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Acomode mi mochila para salir de clases, habíamos terminado la cursada con materias increíbles. Camine por el pasillo de aquella universidad observando a todas las personas que se encontraban en el lugar.

Muchas personas de diferentes edades y clases. Un nuevo mundo a donde me tendría que acostumbrar.

- Lía

Observe a Casandra que se acercaba a mí con emoción.

- Hola casi – sonreí levemente

- ¿Cómo te fue? – pregunto con curiosidad mientras caminaba a mi lado

- Muy bien ¿y a ti?

- También, ¿podemos hablar unos minutos?

- Claro – respondí de forma dudosa

¿Qué era lo que tanto quería hablar conmigo? Ni siquiera era mi amiga o algo así. Tampoco quería serlo, me caía bien pero no tenía ánimos de crear lazos con ella. Casandra me guio hacia el jardín de la universidad. Ambas tomamos asiento en una de las banquetas.

La observe expectante, esperaba que su conversación no se centrara en Juan Pablo porque el pensar que dos veces estuvimos a punto de besarnos hacia que me sintiera culpable.

- Necesito tu ayuda – me observo con culpa

- ¿con que? – abrí mis ojos con gran impacto

- Con Villa – me maldije por dentro, ¿Por qué? – necesito que me ayudes con el

Me quede en silencio, no sabía que decirle.

- Casi, no sé qué es lo que pretendes que haga

- Necesito que le hables de mi – suplico, lo que menos quería es estar cerca de él porque terminaríamos quien sabe donde

- Mira – me acomode el cabello detrás de mis orejas – yo creo que si él te importa como dices

- Lo amo – me dejo en claro

- Bueno, si lo amas – me maldije tanto por dentro – deberías de ser sincera con el – moví mis hombros – no creo que quiera que le hable de ti

- ¿Por qué lo dices? – frunció el ceño confundida

Porque simplemente no quería hablar con el justamente de ella.

- Porque quizás le guste que seas tú la que hable de lo que sientes – sugerí, era una completa estúpida por alentarla – y siendo sincera, también puedas saber que le sucede contigo

- ¿tú crees?

- No hablo con él y tampoco tengo la confianza como para decirle o sugerirle algo – hable apenada – así que tan solo ve y dile que lo quieres

Ella sonrió con ternura y acaricio mi brazo con amor.

- Eres adorable Lía, de verdad – me abrazo por los hombros – gracias

(...)

- ¿Qué has hecho que?

Lizet me observo con seriedad mientras comía un pedazo de pastel recién hecho por Sam.

- A ver – Sam se reincorporaba mejor - ¿has regalado a ese bombón a la chica extraña?

- No lo regale – fruncí el ceño molesta – Juan Pablo no es una cosa y, además, no me pertenece

- Pero le encantaría

- Menos mal que eres monja – Sam la observo rápidamente

- Yo solo hablo por lo que observo – se excuso

¿Que sabrá Neruda? - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora