.41. segunda parte

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Me cruce de brazos observando como Pacheco y sus socios salían de la empresa, inhale con fuerza cuando cruzamos miradas. Me tembló un poco el cuerpo cuando sus ojos me escanearon fijamente, su rostro duro me hizo pensar si mi vida peligraba o no pero luego recordé que por la tarde volvía a España y todo volvería a la normalidad.

- Todo termino – murmuro mi abuelo detrás de mí, yo solo asentí

- Lástima que no haya la justicia que necesito - agregue con seriedad

- Todo a su tiempo, Lía

Voltee asintiendo, lo observe unos minutos y me acerque a él para abrazarlo con fuerza. Aunque tuviera paz, aun no estaba en total tranquilidad conmigo misma. Me faltaba algo, más bien alguien. Suspire antes de alejarme de el de forma lenta.

- Gracias por volver abuelo – confesé – ahora tengo una familia – sonreí levemente con tristeza

- Lía, tú tienes una familia – lanzo una leve risa frente a eso

- Si, bruno y tu – agregue

- No – negó rápidamente y acaricio mis mejillas – los Villamil son tu familia, sobretodo

- Abuelo – murmure molesta, escuchar su nombre ya me dolía

Bufo molesto y observo para otro lado guardando sus manos en sus bolsillos.

- ¿Cuándo dejaras de esquivar las cosas? Siempre testadura, como tu padre

- Estoy aquí – molesta me defendí - estoy escuchándote 

- Lose, lo he dicho para que escuches – sonrió observándome – ¿sabes qué? Ve a hacer esa maleta, Lía – volvió a tomar mis mejillas y beso mi coronilla – nos vemos por la tarde en el aeropuerto

(...)

Cerré mi maleta con un dejo de tristeza. La tome y camine hacia la sala, dejándola en el suelo lleve mi vista hacia la mesada donde aún se encontraban las margaritas que aún no se habían marchitado. Las que jamás lo harían.

Cerré mis ojos con fuerza y me abracé el cuerpo, era algo inmediato hacerlo cuando lo recordaba.

- Te amo – confesé – te amo tanto

- Si lo haces, quédate – suplico

- Sabes que no puedo – asegure – siempre te voy a amar, pero no puedo lastimar a alguien que no tiene la culpa de las cosas que nos sucedieron

Abrí mis ojos y camine lentamente a las margaritas, me nacían tantas cosas ahora que necesitaba expresar todo lo que necesitaba ahora que ya ninguno de los dos volvería al punto de partida en esta historia.

Narrado por Juan Pablo Villamil

Salí de mi habitación, ya no sabía más que hacer para no volverme loco. Pase por la habitación de Bruno, se encontraba molesto. Fruncí el ceño divertido y me puse contra el marco de su puerta.

- ¿necesita ayuda?

El volteo molesto para observarme y asintió bajando su mirada al suelo. Me acerqué con una leve risa hacia el e hice fuerza para cerrar su maleta, en un rato pasarían a buscarlo para viajar a España.

- Listo – susurre con una leve sonrisa, él se sentó al lado de aquella gran maleta con sus brazos cruzados – Ey amigo, ¿sucede algo? – me acomode a su lado

- No quiero ir – confeso

- ¿Por qué?

- No quiero que mi hermana se case – susurro y elevo sus ojos hacia mí, aun no cambiaba mi rostro de confusión – no es que no me caiga bien Manuel, solo es que Lía no

¿Que sabrá Neruda? - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora