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Narrado por Amalia García

Aquel beso había desatado cualquier deseo interno, cualquier sueño dentro de mí. sus manos acariciaron tiernamente mis mejillas y aunque quería resistirme, el amor que sentía por él se hacía cada vez más grande. Lentamente termine por recostarme en el suelo, llevándolo conmigo y que termine por estar sobre mí.

El sonido de la lluvia era lo único que oía de fondo, me parecía el momento perfecto para todo. La cercanía de su cuerpo con el mío hacia que esa sensación de protección creciera dentro de mí y aunque no supiera que hacer en esto, me sorprendía aquella seguridad que sentía dentro.

Acaricie su cabello y tire mi cabeza hacia atrás mientras que desde mi mentón descendió por mi cuello, fue descendiendo por el lentamente. Mordí mi labio inferior mientras el dejaba besos húmedos sobre él. Sus manos comenzaron a acariciar mis muslos y de pronto mi vestido comenzó a subir lentamente por mi cuerpo. Sus manos abandonaros sus tiernos masajes y fueron a las tiras de mi vestimenta, intento quitarlas, pero así no iba a poder.

Tomé de su remera negra y con timidez comencé a subirla intentado que las yemas de mis dedos tocaran su piel interna. Era tan suave que comenzaba a volverme loca. Él se separó de mí y se la quitó me quede observándolo, ¿este hombre era real? Me observo curioso, lleve mis manos a su cuello para atraerlo hacia mí para besar de forma desenfrenada sus labios.

El sonrió dentro de aquel beso y las mariposas comenzaron a revolotear dentro de mi estómago. Sus manos esta vez tomaron de mi vestido y exigieron que desaparezca de la escena. Eleve mis manos para que tuviera el privilegio de hacerlo desaparecer. Ataco mis labios y al sentir su piel directamente con la mía lance un leve gemido. Me había dado vergüenza, pero el pareció ni siquiera notarlo que continuo nuevamente con su camino de besos por mi cuello.

- Espera – hablé rápidamente cuando sentí que quería hacer desaparecer mi braiser

- ¿Qué? – susurro agitado alejándose un poco de mi

No sabía cómo decirle esto, porque tampoco quería que esto se termine.

- ¿Qué sucede? – su tono de voz había cambiado a preocupación

- Am yo – dude unos minutos – yo no

- Tu ¿Qué? – él se sentó a mi lado y yo lo acompañe – Ey – acaricio mi mejilla cuando baje mi vista al suelo

- Yo nunca – juegue con mis manos y eleve mi vista hacia el intentando que entendiera lo que quería decir

- Tú, nunca ¿Qué?

- Ay, no me hagas decirlo – me tape el rostro con las manos de la vergüenza

Por unos instantes no escuche nada, abrí mis dedos para poder observarlo. Él se encontraba sonriendo con ternura. Este chico era extremadamente extraño.

- ¿Qué? – susurre sin quitarme las manos del rostro

- Eres hermosa – hablo con una sonrisa

Me quite las manos del rostro y lo observe con seriedad.

- Eres hermosa Lía – se acercó a mí y jugo con mi nariz para besarme

- Espera – lleve mis manos a su pecho – no es malo ¿verdad? – pregunte tímida

- Y crees que yo nací experto, ¿Verdad? – bromeo, yo golpee su brazo molesta

- No, solo

- Solo, tú decides que quieres hacer – movió sus hombros – no puedo obligarte, aunque quisiera – acomodo uno de mis mechones rebeldes detrás de la oreja

¿Que sabrá Neruda? - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora