Capítulo 28.

138 25 3
                                    


El pequeño departamento que rentaba Samuel, que consistía de una pequeña sala, una cocina, un baño y una única habitación; ahora se encontraba ocupado por su propietario y cinco personas más. A pesar de que la sala solo contaba con un amplio sofá, una mesa, y una TV frente a esta justo al lado de un enorme ventanal; los invitados se las arreglaron para acomodar taburetes y cualquier otro objeto en el que pudiesen sentarse. Esa noche en particular sería larga y difícil para el pelinegro, quien se encontraba sentado en medio del sofá, con sus manos cubriendo su rostro y sollozando fuertemente. Guillermo y Rubén, ubicados a cada lado del pelinegro, trataban de consolarlo con sutiles caricias y abrazos.

Cuando Rubén y Samuel discutieron fuertemente en la universidad horas atrás, el primero se fue del lugar a pasos apresurados y pensó en hacer lo que siempre hacia cuando se encontraba irritado: llamar a dos de sus amigos y dar vueltas por ahí en la ciudad, caminar lo relajaba y con ello bajaba un poco su enojo. Casualmente, Miguel no estaría disponible esa tarde; por lo tanto, se reunió únicamente con Alex con la excusa de querer distraerse, a lo que el último aconsejó caminar por el centro comercial.

Jamás se imaginó que, en esa caminata, mientras conversaban sobre la serie en youtube que ambos estaban viendo, se encontraría con Samuel en un muy lamentable estado. Rubén no lo dudó en seguirlo, si el joven se encontraba de esa manera era por que algo fuerte acababa de pasar; a pesar de estar enojado, sus sentimientos por él eran mucho más fuertes que el enojo. Cuando lo alcanzó ya no se separó de él en ningún momento.

Samuel en cuanto estuvo algo calmado, envió un largo y fuerte mensaje a su exnovio terminando con aquella relación, porque sabía que Nicolas iría a su departamento a arreglar el "mal entendido" y continuar como si nada.

Pero Samuel ya no quería eso.

Fue bastante claro cuando le dijo que ya no lo quería volver a ver. Pero una persona obsesionada, que no se da cuenta de sus propios errores, no entiende de palabras.

Cuando el pelinegro por fin se había calmado, unos golpes a la puerta se escucharon. Este ya suponía de quien se trataba, pero no quería atender, no quería hablar con él, no aún. Entonces en ese momento, Luzu decidió salir a confrontar al individuo; aquella conversación lograba escucharse hasta al otro lado de la vivienda.

– ¿y tú quien mierdas eres? ¿Dónde está samuel? Apártate que vengo a ver Samuel – gritaba iracundo el otro castaño.

– por si aún no te ha quedado claro, Samuel ya no te quiere ver, será mejor que te largues de aquí ahora – confrontó el ojiazul bastante irritado.

– ¡tu a mí no me vas a dar órdenes trozo de mierda! Apártate de mi camino si no quieres tener problemas – gritó con bastante rencor. Luzu se contenía, trataba, pero estaba perdiendo la poca paciencia que le quedaba. Apretaba fuertemente sus manos en forma de puño. Por un momento pensó en mandar todo a la mierda y asestar un golpe, pero se vio interrumpido antes de siquiera intentarlo.

– A ver hijo de puta, si solo vienes aquí a insultar a todo el mundo, será mejor que te vayas a tomar por culo de una vez, que Samuel no está solo – escupió Raúl con bastante enojo al escuchar como el otro tipo insultaba al ojiazul. Luzu le importaba mucho, y no permitiría que cualquiera lo tratará mal.

Nicolas se quedó estupefacto por unos segundos, pero al volver en sí, decidió marcharse del lugar; pues sabía que si formaba una pelea, él estaría en desventaja. Solo dio una última mala mirada y abandono el lugar sin decir algo más, con el pensamiento de que pronto se lo cobraría.

Raúl suspiró, Borja se relajó un poco.

Y Samuel no pudo estar más agradecido con sus amigos.


⭐⭐⭐


– Va, entonces hagamos esto: yo me quedo en el sofá de la sala con Guille y ustedes dos en la habitación de Samuel – proponía David tratando de acomodar de alguna manera a las 4 personas que pasarían la noche en el pequeño departamento. Unos minutos antes Borja y Raúl abandonaron el lugar al percatarse las altas horas que marcaba el reloj. En tanto a Rubén, David y Guillermo se ofrecieron a acompañar al pelinegro por esa noche. El hogar solo contaba con una cama y un sofá estirable, por lo que se podían acomodar en parejas para tratar de descansar.

Todos asintieron, nadie protestó o se quejó.

– solo no vallan a hacer mucho ruido, eh, Rubén – bromeó el moreno haciendo sonrojar al más alto.

– y ustedes tampoco hagan sonidos extraños, David – devolvió la broma el peliblanco sonrojando de paso al moreno; ambos agradeciendo que Samuel y Guillermo parecían no entender la pequeña discusión.

En la habitación del pelinegro, Rubén veía con detalle cada parte del lugar. Era igual de grande que su propia habitación, pero con menos muebles. Contaba solo con una cama en una de las esquinas y una mesa de noche al lado; a los pies de la cama había una ventana y unas cajas debajo; al otro lado, un armario bastante grande y viejo, que seguramente venía con el lugar; junto a este, una mesa con algunos libros. A pesar de eso, el lugar se veía bastante acogedor.

Los ojos esmeraldas del peliblanco repasaron todo, hasta que se centraron en un objeto en particular. Sobre la cama, se hallaba el pequeño peluche de unicornio que él se había ganado para el pelinegro. Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro al recordar ese día. Con cuidado tomó el peluche y tocó suavemente.

– siempre duermo con él, aunque el aroma de fresas que tenía ya no está – comentó el pelinegro acercándose a Rubén. Este esbozó aún más la sonrisa.

El pelinegro tomó aquel peluche y lo dejó sobre la mesa de noche. En cuanto volteó a ver a su acompañante, sus miradas se hallaron; nuevamente el tiempo y el espacio se esfumó, tan solo se encontraban ellos dos, apreciando cada rasgo y detalle del otro, grabándoselos mentalmente. Una sensación de familiaridad los inundaba, sentían que ya habían observado aquellos ojos del contrario por años, que ya los conocían de memoria. Poco a poco se acercaron acortando el espacio que los separaba, sintiendo nuevamente esos labios que ambos se morían por volver a probar. Encajaban perfectamente con el otro.

En algún momento determinado, ambos se hallaban ya en la cama. Aquel beso aún continuaba, pero con más intensidad. No sabían cómo, pero el pelinegro se hallaba sobre el más alto. Las pequeñas caricias y abrazos iban subiendo de nivel. Pero justo en aquel momento, el peliblanco despertó de la ensoñación. De golpe se separó sentándose con el pelinegro en sus piernas.

– ¿pasa algo? – preguntó

– Sam... yo... – esbozó una pequeña sonrisa y tomó las mejillas del contrario - yo te amo, en serio lo hago, pero no quiero apresurar las cosas. Sé que ahorita la estás pasando mal y quiero acompañarte, quiero ayudarte, quiero que sientas que puedes contar conmigo para todo lo que necesites. Yo todavía no espero una respuesta de tu parte, tampoco quiero aprovecharme de la situación y de tu vulnerabilidad para dar un paso más. Quiero que te sientas completamente seguro, que realmente lo quieras. –

Una pequeña lagrima resbalo del pelinegro, y una gran sonrisa adornó su rostro.

El peliblanco lo abrazó fuertemente, y Samuel correspondió aquel abrazo de la misma forma.

– yo... Lo siento – se disculpó el de ojos amatista separándose un poco del abrazo, pero no pudo terminar de hablar ya que el peliblanco había unido nuevamente sus labios en un corto beso.

– No te disculpes. Ven, vamos a dormir ya – y con esto, acomodó al pelinegro entre sus brazos para disponerse a descansar. 


---

Me puse bien soft con lo último xd

gracias por leer <3 espero que les haya gustado este cap <3 <3

Junto a ti, en otra vida | RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora