Narrado por Amalia García
Terminé de barrer el aula de los niños que pertenecía al colegio del convento y suspirando Salí de aquel lugar. Abrí mis ojos con sorpresa cuando la madre superiora se acercó a mí.
- Madre
- Lía – sonrió, pero note algo extraño en su mirada - ¿Cómo te encuentras?
- Muy bien – sonreí, aunque extrañaba a Bruno
- ¿podemos hablar unos minutos?
- Claro, solo dejo esto y la busco en el jardín
Ella solo asintió y rápidamente lleve la escoba a la habitación del lavado de aquel lugar. Suspire y camine rápidamente hacia el pequeño jardín. La madre superiora se encontraba sentada en una de las banquetas de aquel armonioso lugar.
- Madre – tome asiento a su lado con una leve sonrisa
- ¿extrañas a Bruno?
- Si – susurre observando el cielo – como también extraño a muchas personas, ¿usted cree que los que se mueren nos dejan del todo?
Ella rio levemente
- Lía, la gente que se muere siempre está presente – acaricio mi mejilla, pero luego suspiro – Lía, debo decirte algo
Voltee a verla con gran intriga, se encontraba muy extraña desde que nos vimos en el corredor.
- Sabes que ahora que Bruno está en sus planes de adopción, ¿ya nuestro trabajo esta echo? – fruncí el ceño sin entender del todo lo que decía – hablé con el padre y viendo y considerando que no eres monja, ni devota – susurro bajando su mirada a sus manos - el piensa que es mejor que comiences a hacer tu propia vida
Tragué saliva y sentí mi corazón palpitar rápidamente.
- ¿Qué quiere decir con eso?
- Que no podremos seguir teniéndote aquí – me observo con gran tristeza
- Pero
- Ay mi niña – note que sus ojos comenzaron a ponerse rojos – intente hacer todo lo que estaba a mi alcance para que te quedaras con nosotras pero
- Pero madre, ¿A dónde iré? No tengo a nadie más que a ustedes – hable con desespero – por favor, solo
- Lía, lo intente – suspiro
Mis lágrimas comenzaron a caer. Bruno tenía una familia y estaba feliz por eso, pero yo, estaba sola. Asentí y sequé mis lágrimas intentando recomponerme rápidamente.
- Ay pequeña – me abrazo por los hombros y beso mi coronilla – lo lamento de verdad, quisiera que te quedaras aquí y nos alegres con tu sonrisa como lo hiciste todo este tiempo, pero no puedo ir en contra de lo que establecieron
- Está bien, no se preocupe – intente sonreír – ustedes ya hicieron mucho dejándonos quedar aquí todo este tiempo – suspire – creo que debo ir a ordenar mis cosas ¿no cree?
Ella me observo con pena y acaricio mi mejilla con ternura. Viví en este convento desde que a mis padres los asesinaron. Desde los quince años que esta era mi única familia, pero ahora ni siquiera podía sentirme en casa.
Camine hacia mi habitación y entrando en ella me acurruque en el suelo a llorar de la gran tristeza que sentía por dentro, del miedo interno y la soledad que me consumía lentamente desde que mi vida se acabó.
ESTÁS LEYENDO
¿Que sabrá Neruda? - Juan Pablo Villamil
Fanfiction¿Que sabrá Neruda lo tanto que me gustas?, ¿qué sabrá? Si tan solo escribe y no sabe que te quiero. No sabe que me encanta verte llorar, que me encanta verte soñar. Neruda simplemente no sabe lo que me encantan tus labios al hablar. ¿Qué sabrá Neru...