a los ojos  ¿Por qué mierda sigues tratando de ganarte la aprobación de ese hombre cuando ambos sabemos muy bien que nunca la tendrás? 

– ... yo 

 ¿sabes qué? No digas nada, ya me quedó en claro que no me amas tanto como decías hacerlo  dio la espalda al castaño para retirarse del lugar, no podía seguir viéndolo, lo amaba tanto que su corazón ardía al darse cuenta que el castaño no fue capaz de luchar por él.

La sensación de vacío invadió su alma. La oscuridad dominó el lugar.

Al abrir sus ojos, una lágrima rodaba por su mejilla furtivamente. Ese sueño había dolido en lo más profundo de su corazón. La sensación que le dejó no era comparable con una discusión de su pareja, el dolor era muchísimo más intenso. Su cabeza dolía. Se sentó en su cama y vio la hora, tan solo faltaban 5 minutos para que su alarma sonara y, con ello, iniciara su día. Decidió levantarse y empezar a alistarse, en el trabajo despejaría su mente.

En el lugar, lastimosamente no podía evitar tener la mente en las nubes. Realizó todas sus obligaciones mecánicamente. Allí no entablaba amistades, tan solo les dirigía las palabras necesarias a sus compañeros y era muy cortés con sus jefes. El lugar no era muy grande, pero contaba con varios empleados quienes se encargaban de distintas labores. Samuel se encargaba de atender a los clientes, actualmente era el único que lo hacía en sus horarios, por lo que la pastelería estaba en busca de otro empleado para acompañarlo; mientras tanto, debía cubrir esta labor él solo.

Su día marchó normal. Llegada la tarde se dirigió a la universidad; aunque tendría la primera clase en unas horas más. El lugar era tan grande y tenía amplias zonas verdes que le relajaría sentarse sin más a observar el cielo. Todo el mundo en ese lugar vivía en su propia burbuja, por lo que nadie cuestionaba si se encontrase solo o acompañado.

Al llegar al lugar, podía sentir la brisa moviendo sus cabellos. Se sentó en el pasto cerrando los ojos para despejar su mente y sentir la tranquilidad. Amaba los lugares que le transmitieran dicha sensación, le calmaba.

Estaba tan relajado que no notó la presencia de alguien más.

– Es bastante tranquilo este lugar; es hermoso, ¿verdad? – Conocía esa voz, se trataba del amigo del albino quien tomó asiento a su lado. No le molestaba su presencia, todo lo contrario.

– sí, aunque hermoso queda corto para este lugar – añadió.

Una pequeña risa se escuchó del contrario.

– oye – el pelinegro desvió su mirada para encontrarse con los ojos esmeralda de su acompañante - ¿Por qué teñiste tu cabello? Digo, te luce muy bien, pero me causa curiosidad el cambio - preguntó sin más.

El peliblanco volteo a ver al frente – pues verás... – y así iniciaron una conversación por algún tiempo, bastante amena, solo disfrutando de la compañía que le ofrecía el otro.

Sus miradas se dirigieron nuevamente al cielo, el azul que lo adornaba era resplandeciente y los pájaros volaban en distintas direcciones, otorgando un escenario bastante bello para ambos jóvenes.

– ¿Sabes? – habló el pelinegro – vivimos en un mundo tan ajetreado y movido, que muy pocas son las personas... –

– capaces de apreciar la belleza que otorga la tranquilidad del silencio – concluyó el de ojos esmeralda, recitando aquellas palabras como si las tuviese grabadas en lo más profundo de su mente.

Sus ojos se abrieron como platos. La sorpresa los invadió. Ambos cruzaron sus miradas. Un pensamiento se coló en la mente de cada uno, ¿Acaso era una coincidencia?

Las palabras no salían de ninguno. El silencio se apoderó del lugar, hasta que un celular empezó a sonar. El pelinegro desvió su mirada al bolsillo de su pantalón para tomar el objeto. La alarma sonaba dando a entender que sus clases iniciarían pronto.

– emm... – aclaraba su voz tratando de articular alguna palabra – t-tengo que ir a clases ya – tartamudeaba, tratando de ignorar lo que había pasado hace unos minutos – nos vemos después Rubén – finalizó, para levantarse del sitio y retirarse del lugar.

El de ojos esmeralda imitó el movimiento del pelinegro y se levantó de su sitio sosteniendo la muñeca del contrario. Con un rápido movimiento, atrajo a Samuel hacia él para rodearlo con sus brazos en un abrazo. No había alguna explicación para su impulso, simplemente quiso hacerlo. Esto al de ojos amatista lo tomó aún más por sorpresa, claro, si eso era posible. Aunque extraño, era agradable para ambos. Sin darse cuenta de sus actos correspondió el abrazo, sintiendo un aroma a chocolate. El momento era bastante grato, los brazos del otro se sentían como un refugio. Era como un sueño.

Pero la realidad llegó del golpe.

Con un notable sonrojo, ambos se separaron del golpe desviando sus miradas. Con un "lo siento, sentía que debía hacerlo" de Rubén, terminaron su conversación y se marcharon del lugar en distintas direcciones. Aún con esa sensación cálida invadiendo sus corazones. 

-

Espero que les haya gustado, gracias por leer <3 

Junto a ti, en otra vida | RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora