.34. segunda parte

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Narrado por Amalia García

Tome mi cartera antes de salir de aquel departamento, hoy nuevamente con mi abuelo iríamos a la empresa para poder hablar con el señor Pacheco. No me encontraba para nada bien, me había costado dormir en estos días luego de haberme enfrentado a él con la verdad que ocultaba desde que llegue aquí.

Me había roto el corazón verlo de esa manera, pero me pesaba nuestro pasado y aun saber que jamás me perdono por algo que no cometí.

- Mi amor

Voltee rápidamente antes de escapar en silencio.

- ¿A dónde ibas?

- Debo ir a ver algo con mi abuelo – comente con una leve sonrisa, aun no le había dicho nada sobre la empresa

- ¿tienes un minuto? – pregunto con curiosidad, asentí y ambos tomamos asiento en los sillones del lugar – quisiera pactar la fecha de nuestro casamiento

Abrí mis ojos con algo de sorpresa, recién asimilaba que esta era mi realidad y ahora quería fecha, lugar y hora para eso, detestaba la presión impuesta por los demás.

- En ¿seis meses? – tire así de la nada

- Lía, ¿Por qué estiras tanto? ¿Qué tal en un mes? – trague saliva frente a su propuesta – sé que es rápido, pero tú no tienes que preocuparte por nada – sonrió – mis padres ya están adelantando todo, solo tienes que ir a probarte el vestido que más te guste

Quede en shock, estaba totalmente descolocada de mi centro que ya se encontraba desestabilizado emocionalmente desde hace un tiempo. Comencé a parpadear con rapidez, ¿Qué estaba haciendo?

- Manuel, creo que

- Lía, no perdamos más tiempo – tomo mis manos con mucho amor y sonrió – tu eres la mujer de mi vida y quiero estar contigo toda la vida

Comencé a sentir un peso dentro de mí, algo tan extraño que hacía que hasta me inundara de angustia. La culpa, así la llamaban algunos. Suspire y me mentalice que era esto lo que había elegido, era esto lo que me hacía bien porque Manuel me cuidaba, me quería y se veía ilusionado con toda una vida conmigo.

- ¿en un mes? – murmure

- ¿Qué dices? – sonrió

- Me parece bien – sonreí levemente

Él se acercó a mí y tomando mis mejillas me beso lentamente. No podía ni siquiera moverme de tantas cosas que me había dicho.

- Te amo – sonrió luego de aquello

- Y yo – sonreí de forma forzada – creo que debo irme – me levante rápidamente y camine hacia la puerta

- Mándale saludos a tu abuelo

Asentí con una leve sonrisa y Salí de ahí con rapidez. En un mes, mi mente solo repitió eso. En un mes más seria la esposa de Manuel y no había nada que pudiera detener esa locura, aunque quisiera detenerme por unos instantes no podia porque conocía el dolor en el corazón cuando la persona que más quieres te lastima.

(...)

- Perdón por la tardanza

Dije una vez al lado de mi abuelo y de Aníbal. Ambos asintieron con una leve mueca de sonrisa e ingresamos a la empresa una vez más. Me temblaban las piernas cada vez que caminaba por los pasillos, mis recuerdos de la infancia me atormentaban una y otra vez.

¿Que sabrá Neruda? - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora